05/11/2024
Las violencias que urge erradicar porque están acabando con los derechos de niños y niñas en Antioquia
Los delitos sexuales en todas sus modalidades; el maltrato, humillaciones y tratos crueles y degradantes; y el conflicto armado son problemas que tienen encendidas las alarmas en el departamento, pero también en todo el país. Hacen llamado al gobierno nacional.
s una tragedia lamentable. Un monstruo —muchas veces camuflado bajo la indiferencia y el silencio— que extiende enormes tentáculos; que acecha, carcome y mutila; que se esconde tras las paredes de las casas, en las escuelas y sus alrededores, en vías públicas, en zonas urbanas y rurales, en todas las clases sociales, entre ricos y pobres, entre educados y analfabetas. Un monstruo peor que cualquiera de los otros que hay en Antioquia, como en el resto del país; que deja a su paso graves y a veces irreparables violaciones a los derechos de niñas, niños y adolescentes sin un entorno que los resguarde, sin que encuentren la protección que el Estado, las familias y la sociedad están obligados a brindarles.
El departamento sigue siendo uno de los más afectados del país en las tres violencias que están acabando con los menores de edad, no solo de aquellos que terminan asesinados de las formas más crueles e inhumanas. Es un panorama que no puede explicarse solo a partir de casos mediáticos ni con meras cifras, por el gran subregistro y porque no es posible mirar un problema de esa magnitud sin ponerle rostros. Tratos y castigos crueles, humillantes y degradantes; violencias sexuales en todas sus modalidades; y reclutamiento, uso y utilización de menores en el conflicto armado y el crimen organizado están desbordados.
Las alarmas ante una emergencia así no están sonando lo suficientemente alto. Es por ello que organizaciones de la sociedad civil unieron fuerzas ante el gobierno nacional con propuestas basadas en décadas de trayectoria atendiendo estos casos, para que las incluya en los compromisos que tiene que asumir el jueves y viernes de esta semana ante delegados de 193 países durante la Primera Conferencia Ministerial Global para poner Fin a las Violencias contra la Niñez —EVAC pos sus siglas en inglés—.
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Lo que allí se defina debe marcar el rumbo del país en la eliminación de estos aberrantes hechos y eso, sin duda, beneficiará a Antioquia. Por ello, desde estas páginas, EL COLOMBIANO visibiliza a las víctimas y se suma al clamor social de que el bienestar superior de los menores de edad sí sea prioridad.
1. Agreden sus cuerpos con violencias sexuales
La madre llevó a su hijo a una institución de salud del Valle de Aburrá cuando supo con certeza que sus sospechas eran reales. Todo comenzó con cambios inesperados en el desarrollo de un niño inteligente, sano, que comía todos los alimentos, que ya no se orinaba en la cama, que aprendía a ir al baño, que jugaba y era feliz. En cada uno de esos pasos vitales de su crecimiento, acordes para la edad, tuvo un retroceso, acompañado de un temor que antes no sentía para dormir solo y acercarse a ciertas personas, entre ellas el presunto abusador sexual, quien vivía bajo su mismo techo. En el hospital activaron el código fucsia y siguieron estrictos protocolos en lo referente a la salud física, pero las barreras comenzaron justo ahí, cuando ella denunció los hechos que su hijo le relató.
El profesional psicosocial que atendió el caso la señaló desde un principio con frases demoledoras como que hacer un escándalo era peor y que había que echarle tierra al asunto. Ese pequeño detalle marcó un camino de obstáculos en la búsqueda de justicia. La Policía de Infancia y Adolescencia decía una cosa, la Fiscalía otra, la Comisaría una más y el Icbf una distinta. En el mayor absurdo posible, recuerda la madre, algunos funcionarios le dijeron que estaba denunciando para vengarse del agresor por la violencia psicológica, económica y física que antes había ejercido sobre ella. Los años se han acumulado con un niño en recuperación, gracias al acompañamiento de la IPS Creciendo con Cariño, institución de la ciudad acreditada y experta en el manejo de estos hechos. Pero la justicia, por más pruebas que han presentado, no se ha movido para que no haya impunidad y el gran temor es que el proceso termine con una orden que le permita al presunto victimario, el padre biológico, estar con el niño en visitas y celebraciones.
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Según cifras preliminares de Medicina Legal, solo entre enero y agosto de 2024, se registraron 1.176 casos de presuntos delitos sexuales contra menores de edad en Antioquia, de los cuales 972 fueron contra niñas y 204 contra niños. Casi todos en el entorno del hogar, con tíos, padrastros, padres, primos, abuelos, hermanos y amigos cercanos como presuntos responsables, lo que hace más complejo el problema por los imaginarios que persisten y que llevan al silencio, casi a la complicidad de otros parientes.
Así ocurrió en otra casa de la ciudad, donde hubo revuelo cuando descubrieron al adulto abusando sexualmente del niño. Era un familiar que aprovechó el descuido de los demás para cometer el delito. Después huyó. La denuncia de la madre fue inmediata, pero esta es la hora que no ha pasado nada, porque “no hubo penetración”, según le dijeron en Fiscalía. Una penetración que hubiera ocurrido si no se hubieran percatado a tiempo y que, en cualquier caso, no es lo único que determina un ataque sexual.
El relato del niño y el de su hermanito un poco mayor dieron cuenta de que las violencias venían de atrás en contra de ambos, pero ni así la autoridad actuó. El Icbf se limitó a solicitar que no podían vivir en el mismo lugar del agresor. Entonces, la mujer tuvo que desplazarse del barrio porque el hombre regresó, como si nada, a habitar el hogar con la complicidad de otro familiar que hasta intentó que la víctima cambiara el relato a favor del victimario.
Fuente:El Colombiano