21/06/2025
UNIÓN
EL BANQUETE DE LOS REGIDORES MIENTRAS EL PUEBLO O***A EN BALDES
En el distrito donde los comerciantes del mercado tienen que orinar en baldes porque “no hay dinero ni para arreglar los baños”, los regidores de la Municipalidad Distrital de La Unión sí han encontrado recursos... pero no para el pueblo.
Esta vez, para llenarse los bolsillos con un generoso aumento de dieta. En silencio, sin vergüenza y sin transparencia.
Sin informar a la prensa ni a la ciudadanía, los regidores aprobaron un incremento de más del 135% en sus ingresos mensuales. Gracias a la controvertida Ley 32269, impulsada por un Congreso desconectado del pueblo, pasaron de percibir S/ 1,170 a S/ 2,750, el equivalente al 30% del sueldo del alcalde provisional, Ruperto Fernández Sernaqué, quien afirma no tener ni un sol para mejorar los servicios básicos del distrito.
Los autores del acuerdo: Katya Margot Flores, Percy Inga, Miguel Sánchez Silva, Yulissa Juárez Yovera, Cinthia Vilchez Ramos, Melanio Albines y una regidora adicional, votaron por unanimidad este reajuste.
El acuerdo, como era de esperarse, no ha sido publicado en el portal de Transparencia. Una práctica común en esta gestión, donde la transparencia es solo un decorado para videos en TikTok o publicaciones en Facebook.
Fiscalización a medida... y con fondos propios
No contentos con el aumento, los regidores también gestionaron S/ 120 mil adicionales para “labores de fiscalización”. Un presupuesto inédito, inexistente en concejos anteriores.
¿El objetivo? No es fiscalizar obras de la propia municipalidad —como esperaría la población—, sino revisar una consultoría técnica del proyecto de agua y alcantarillado, cuya ejecución no le compete al municipio, sino al Programa Nacional de Saneamiento Urbano.
Mientras tanto, la gestión edil permanece inmóvil ante denuncias ciudadanas, la llegada de proveedores huancabambinos y empresas creadas sospechosamente para facturarle a la municipalidad. Todo bajo la mirada cómplice o indiferente de los regidores, que han dejado de lado su deber fiscalizador para convertirse en cómplices silenciosos de lo que ocurre puertas adentro.
El doble discurso de siempre
"La municipalidad no tiene recursos" repite el alcalde. Pero sí hay para aumentar dietas. No hay dinero para baños dignos en el mercado, pero sí hay para engordar beneficios.
No hay voluntad para fiscalizar al poder local, pero sí para intervenir procesos que ni siquiera le competen al municipio.
La Unión, históricamente golpeada por la indiferencia del Estado, ve cómo sus propios representantes locales repiten el patrón : servirse primero, servir después.
Fuente: Radio Gua