
03/08/2025
Fe en el Derecho: Piero Calamandrei y la urgencia de una esperanza jurídica para Colombia
Por Jhonny Batalla Mena
I. Un manuscrito rescatado: la voz persistente de Calamandrei
El texto Fe en el Derecho es una obra inédita de Piero Calamandrei, redescubierta años después de su muerte por su hija, quien la encontró entre los papeles personales de su padre. Se trata de una conferencia pronunciada el 21 de enero de 1940, en Florencia, cuando Europa ya sentía las primeras ondas sísmicas de la Segunda Guerra Mundial. No es una pieza académica en sentido estricto, sino un manifiesto espiritual, un alegato vibrante en defensa de la racionalidad, la justicia y la responsabilidad de los juristas en tiempos de oscuridad política y confusión ética.
Ese rescate no es solo anecdótico. El hecho de que la conferencia fuera olvidada y luego reencontrada por su hija evoca el sentido mismo del texto: la fe en el Derecho puede parecer una voz extraviada, casi clandestina, pero resiste, sobrevive, reaparece, y exige ser escuchada cuando más se la necesita. Es una fe que no se impone desde la grandilocuencia doctrinal, sino que se ofrece como un acto de humildad intelectual y de compromiso moral. Y su hallazgo tardío es, también, un símbolo de lo que hoy debemos hacer: volver a buscar en los pliegues del pensamiento jurídico aquellas convicciones fundamentales que nos devuelvan el sentido de lo justo.
II. ¿Quién fue Piero Calamandrei?
Piero Calamandrei (1889–1956) fue uno de los más grandes juristas italianos del siglo XX. Profesor de Derecho Procesal Civil, político antifascista, miembro de la Asamblea Constituyente de 1946 y coautor de la Constitución Italiana, es también recordado por su pluma lúcida y su sensibilidad moral. Fue, como señala Guido Alpa, un jurista que desbordó el plano técnico para convertirse en un intelectual público, cuya fe en el Derecho era inseparable de su fe en la democracia, la dignidad humana y la función ética del abogado y del juez.
En un contexto en el que muchos intelectuales italianos guardaban silencio o colaboraban con el régimen de Mussolini, Calamandrei resistió. Lo hizo desde la academia, desde la literatura jurídica y desde la política. Nunca dejó de denunciar la instrumentalización autoritaria del Derecho. Y cuando se le preguntó si el Derecho podía sobrevivir a la barbarie, su respuesta no fue cínica ni evasiva: “sí, pero solo si tenemos fe en él”.
Esa fe no era ingenua. Era una fe cultivada, crítica, alimentada por el estudio, por el dolor histórico y por la convicción de que el Derecho no es un orden natural, sino una construcción moral que exige vigilancia permanente.
III. La fe en el Derecho como acto de resistencia racional
La conferencia Fe en el Derecho no se limita a consolar. Su mensaje no es apaciguador, sino interpelante. Calamandrei parte de una constelación de crisis: las guerras, la pérdida de sentido, la fatiga moral de los juristas, la duda sobre el valor de las normas frente a la violencia del poder. En medio de ese escenario sombrío, proclama una verdad incómoda: nunca como entonces había sido tan necesario volver a creer en el Derecho.
Pero ¿qué significa creer en el Derecho para Calamandrei? No se trata de un acto místico ni de una obediencia ciega. No es fe dogmática, sino fe racional, epistémica, ética y civil. Es fe en que el Derecho puede volver a ser una herramienta para ordenar el mundo con justicia; fe en que, a pesar del desencanto, los juristas tienen aún una tarea fundamental: sostener la legalidad cuando las instituciones titubean.
En palabras suyas:
“La abogacía es una profesión de comprensión, de dedicación, de caridad. En su corazón, el abogado debe poner aparte sus dolores para hacer entrar los dolores de los demás. […] La tragedia del imputado se ha trasfundido en él, lo consume, lo agita, lo lacera.”
Es una profesión que no puede anestesiarse ante la injusticia, que no puede reducirse a trámites o formalismos. En tiempos de inestabilidad y de tiranía —dice— no basta aplicar la ley; es necesario interpretarla a la luz de la moral y del dolor humano, aunque esto implique incomodidad o riesgo.
A su juicio, la fe en el Derecho solo es auténtica si es consciente de que el Derecho está perpetuamente en peligro. Y si lo está, es precisamente porque siempre puede ser desfigurado por quienes lo reducen a instrumento del poder, a ritual vacío o a mercado. Frente a ello, el jurista no debe limitarse a cumplir con sus deberes: debe defender el alma del Derecho con la pasión con que se defiende una promesa que se niega a romperse.
IV. Una asimetría inquietante: Calamandrei frente a la cultura jurídica colombiana
Ahora bien, ¿qué lugar tiene este mensaje en nuestra Colombia actual? ¿Tiene sentido hablar hoy de “fe en el Derecho” cuando buena parte de la ciudadanía percibe que la justicia es lenta, lejana, corrupta o simplemente indiferente? ¿No es esta fe un privilegio de académicos que no pisan estrados ni visitan cárceles?
Estas preguntas son legítimas. Pero la enseñanza de Calamandrei no consiste en negar el desencanto, sino en reaccionar frente a él con responsabilidad intelectual y con coraje moral. Por eso la distancia entre su cultura jurídica y la nuestra es asimétrica. Mientras Calamandrei escribía desde la esperanza activa que nace del dolor histórico, muchos juristas colombianos han sido absorbidos por la apatía, el cinismo o el conformismo tecnocrático. La fe ha sido sustituida por la simulación.
En Colombia —una nación con profundas heridas sociales y una institucionalidad marcada por la captura, el clientelismo y la desconfianza— hablar de fe en el Derecho parece un gesto radical. Y lo es. Porque aquí la legalidad ha sido muchas veces utilizada para legitimar la desigualdad, para encubrir la impunidad o para castigar sin justificación. Porque aquí las cortes pueden condenar sin pruebas y también absolver sin justicia. Porque la formalidad procesal muchas veces ha sofocado la búsqueda de verdad material.
Y sin embargo, ¿no es precisamente por eso que debemos volver a esa fe lúcida, racional, exigente que proclamaba Calamandrei?
No se trata de idealizar al Derecho. Se trata de recuperarlo como una promesa incompleta pero necesaria. En un país donde la norma puede ser letra mu**ta o arma de poder, tener fe en el Derecho es, también, un acto de insumisión ética.
V. Epílogo: creer es resistir
Piero Calamandrei no nos pidió creer por costumbre ni por tradición. Nos pidió creer porque el mundo no puede organizarse en torno a la arbitrariedad sin destruir la dignidad humana. Y creyó, aun cuando vio a muchos colegas callar frente a la injusticia, incluso cuando la barbarie estaba a las puertas.
Hoy, en Colombia, necesitamos esa fe no como consigna, sino como punto de partida. Fe no en el Derecho como está, sino en el Derecho como debe ser. Fe como exigencia. Fe como tarea. Fe como acto intelectual y político frente al desencanto.
En momentos en que la justicia parece tambalearse entre la burocracia y el espectáculo, volver a leer a Calamandrei es volver a creer que aún podemos darle al Derecho su sentido más noble: servir al ser humano en su fragilidad, no al poder en su arrogancia.
Y como diría él, con una claridad que no envejece:
“El Derecho vive por quien cree en él. Porque creer es, en el fondo, un acto de amor por la justicia.”