09/18/2025
Hoy que estoy aprendiendo y estudiando EDUCACIÓN INFANTIL, me parece importante e interesante compartir este tema, y más porque hay procesos de aprendizaje y está bien también implementarlos. Esto una información que creo que todos podemos tener a la mano.
Desarrollo óseo y motricidad fina en niños
Las radiografías que proporcionaste ilustran una diferencia fundamental en la madurez esquelética de las manos de los niños. La imagen de la izquierda muestra la mano de un niño en edad preescolar, mientras que la de la derecha es la de un niño de aproximadamente 7 años.
La mano de un recién nacido tiene muy pocos huesos. A medida que un niño crece, los huesos de la mano, incluyendo los huesos del carpo (los que conectan la mano con el antebrazo), se desarrollan y osifican (se endurecen). En la radiografía de la izquierda se puede ver que los huesos del carpo no están completamente formados, son más pequeños, y no están completamente unidos. Los huesos de los dedos (falanges) también tienen espacios entre ellos, y sus extremos (epífisis) aún no están fusionados con el resto del hueso. Esto significa que la mano de un preescolar aún no tiene la estructura ósea necesaria para un control fino y preciso.
El papel del juego en el desarrollo de la mano
La falta de madurez ósea y muscular en la mano del preescolar es la razón por la que las habilidades de motricidad fina, como la escritura, son difíciles y frustrantes para ellos. En esta etapa, el desarrollo de la motricidad fina depende de la osificación gradual y el fortalecimiento muscular.
Las actividades de juego mencionadas en el texto original, como modelar con plastilina, cortar con tijeras y abalorios, son cruciales porque promueven el fortalecimiento muscular de la mano, el desarrollo de la coordinación ojo-mano y la destreza. Estas actividades preparan físicamente a los niños para tareas más complejas, como la escritura. Apresurar la escritura antes de que la mano y el cerebro estén listos puede generar frustración en el niño y potencialmente una mala formación del hábito de escritura, dificultando la futura adquisición de una caligrafía fluida.
En lugar de centrarse en la escritura formal, los educadores y padres deberían priorizar el juego libre y estructurado que fortalezca las habilidades de motricidad fina. Esto asegurará que, cuando el niño esté física y mentalmente preparado, la transición a la escritura sea más natural y exitosa.