02/05/2025
EL PADRE PUEDE ESTAR AUSENTE, PERO NUNCA DEJA DE SER PADRE
En la vida de todo hijo, mamá y papá tienen lugares diferentes, pero igual de importantes.
Mientras la madre suele ser ese primer refugio emocional, el padre representa algo distinto: es quien marca el camino hacia el mundo, quien da estructura, dirección, límites y seguridad para salir a la vida.
Tanto niñas como niños necesitan esa figura.
La niña, porque a través de su papá forma su idea de cómo es ser mirada, valorada y respetada por un hombre.
El niño, porque con su papá aprende qué significa ser hombre, cómo enfrentarse al mundo, cómo poner límites y desarrollar autonomía.
Cuando papá está ausente —ya sea porque físicamente no está o porque está, pero emocionalmente distante— se genera un vacío que, aunque la madre haga lo imposible por compensarlo, deja huellas.
No se trata de culpar a nadie, sino de entender que el rol de un padre no se reemplaza, y su ausencia puede afectar más de lo que a veces queremos admitir.
Estudios muestran que muchos de los problemas sociales actuales —violencia, inseguridad, desconfianza en las relaciones, dificultad para asumir responsabilidades— tienen raíces en hogares donde la figura paterna estuvo ausente o fue rechazada.
Alejandro Jodorowsky lo dijo claro:
"A un padre ausente se le busca toda la vida."
Y es verdad.
He visto mujeres que, sin darse cuenta, eligen parejas distantes o emocionalmente inaccesibles, repitiendo la historia de ese padre que nunca estuvo.
Y hombres que temen crecer, porque en su mente, ser adulto es convertirse en ese hombre que su madre criticaba o despreciaba.
Cuando el padre falta, muchas veces el hijo queda demasiado unido a la madre, creando una relación que no permite madurar emocionalmente. Y cuando llega la adolescencia, ese hijo busca separarse a la fuerza, a veces con rebeldía o violencia, porque necesita encontrar su propia identidad.
El papel del padre no es solo "proveer" o estar de forma simbólica.
Es quien ayuda al hijo a salir al mundo, a cortar esa dependencia natural con la madre, y a enseñarle que puede caminar solo, con confianza y límites claros.
El padre es quien, con su sola presencia activa, le dice al hijo:
"Eres capaz. Puedes enfrentarte a la realidad. Aquí estoy para apoyarte, pero este camino es tuyo."
Y algo fundamental:
Los padres, al igual que las madres, dan lo más grande que se puede dar: la vida.
No entregan perfección, entregan lo que tienen, con sus historias, sus heridas y sus limitaciones. El verdadero acto de madurez es cuando el hijo deja de juzgarlos, y acepta esa vida tal como vino, sin querer cambiar el pasado.
Porque cuando uno acepta a sus padres tal como son, también se acepta a sí mismo, y con eso, puede avanzar sin cargar resentimientos ni repetir historias de exclusión o abandono.
En las familias, cuando alguien es rechazado u olvidado —sea un padre, una madre, o cualquier miembro—, las generaciones siguientes tienden a repetir ese vacío, hasta que alguien decide mirar de frente y decir:
"Te veo, te reconozco, y tomo la vida como vino, para poder vivirla plenamente."
Terapeuta yennifer López
Contacto +51 900 403 992