15/01/2025
𝟯𝟬𝟬 𝗣𝗢𝗟𝗜𝗖Í𝗔𝗦 𝗗𝗘𝗦𝗔𝗟𝗢𝗝𝗔𝗡 𝗔 𝟮𝟮 𝗙𝗔𝗠𝗜𝗟𝗜𝗔𝗦 𝗘𝗡 𝗨𝗡 𝗢𝗣𝗘𝗥𝗔𝗧𝗜𝗩𝗢 𝗤𝗨𝗘 𝗘𝗫𝗣𝗢𝗡𝗘 𝗟𝗔 𝗗𝗘𝗦𝗜𝗚𝗨𝗔𝗟 𝗟𝗨𝗖𝗛𝗔 𝗣𝗢𝗥 𝗟𝗔 𝗧𝗜𝗘𝗥𝗥𝗔 𝗘𝗡 𝗣𝗔𝗥𝗔𝗚𝗨𝗔𝗬
| En el corazón del departamento de en la compañía Tacuapi del distrito de Yasy Kañy, se escribió este martes un capítulo más de una lucha histórica en Paraguay: la pugna entre las familias campesinas y los propietarios de la tierra. Al despuntar el día, un contingente de 300 efectivos policiales, acompañados por fiscales y maquinaria pesada, llegó al asentamiento. Su misión: desalojar a las 22 familias que, según las autoridades, ocupaban ilegalmente esa propiedad desde hace años.
El procedimiento, autorizado por la Fiscalía Zonal de Santa Rosa del Aguaray y enmarcado en la Causa N.º 861/2019, no fue solo un acto jurídico. Fue un enfrentamiento entre dos realidades irreconciliables. Por un lado, los legítimos propietarios, respaldados por la ley, denunciaban la imposibilidad de trabajar en su tierra tras años de ocupación. Por otro lado, las familias asentadas, compuestas en su mayoría por mujeres y niños, luchaban por el único hogar que conocían.
Con el sol apenas asomando, el convoy llegó al lugar. La tensión era palpable. Los primeros minutos fueron de resistencia, con gritos y lágrimas de los ocupantes que, entre la desesperación y el miedo, trataban de impedir la demolición de sus hogares. Pero frente al avance de los uniformados, el grupo se dispersó. Algunos buscaron refugio en el bosque cercano, mientras que los ranchos precarios, levantados con esfuerzo durante años, eran derrumbados por tractores.
El desalojo fue liderado por el comisario Luis Agüero, quien junto a otros altos mandos policiales garantizó la "correcta ejecución del procedimiento". Según las autoridades, el operativo se llevó a cabo de manera transparente, sin violencia ni enfrentamientos físicos. Pero para quienes perdieron todo, la realidad era otra.
“Solo queremos un lugar donde vivir y trabajar. No somos invasores, somos paraguayos sin tierra, abandonados por nuestro propio país”, expresó una mujer mientras abrazaba a sus hijos.
Entre los escombros quedó más que madera y plástico. Quedaron sueños destrozados, historias que no serán contadas, y un silencio que resonará durante días en Tacuapi. Este desalojo no es el primero, ni será el último, en un país donde la desigualdad en la distribución de la tierra sigue siendo una herida abierta.
Mientras los tractores continuaban su labor, el amanecer en Yasy Kañy dejaba un mensaje claro: la tierra, en Paraguay, no solo es un recurso. Es el escenario de una lucha de poder, dignidad y supervivencia.