16/06/2025
GUADÁ: SAN ANTONIO Y EL RISCO DEL AGUA.
Vista de Guadá desde el mirador de César Manrique. En primer plano se observa la ermita de San Antonio, donde mañana (13 de junio) se celebran las fiestas.
La construcción de la ermita de San Antonio es una consecuencia de la promesa hecha por los vecinos de Guadá, en un terreno cedido por María Barroso, en el mismo lugar en donde habían tenido lugar las Juntas, durante la dura lucha de los pequeños propietarios del valle alto por mantener los usos y costumbres tradicionales del agua del Risco de Guadá. En aquella montaña alta y de tosca viva estuvieron trabajando de forma voluntaria, picando por turnos y cavando un sajón para construir la ermita. La madera vendría del monte, bajada a escondidas por el camino de la Tranquilla.
Para comprar los santos salieron los vecinos a pedir por toda la Isla...
En el año 1951 se termina la ermita... En principio, la plaza era de tierra «la polvasera daba miedo», así que recaudando dinero sobre todo con el que mandaron los emigrantes que estaban en Venezuela, se pudo poner un trocito de plaza de cemento frente a la ermita, con un poyo por fuera. Y se pudieron comprar las campanas.
En 1952 se celebra por fin la primera fiesta en honor a San Antonio de Padua; cantaron los tambores: «San Antonio sin espada / ganó la guerra pasada». Y así hasta hoy, cada 13 de junio los vecinos de Guadá celebran su fiesta, renovando la promesa realizada aquellos lejanos días.
El templo de San Antonio de Padua, dominando el valle alto de Valle Gran Rey, aun siendo una construcción reciente, está cargada de simbolismo. Su origen y significación histórica la convierten en un elemento vertebrador del barrio. Una parroquia humilde y modesta, pero enraizada en la tierra y en el agua del Risco de Guadá.
(Foto y texto: L. Jerez, M. Á. Hernández y J. Montesino. En: "VGR La Guerra del Agua")