23/10/2025
Me apresuré a mi departamento, subí exhausto de tanto correr los grandes escalones blancos, tomé las llaves de mi bolsillo que por suerte no olvidé, abrí la puerta y me tiré al piso frío sin barrer, quedándome algo dormido.
Luego de esa noche extraña de discoteca, no deseaba salir nuevamente, jamás, o terminaría igual que ahora, con un dolor punzante en el pecho que picaba, algo de hambre y necesitado de calor, tanto emocionalmente como refiriéndome a las ventanas abiertas que hacían pasar el fuerte viento de las calles.
Quería arrancarme la piel; me comenzaba a desesperar el pasar del tiempo, mis uñas me picaban, no sentía mi rostro. Vi mis uñas maltratadas, mordidas, con heridas.
Pude observar que el reloj marcaba la 1:06 de la madrugada. No podía conciliar el sueño adecuadamente; me retorcía como gusano en sal, temblando.
El viento corría sobre mi cuerpo; el silencio y el sentimiento vacío eran los que me indicaban una madrugada melancólica, solo yo con mis p***s, porque significaba que no había nadie en casa.