21/04/2025
Santidad Francisco:
Con el corazón profundamente conmovido y el alma envuelta en una mezcla de dolor y gratitud, elevo estas palabras como humilde despedida a un padre que supo pastorear a su rebaño con ternura, valentía y una fe inquebrantable en Cristo.
Hoy, la Iglesia llora. Llora la partida de un pastor que supo encarnar, con palabras y obras, el amor misericordioso de Dios. Pero también celebra su vida, su testimonio, y el legado imborrable que deja en los corazones de millones.
Santo Padre, usted fue más que un líder espiritual: fue un testimonio viviente del Evangelio. Con gestos sencillos y palabras claras, nos mostró que la grandeza está en la humildad, que el poder está en el servicio, y que la autoridad verdadera nace del amor.
Nos enseñó a mirar a los pobres con ternura, a los marginados con compasión, y a la creación con reverencia. Nos llamó a salir de nosotros mismos, a ir a las periferias, a no tener miedo de ensuciarnos las manos por el prójimo. Con su voz profética nos sacudió el alma, y con su sonrisa nos sanó el corazón.
Usted nos recordó que la Iglesia es hospital de campaña, no torre de marfil. Que el perdón de Dios es más grande que cualquier pecado, y que la esperanza no defrauda. Fue un Papa del pueblo, cercano, humano, profundamente evangélico.
Hoy el cielo se abre para recibir a un siervo bueno y fiel. Y nosotros, desde esta tierra que tanto amó y por la que tanto oró, le decimos: gracias, Santo Padre. Gracias por su vida entregada, por su cruz llevada con amor, por su ejemplo que permanecerá.
Ruegue por nosotros, desde la eternidad. Y que su intercesión nos anime a seguir caminando con alegría, como usted nos enseñó, “con el gozo del Evangelio”.
Con amor filial,
Un hijo agradecido de la Iglesia.