21/07/2025
SOLTAR... NO ES LO QUE SE DICE
¿Soltar?
No, no es lo que te han vendido.
No es ese mantra tibio de quien nunca ha tenido que recoger sus pedazos del suelo.
No es dejar de amar, ni fingir que ya no duele,
ni tampoco exiliar de la memoria a quien fue casa.
Eso de que “tienes que soltar para sanar” suena bonito en las bocas de los que no han perdido.
Pero para quien ha vivido un adiós sin retorno,
soltar no es una opción…
es una batalla.
Porque a veces, lo que llaman “soltar”
es una forma elegante de decirte:
—"Molestas con tu tristeza."
—"Ya es suficiente."
—"Déjalo atrás."
Como si el amor tuviera botón de apagado.
Como si el alma entendiera de relojes o de frases con moño de superación.
Pero no... Soltar no es borrar.
No es deslealtad.
No es traición.
No es enterrar el amor
en una fosa común de recuerdos.
Soltar, de verdad,
es dejar de pelear contra lo irreversible.
Es dejar de exigirle al cielo que te lo devuelva.
Es aceptar que no habrá regreso…
y aún así seguir caminando.
Es abrazar la ausencia
sin que se vuelva cárcel.
Es vivir con la herida
sin hacer de ella un altar de sufrimiento.
Es escuchar esa canción que te parte y,
aún roto, seguir manejando.
Es oler su aroma en medio de la nada
y no huir.
Es abrir el cajón donde guardabas “lo de antes” y no pedir permiso al corazón para temblar.
Soltar es reubicar el amor,bno expulsarlo.
Es decirle:b—"Te sigo amando… pero desde acá. Desde donde tú ya no estás,
pero yo aún respiro."
Es permitirte llorar sin vergüenza,
recordar sin culpa,
y sonreír sin sentir que traicionas su ausencia.
Porque hay amores que no se sueltan.
Se transforman.
Y viven distintos.
Sin cuerpo.
Sin voz.
Pero con la misma fuerza de siempre.
Soltar, en realidad,
es aprender a amar en otro idioma.
Uno sin abrazos.
Sin respuestas.
Pero lleno de presencia.
Eso… eso es soltar.
Y es lo más valiente que puede hacer un alma que aún ama lo que ya no está.
Créditos: Fernando D'Sandi