08/12/2025
Devocional ☀️ Amanecer con Jesús
✍️ A cortar cabezas
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📖 «Entonces el rey se entristeció, pero a causa del juramento y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la dieran» (Mateo 14: 9).
La venganza que planeaba en contra de quien le había censurado por su pecado, finalmente tuvo lugar. Haciendo uso de su manipulación y su poder, utilizó a su propia hija para sus propósitos malignos. En cuanto tuvo su oportunidad, no la dejó escapar y cumplió su voluntad de acabar con la vida del profeta más grande de la historia. Y no conforme, «llena de alegría, profirió insultos a la cercenada cabeza de Juan el Bautista». Herodías es parte del grupo de mujeres más perversas registradas en la historia bíblica.
Desde tiempos memoriales, la naturaleza pecaminosa del hombre se deja ver, al quitar de su camino, todo aquello que le estorba para sus planes perversos y egoístas. Recordamos la corta vida de Abel, de quien solo sabemos que hizo la voluntad de Dios y cuyo hermano Caín lo asesinó. Jezabel también mandó a matar a Nabot para poder quedarse con su viña. Quienes subían al trono mandaban a matar a sus hermanos y a cualquiera que representara una amenaza a la continuidad de su poder. El pueblo rebelde de Israel apedreó a los profetas, los encarcelaban y los mataban cuando estos les hacían ver sus malos caminos.
Cortar cabezas es una opción de quienes claramente no tienen en mente un servicio abnegado al Señor, sino que solo sirven para alimentar sus deseos egocéntricos. Si identifican a alguien del grupo que representa una amenaza a su ego, lo excluyen. Si una persona bien intencionada les hace ver que sus acciones no son las correctas, se alejan y comienzan a buscar el rasgo más mínimo de imperfección en aquella persona para devolverle la censura.
Hoy siguen existiendo Herodías, quienes mandan a cortar cabezas con el fin de que no se sepan sus oscuros secretos ocultos. Desde los puestos políticos, gubernamentales, las cortes reales y las organizaciones religiosas, siempre encontraremos personas como Herodías, discípulos del enemigo.
La buena noticia es que si permitimos que Dios habite en nuestro corazón, no habrá lugar para el orgullo, sino que aceptaremos con humildad cuando alguien nos haga ver nuestros errores. Seamos sabias al escuchar la reprensión y decidamos dar un servicio agradable ante el Señor que sea presentado con nuestras manos limpias y no manchadas, como las de Herodías.
Posdata: 😃 Feliz al tener manos limpias.