
03/07/2025
📖 Mateo 7:15-20
Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.
A veces, nos dejamos llevar por lo que parece bueno a los ojos. Personas con palabras dulces, actitudes correctas y una imagen impecable… pero el tiempo, como dice Jesús, revela los frutos. Esta palabra me confronta porque me invita no solo a discernir a los demás, sino también a examinarme a mí misma. ¿Qué frutos estoy dando yo? ¿Lo que hago refleja a Cristo o solo es apariencia?
No se trata de vivir bajo presión ni aparentar perfección, sino de caminar en sinceridad, permitiendo que el Espíritu Santo forme en mí frutos verdaderos: amor, paciencia, dominio propio, fe… Porque al final, un árbol bueno no puede dar frutos malos.
Y oro hoy: “Señor, ayúdame a ser árbol bueno. Que mis frutos hablen más que mis palabras. Que mi vida refleje tu verdad, no solo en público, sino también en lo secreto.”