07/12/2025
...Y NO ES MENTIRA...‼️...❤️♻️🌎‼️
“No toques a las personas mayores de cincuenta. En serio.
No son solo otra generación: son una verdadera especie de supervivientes.
Duros como el pan del día, rápidos como las pantuflas de la abuela lanzadas con precisión de boomerang. A los cinco años ya “leían” el humor de su madre por el tintinear de la olla; a los siete tenían un llavero con instrucciones:
“Encontrarás la comida en la nevera: caliéntala, pero no la derrames.”
A los nueve cocinaban el borsch sin receta; a los diez sabían cerrar la llave del agua y huir del perro del vecino con un cubo en la cabeza.
Pasaban todo el día en la calle, sin móvil, con una ruta clara: barra de dominadas, río y vuelta a casa de noche, con las rodillas cubiertas de cicatrices: el mapa de sus pequeñas batallas.
Y sobrevivieron.
Sellaron los rasguños con saliva y hojas de llantén, y al doler, escuchaban: “Si no se ha quedado colgando, es que casi no duele.”
Comían pan con azúcar, bebían del aspersor del jardín —un microbioma que envidiaría cualquier yogur—, y no conocían las alergias. Y si las tenían, no decían nada.
Saben quince trucos para eliminar manchas de hierba, grasa, sangre o tinta, porque siempre tenían que regresar “presentables”.
Y eso no es todo. Han pasado por:
– radio a transistores,
– televisor en blanco y negro,
– tocadiscos y vinilos,
– magnetófonos de bobinas y cintas,
– CD y Discman,
y ahora llevan miles de canciones en el bolsillo… pero echan de menos el crujido de rebobinar casetes con un lápiz.
Con el carnet de conducir en mano, cruzaban el país en un viejo coche sin hoteles, aire acondicionado ni GPS. Solo un atlas de carreteras y un sándwich de huevo en la guantera. Llegaban siempre, sin Google Translate, con una sonrisa.
Son la última generación que vivió sin internet, sin batería de repuesto y sin la ansiedad de quedarte sin carga.
Recuerdan el teléfono fijo colgado de un cable en el pasillo, libros de recetas en cuadernos y no en apps, y cumpleaños que apuntaban… o solían olvidar.
Ellos:
– arreglan todo con cinta aislante, un clip o unos alicates,
– tenían un solo canal de TV y no se aburrían,
– “hojeaban” la guía telefónica, no un feed,
– creían que una llamada perdida significaba “estoy bien, te devuelvo la llamada.”
Son diferentes. Cuentan con un “asbesto emocional”, un sistema inmunológico forjado en la escasez y reflejos de ninja urbano.
No toques a un cincuentón: ha visto más, vivido más profundo y lleva en el bolsillo un caramelo de menta más viejo que tu hijo.
Sobrevivió a la infancia sin sillita de coche, sin casco y sin crema solar. La escuela, sin portátil. La juventud, sin scroll infinito.
No busca respuestas en Google: confía en su instinto.
Y tiene más recuerdos que tú fotos en la nube.