31/08/2025
No heredamos enfermedades.
Heredamos hábitos.
Y microbiota.
Y ambientes.
Y emociones no resueltas.
“Mi abuela fue diabética, mi mamá también… así que a mí me toca.”
Pero la verdad es que los genes no son destino.Hoy sabemos que son nuestros hábitos los que activan o silencian esos genes.
Los genes pueden predisponer, pero tus decisiones diarias deciden.
Lo que realmente se transmite de generación en generación no es solo el ADN, sino el entorno biológico, emocional y alimentario donde ese ADN se expresa.
¿Sabías que un bebé hereda parte de su microbiota al pasar por el canal vaginal de su madre?
Y que si esa madre tiene una microbiota desequilibrada por mala alimentación, estrés o antibióticos... le estará transmitiendo una base inflamatoria y disbiótica a su hijo desde el primer aliento de vida.
Un artículo publicado en Nature mostró cómo la disbiosis intestinal materna durante el embarazo puede aumentar el riesgo de enfermedades metabólicas y autoinmunes en los hijos, a través de mecanismos inflamatorios mediados por la microbiota (Nature).
Y esto no termina al nacer.
Si el niño crece comiendo lo mismo que enfermó a sus padres…
ultraprocesados, lácteos, carnes inflamatorias, sin fibra, sin vida…
entonces claro que va a repetir las enfermedades.
Las enfermedades se “heredan” porque los patrones se repiten.
Pero aquí está la clave: tú puedes romper ese ciclo.
No necesitas “buenos genes”.
Necesitas hábitos conscientes, alimentación viva, movimiento, gestión emocional y conexión con tu propósito.
Cuando tú sanas, no solo cambias tu salud.
Cambias tu linaje.
Cambias el futuro de tus hijos.
No eres víctima de tu genética.
Eres el jardinero de tu epigenética.
Cada elección es una señal.
Cada señal es una instrucción para tus células.