
19/04/2025
Así no...
| "Me preocupa que el discurso vuelva a romantizar la figura del maestro, mientras en los hechos seguimos solos..."
EDUCACIÓN Y MAGISTERIO EN EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2025-2030: ¿CAMBIO VERDADERO O RECICLAJE DEL DISCURSO?
Germán Barahona
He leído con atención el Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 y me detuve especialmente en los apartados que hablan de educación y del magisterio. Lo hice como maestro, como trabajador de la educación que ha vivido los efectos de cada reforma desde el aula, no desde la comodidad del escritorio.
Se anuncia la desaparición de la USICAMM, y no puedo evitar sentir una mezcla de esperanza y desconfianza. Sí, ha sido un sistema opaco, desgastante y lleno de injusticias. Pero no basta con eliminarlo; lo importante es qué se pondrá en su lugar. ¿Un sistema realmente justo, o solo otro aparato burocrático con nombre nuevo?
También se presume la basificación de miles de maestros y un ingreso mínimo de 17 mil pesos. Sé que para muchos es un respiro, pero la realidad es que en muchas zonas del país ese ingreso sigue siendo insuficiente ante las condiciones de vida y de trabajo. Subir el sueldo no basta si seguimos enfrentando aulas sin luz, sin ventiladores y sin apoyo real.
La continuidad de la Nueva Escuela Mexicana me genera dudas. Nos hablan de un enfoque humanista, pero en el día a día cargamos con formatos, burocracia y lineamientos contradictorios. ¿Dónde queda el humanismo cuando se espera que el maestro sea psicólogo, enfermero, gestor, artista, deportista y, además, docente?
Prometen becas para todos los estudiantes de educación básica, escuelas con horarios extendidos y funciones de prevención en salud. ¿Pero cómo lo haremos? ¿Con qué personal? ¿Con qué espacios? No podemos seguir siendo los únicos que resuelven lo que al sistema le toca garantizar.
Me preocupa que el discurso vuelva a romantizar la figura del maestro, mientras en los hechos seguimos solos, enfrentando problemas estructurales que no se resuelven con palabras bonitas. Prometerlo todo sin garantizar lo mínimo es una forma de disfrazar la omisión.
Sí, queremos transformación. Pero una transformación con nosotros, no a pesar de nosotros. El magisterio no necesita palmaditas, necesita condiciones dignas, respeto a su experiencia y una política educativa que lo escuche de verdad.
Porque si este nuevo plan no logra bajar al piso de las escuelas, entonces no es un segundo piso. Es solo otro techo de cristal que vuelve a dejar afuera a quienes todos los días sostenemos la educación de este país.