01/10/2025
REFLEXIÓN
«Claves para salir del enojo»
Efesios 4: 26
No permitan que la ira los haga cometer pecados; que la noche no los sorprenda enojados.
La ira o el enojo son producto de situaciones que voluntarias o involuntariamente nos irritan y nos hacen reaccionar fuera de lo normal.
El problema subyace cuando nos toca tratar con este tipo de personas, que a nuestra percepción son personas difíciles.
Todos en algún momento nos vamos a sentir airados por una situación. Moisés, por ejemplo cuando vio que el pueblo estaba haciendo lo incorrecto, se molestó.
Lo vemos en Éxodo 32: 19
Moisés se enojó mucho cuando llegó al campamento y vio al becerro de oro y al pueblo bailando. Entonces arrojó las tablas contra el suelo, las cuales se hicieron pedazos al pie del monte.
Enojarnos no puede ser un pecado, puede ser una reacción natural de nuestra alma frente a una situación que nos irrita.
El problema es cuando este enojo se hace partícipe de nuestra vida diaria y no dejamos de amargarnos por tonterías.
El problema es cuando nuestra alma amargada, llena de enojo, nos lleva a actuar como Caín.
Por ello es necesario aprender a controlar el enojo; por lo general la persona que no sabe cómo hacerlo, es una persona que lucha constantemente con sus emociones y que seguramente viene de un hogar donde los pleitos y los conflictos eran parte de su día a día.
Ahora bien, toda persona que ha decidido seguir a Jesús pero sigue actuando desde la rabia, debería pensar en lo que el Señor ha hecho en su vida y reconocer si en verdad se ha dejado tratar por Dios, o ha decidido caminar siempre en amargura de su corazón.
El enojo nos lleva siempre a estallidos, rabia e insultos sin sentido.
La amargura nos lleva al resentimiento, y la hostilidad, donde algunos tienen una necesidad de siempre vengarse.
Pero lo más grave de todo y lo que muchas personas en enojo no entienden es que la ira causa una turbulencia interna, que es capaz de hacernos perder la tranquilidad y el bienestar interior, dando así lugar al diablo y pensar que aún así Dios permanece en ellos.
Ahora bien, si eres la persona que vive siempre en enojo, me gustaría darte unos consejos que te ayudarán.
No veas todo como una ofensa personal
Hace tiempo trataba con una persona que todo lo que uno decía, para ella era una ofensa.
Siempre tenía un prejuicio y cada gesto o cada palabra la irritaba.
Son esas personas incluso que se pueden molestar mucho porque no respondiste un mensaje de WhatsApp sacando conclusiones en su cabeza, que están muy lejos de la realidad.
Si todo te lo tomas personal nunca podrás ser libre, vivirás siempre en un conflicto interno donde difícilmente podrás salir.
Ora para que el SEÑOR trate tu corazón
Hay personas que se resisten a vivir siempre en enojo y aunque saben que están mal, no hacen nada para cambiarlo.
Lo que más incómoda de este tipo de personas es que incendian cualquier bosque con sus actitudes, pero pocas están dispuestas a reconocer o cambiar el daño que han hecho.
No puedes decir que lo que hiciste lo hiciste en un momento de rabia y ya, debes reconocer que el enojo es pecado y debes dejar que Dios trate tu corazón.
Si estás comenzando en tu caminar con el padre debes pedirle que transforme todo tu ser; pero si al contrario tienes años buscando de su presencia, pero aun batallas con esto, entonces debes sincerarte y ver que estás viviendo una vida pecaminosa, llevada por la ira descontrolada.
Rompe con tu vieja naturaleza
“Yo sí así”, es una frase tan equívoca que repetimos comúnmente. No eres como dices que eres, eres lo que Dios ha dicho que eres, y no creo que nuestro señor haya hecho una criatura iracunda con la que no se pueda ni hablar.
Efesios 4: 22
Se les enseñó a dejar atrás la forma de vida que llevaban antes. Ese viejo ser va de mal en peor por los deseos engañosos. (Palabra de Dios para todos)
Todos debemos dejar a un lado esa vieja naturaleza para comportarnos como una nueva criatura en Cristo, lo que quiere decir que el enojo, la amargura y la rabia descontrolada no puede ser parte de nuestro propio ser.
Ríndete al Señor
Gálatas 5: 16
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
No hay nada más difícil que vivir con una persona iracunda o amargada, porque no sabemos cuándo va a estallar, o difícilmente podemos tratarte porque siempre está amargado.
Lo peor de todo es que este tipo de personas no saben el daño mismo que se hacen, pues siempre crearán una atmósfera de rechazo en los demás.
Si estás viviendo algo similar debes rendirte al Señor, es el único que puede librarte y el único que puede llevarte a vivir de una mejor manera.
Si no te rindes al Señor y no cambias esa mala manera de vivir, siempre serás la persona con la que nadie quiere compartir.
No te excuses en tu pasado, o en lo que te hicieron, debes vivir en paz y buscar que Dios libre tu alma.
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