30/10/2025
Hace unos días reflexionaba en voz alta y decidí compartirlo.
También consulte a la IA, sobre este dilema de Ser Y Hacer, dejando el Tener para otro momento.
Y les comparto algo interesante:
El dilema de ser y hacer explora la tensión entre nuestra esencia y nuestras acciones: ¿somos por lo que somos o por lo que hacemos?
Este dilema filosófico ha sido abordado por pensadores como Heidegger, Sartre, Jaspers y Bergson, y plantea preguntas profundas sobre la identidad, la libertad y el propósito humano. Aquí te comparto una reflexión clara y provocadora:
¿Qué significa “ser”?
- Ser se refiere a la esencia, lo que somos en lo más profundo, independientemente de nuestras acciones.
- En filosofía, se asocia con lo permanente, lo que “es” sin necesidad de manifestarse.
- Heidegger lo vincula con el “Dasein”, el ser que se pregunta por su propia existencia.
¿Qué significa “hacer”?
- Hacer implica acción, transformación, creación. Es el modo en que nos relacionamos con el mundo.
- Sartre afirma que el ser humano no tiene una esencia fija, sino que se define por sus actos: “el hombre está condenado a ser libre”.
- En este enfoque, hacer es lo que nos construye: somos lo que elegimos hacer.
El dilema: ¿Qué pesa más?
-Si ser es lo que somos sin hacer nada, ¿cómo se manifiesta? ¿Tiene sentido sin acción?
- Si hacer es lo que nos define, ¿dónde queda nuestra esencia? ¿Somos solo nuestras decisiones?
- Este dilema se intensifica en contextos como el trabajo, la espiritualidad o el arte, donde la autenticidad (ser) y la productividad (hacer) a veces chocan.
Una síntesis posible
Algunos filósofos contemporáneos proponen que ser y hacer no están en conflicto, sino que se complementan. El ser se revela en el hacer, y el hacer da forma al ser. En palabras de Maurice Merleau-Ponty: “El cuerpo no es una cosa, sino una situación: es nuestra manera de estar en el mundo”.
Cuando caminamos sin detenernos, nos definimos por lo que hacemos: metas, logros, rutinas. Pero al pausar, nos enfrentamos al silencio, al vacío… y ahí aparece el ser. Es incómodo, pero revelador.
La pausa nos desnuda del hacer: sin roles, sin tareas, sin productividad.