12/09/2025
Los espantos de San Cristóbal: El Cadejo
Dentro de las historias de miedo que los coletos cuentan, podemos mencionar la del famoso "Cadejo", que según la leyenda, representa al cancerbero del diablo y que muchos aseguran haberlo visto rondar por las noches en los callejones más oscuros de esta ciudad.
Dentro de estas historias nos encontramos con la de nuestro amigo Julio Ozuna, vecino del barrio de la Merced:
Según don Julio en una ocasión mientras regresaba caminando de una fiesta desde el barrio de San Diego, a eso de las dos de la mañana, decidió recortar camino hacia su casa pasando por el barrio de Santa Lucia, específicamente donde hoy se encuentra un conocido bar familiar y donde se encontraba el famoso “cubito”.
Pues bien, mientras iba caminando se dio cuenta que del lado del antiguo balneario se encontraba un perro muy grande, como un pastor alemán, de hecho demasiado grande para ser algo “normal”, además que tenia el pelo muy largo y sucio, pero lo que mas le llamo la atención fueron los ojos de este espectral ser, ya que eran rojos y parecía que alumbraban como carbón encendido, en ese momento sintió que un escalofrío recorrió su piel, en su mente le vino las historias que sus abuelos le contaban, que a los trasnochadores se les aparecía el cadejo.
Con eso en la mente y este ser observando su caminar, se paso del otro lado de la calle, este animal no dejaba de observarlo, sintió la tentación de correr, pero no lo hizo ya que también sus abuelos le habían dicho que si corría, este animal pasaría a atropellarlo y así es como se ganaría su alma, que lo mejor era caminar con pasos muy cortos mientras hacia una oración para que el cadejo no se le abalanzara.
Era más fácil decirlo que hacerlo pensó en ese momento, pero siguió los consejos, y al pasar frente a este ser sintió morirse, era demasiado grande y le gruñía sin quitarle la vista, don Julio en su mente trato de articular alguna oración para calmar su miedo, no se le venia nada, así que paso muy lentamente hasta dejarlo poco a poco atrás.
De vez en cuando volteaba a ver si venia detrás de él para correr, pero no lo hizo, el animal se quedó inmóvil debajo de los grandes árboles del cubito, hasta que en una de tantas veces que volteaba, había desaparecido.
Al llegar a casa contó lo sucedido a sus padres, tremendo regaño que se llevó por haber salido tan tarde, y mas caminando por las oscuras calles de la ciudad. Desde esa ocasión dejo de salir sólo a muy altas horas de la noche, ya que si bien tuvo suerte de que no se lo “ganaran” era muy probable que se lo volviera a encontrar o quizás a otro de los muchos espantos que rondan por la ciudad.
Fué así que Don Julio había visto al mismísimo cadejo, este ser que se les aparece a los que caminan solos por las oscuras calles de San Cristóbal a altas horas de la noche y que según cuentan los abuelos, les gana el alma con solos pasarlos a “traer” cuando por el miedo empiezan a correr.