12/10/2025
Cuidé sola del bebé recién nacido mientras mi marido, el perezoso, se tumbaba en el sofá gritando que la cena aún no estaba lista; un día no aguanté más y decidí darle una lección 😢😱
No sé qué día de la semana es hoy. Quizás jueves. O sábado. Después de dar a luz, el tiempo dejó de existir; se convirtió en un ciclo interminable de llanto, agotamiento y críticas constantes.
Mi marido lleva tres horas sentado en el sofá. Una pierna sobre la otra, el teléfono en la mano, patatas fritas, el mando a distancia y una taza sucia sobre la mesa. Estoy meciendo al bebé.
Me tiemblan las manos. Me duele la cabeza. No recuerdo la última vez que comí como es debido.
Y sin embargo, él —mi marido— me dijo una vez:
"Si no me das un hijo, me voy. Necesito una familia, y es tu obligación".
Le creí. Tenía miedo de estar sola. Y ahora… estoy sola, solo con un bebé en brazos. No me ayuda en nada. Incluso darle el biberón es una tragedia.
Cuando no consigo preparar la cena a tiempo, me mira como si hubiera suspendido un examen:
"¿No puedes con el bebé y la comida a la vez? Todas las mujeres lo logran".
Todas las mujeres…
Esa noche, el bebé no durmió nada. Lloró, arqueó la espalda, como si le doliera. Caminé por la habitación durante una hora, dos, tres. Ya no sentía las piernas. En un momento, me di cuenta de que el mundo daba vueltas. Por un segundo, capté la mirada de mi marido: estaba viendo la tele, cambiando de canal, como si no existiéramos.
"Ya deberías haberlo calmado", dijo sin siquiera girar la cabeza.
Y eso fue todo para mí.
Sentí que me caía, pero no podía hacer nada. Me zumbaban los oídos. Vi al bebé resbalarse de mis brazos, pero logré apretarlo contra mi pecho. Lo último que oí fue a mi esposo gritar:
"¡Oye! ¿Qué haces? ¡No te atrevas a morir aquí!"
Me desperté en el hospital. Durante los primeros segundos, nada tenía sentido. Entonces vi a mi esposo de pie junto a mí, con el teléfono en la mano. Parecía molesto.
"¿Puedes volver a tus tareas ahora?", dijo sin siquiera saludarme. "Tengo hambre. Y tu hijo no para de gritar".
TU hijo. No "nuestro".
No me preguntó cómo me sentía. No me preguntó qué había pasado. Solo estaba esperando a que volviera a atenderlo.
Y fue entonces cuando se me acabó la paciencia, e hice algo de lo que no me arrepiento ni un instante. 😲😱 Continúa en el primer comentario 👇👇