06/09/2025
Grande Lobo!
🔴 || DE VEGUETA A LA SELVA CENTRAL: EL LOB0 QUE CONQUISTÓ TINGO MARÍA👇🏻
La historia de José Luis Arroyo, más conocido como El Lobo, bien podría confundirse con una ficción tropical, de esas donde el talento se impone pese a los golpes de la vida. Nació en Végueta, en la provincia limeña de Huaura, en una familia de pescadores, pero desde joven supo que su camino estaba lejos del mar.
En 1986, siendo aún escolar, participó en un casting del grupo Novela, donde sorprendió al interpretar el vals “Nube Gris”. Aquella fue su puerta de ingreso a la música. Luego pasaría por La Clásica de Huacho, y con lo poco que ganaba, financió sus estudios de Ingeniería Química. Sin embargo, las circunstancias lo empujaron a abandonar la carrera y seguir una corazonada que cambiaría su vida: viajar a Tingo María.
“Faltan cantantes en la selva”, le dijo un amigo. Y allá fue, con lo puesto, en mayo de 1988. En esa ciudad selvática encontró un escenario en expansión y un público sediento de nuevas voces. Se unió a orquestas como Lluvia de Aucayacu, Proyecto X y Explosión Latina. Fue en esta última donde tomó una decisión radical: formar su propia agrupación, Internacional Privados.
Durante los años 90, Internacional Privados mezcló la cumbia norteña con los matices amazónicos, y se convirtió en una sensación regional. Pero los inicios no fueron fáciles: “En la primera presentación solo nos pagaron con un plato de parrillada”, recuerda El Lobo. Poco a poco, el público comenzó a corear temas como Ajena y Te he visto llorar. Y aunque lograron grabar en Lima gracias al apoyo de Eusebio “Chato” Grados, su centro de operaciones siguió siendo la selva.
En 2002, El Lobo se separó de la agrupación y fundó su proyecto más personal: El Lobo y La Sociedad Privada. Con canciones cargadas de romanticismo y una interpretación visceral, el grupo consolidó su fama en Tingo María, Tocache, La Merced y Oxapampa. Temas como Aléjate de mí y Decías que me querías se convirtieron en himnos locales.
Hoy, su música no solo suena en fiestas, sino también en las movilidades turísticas que recorren Tingo María. Para los visitantes, escuchar a El Lobo es parte de la experiencia de conocer la selva.
A pesar de haber nacido en la costa, José Luis Arroyo es, para todos los efectos, hijo adoptivo de Tingo María. No por casualidad, es considerado su cantante predilecto. Su voz, curtida en escenarios polvorientos y estudios improvisados, se ha convertido en emblema de identidad cultural para una región que, como él, aprendió a abrirse paso con esfuerzo y pasión.