
05/07/2025
Nuestros ancestros: La Voz Viva de Cajatambo
Cajatambo (JOSVIC) – En cada corazón cajatambino late la herencia de nuestros ancestros, nos dice Rumy Nahui. Los abuelos, los aukis son baluarte de nuestra identidad, memoria viva de nuestra historia y los cimientos que sostienen nuestras comunidades. Son ellos quienes nos legaron los valores que nos definen como pueblo, la conexión con la tierra que cultivamos y el profundo respeto por los usos y costumbres que dan sentido a nuestra existencia.
Sin embargo, en ocasiones, relegamos a nuestros mayores con la excusa del paso del tiempo, desconociendo la riqueza que reside en su sabiduría ancestral. Esta negligencia nos empobrece, silenciando la voz de aquellos que construyeron nuestro presente.
A esos ancianos, abuelos, aukis, que son sabios de rostro surcado por el trabajo duro, de esos rostros cobrizos quemados por la inclemencia del tiempo (hielo y sol), les debemos lo que somos: la identidad que nos define, la chacra que cultivamos, la casa que habitamos, la comunidad que compartimos. Todo es fruto de su esfuerzo, sus luchas, su trabajo incansable y su profundo amor por esta tierra.
Hoy, lamentablemente, corremos el riesgo de perder esta invaluable herencia. La memoria colectiva que aún resuena en sus voces se desvanece poco a poco, silenciando a quienes forjaron nuestro destino. Debemos revertir esta tendencia, brindándoles el espacio, la actividad y el propósito que merecen.
Nuestros ancianos no deben ser percibidos como una carga, sino como una fuente inagotable de conocimiento y experiencia. Deben vivir como siempre lo hicieron: trabajando, enseñando, sintiéndose vivos en el campo, en sus casas, en la comunidad, hasta donde sus fuerzas les permitan. Su sabiduría es un tesoro invaluable que debemos proteger y difundir.
No los apaguemos. No los invisibilicemos. Démosles el lugar que se ganaron con dignidad y coraje. Fomentemos la transmisión intergeneracional del conocimiento, incentivando el diálogo entre jóvenes y ancianos.
Honrar a nuestros ancestros es honrar la raíz que nos sostiene, es reconocer el valor de la tradición y es asegurar la continuidad de nuestra identidad como cajatambinos. Es un acto de justicia y un legado para las futuras generaciones.