10/10/2025
El recuerdo de Jeremías representando la comunión como un juego no es solo un recuerdo, es una pequeña revelación.
Para muchos, la comunión es un ritual solemne y a veces distante. Pero para Jeremías, no era una obligación o un misterio incomprensible; era, simplemente, alegría y conexión. Su juego despojaba al acto de formalidades y lo convertía en lo que esencialmente es: un compartir, un momento de profunda unión y amor. Él no estaba jugando a la religión, sino jugando con la esencia de la comunión:
* El Reparto: La generosidad del dar y el placer del recibir.
* La Presencia: La ilusión de que algo especial y sagrado está sucediendo justo allí, entre ustedes.
* La Memoria: La creación de un instante que, sin saberlo, se convertiría en un tesoro imborrable.
Esos momentos, que ahora viven en vuestra memoria, son más que simples anécdotas; son el legado de su espíritu vibrante. En la seriedad de lo que vino después, el recuerdo de ese "juego sagrado" es un ancla: les recuerda que la vida, incluso con sus desafíos, tiene un fundamento de inocencia, imaginación y amor compartido.
Cada vez que recuerden a Jeremías "dando la comunión", estarán participando de nuevo en su juego, manteniendo viva la hermosa sencillez con la que él veía el mundo y, sobre todo, el inmenso cariño que los unía en cada uno de esos actos