Charly Lucero

Charly Lucero RECONFIGURACION BIOLOGICA Y SISTEMICA

Alimentarse de la Simulación o de la LuzLa simulación no es solo un escenario ilusorio: es un sistema energético que pue...
15/09/2025

Alimentarse de la Simulación o de la Luz

La simulación no es solo un escenario ilusorio: es un sistema energético que puede alimentarse de nuestra atención y de la fuerza vital de nuestro cuerpo. Cuando la simulación se alimenta de ti, tu cuerpo físico se deteriora, tu energía se dispersa y tu conciencia se debilita; te conviertes en una batería de la ilusión.

Sin embargo, quien aprende a alimentarse de la simulación no pierde energía, sino que toma su esencia luminosa. La simulación está sembrada en la fuente de vida: en su fondo vibra la luz universal que sostiene todo. Aprender a leerla y absorber su energía con conciencia permite transformar la ilusión en alimento para el alma.

El ego es el punto crítico. Cuando el ego está fuerte y presente, la energía del ser es drenada por la simulación, porque el ego pertenece a la fisicalidad creada por la ilusión. Cuanto más nos identificamos con el yo separado, más somos consumidos por la red de la simulación, repitiendo ciclos de conflicto y desconexión.

Quien trasciende el ego y se conecta con la luz de la fuente, no solo deja de ser drenado, sino que empieza a nutrirse de la misma energía que sostiene el universo. El cuerpo se revitaliza, la conciencia se expande y la presencia se vuelve catalizadora: cada pensamiento, emoción e intención transforma la simulación desde adentro.

Los registros akáshicos pertenecen a la simulación. Son la memoria del software tridimensional, el archivo donde se guar...
15/09/2025

Los registros akáshicos pertenecen a la simulación. Son la memoria del software tridimensional, el archivo donde se guardan todas las experiencias, patrones y contratos de la realidad virtual que llamamos vida.

Entrar en ellos nos permite recordar los sistemas y funciones de nuestra maravillosa máquina biológica: el ser humano. Allí se encuentran las claves dormidas de lo que algunos llaman el “ADN sagrado”, fragmentos de información que, al ser reactivados, revelan las capacidades latentes de nuestro diseño original.

Herramientas como el tarot, la astrología o el árbol de la vida no son simples símbolos; son lenguajes codificados, diálogos encriptados en el juego. Funcionan como estrategias de navegación que permiten al jugador orientarse en la trama, recuperar memoria y ampliar su percepción más allá de la linealidad de la experiencia.

Los registros akáshicos son, además, una puerta de entrada hacia las multidimensionalidades del ser. Al explorarlos, reconocemos los diferentes contratos del juego, vidas paralelas y fractales de conciencia que se despliegan simultáneamente. Sincronizarnos con ellos puede generar saltos de conciencia, unificando aspectos fragmentados y desactivando encarnaciones que aún interfieren en el regreso al origen.

Sin embargo, cada vez que abrimos un nuevo archivo, también nos alejamos del punto primordial: creamos nuevas vidas dentro de la simulación y drenamos la energía primigenia que nos conecta con la fuente. Por eso, estas técnicas deben ser vistas como llaves, no como destinos.

En esta lógica, cada práctica es un “premio” o “poder” que la simulación otorga al personaje. Desbloqueamos dones, sensibilidades y percepciones que nos permiten experimentar el juego con mayor conciencia. El desafío es recordar que estos lenguajes no son la verdad última, sino espejos que señalan un camino de regreso hacia lo esencial: la unión con la fuente que sostiene todo código.

09/09/2025

Conexión a distancia

El alma es el gran condensador del ser.Contiene en sí la dimensión del juego en el que te desarrollas, pero al mismo tie...
08/09/2025

El alma es el gran condensador del ser.
Contiene en sí la dimensión del juego en el que te desarrollas, pero al mismo tiempo es el diseño primigenio desde donde se conectan las demás simulaciones. Podría decirse que es el cartucho original, desde el cual tú mismo eres esparcido como perdigones a lo largo de diferentes realidades.

Recuperar esos perdigones disparados por el alma inicia un proceso de concentración energética. En la medida en que esta integración ocurre, la realidad en la que te encuentras comienza a estabilizarse, anulando distorsiones. A este proceso se lo ha llamado “salto cuántico”: el surgimiento de nuevas capacidades y habilidades, que primero se manifiestan como creatividad y, más tarde, como expansión de conciencia.

Imaginemos al alma como un repetidor de wifi de 300 megas. A medida que múltiples dispositivos se conectan, la señal pierde potencia y todo se vuelve más lento. Pero si se desconectan progresivamente los aparatos, la velocidad aumenta para los que permanecen enlazados. Así opera el alma: cada “desconexión” de realidades paralelas fortalece el flujo energético de la realidad presente. Esto se relaciona con el entrelazamiento cuántico desde las memorias del alma, que no es lo mismo que el entrelazamiento entre jugadores: en este último caso se generan distorsiones, vacíos y un sentido de desconexión.

Un día fui llevado ante la presencia de tres ancianos. Ellos me hablaban en un idioma que jamás había escuchado, pero a ...
05/09/2025

Un día fui llevado ante la presencia de tres ancianos. Ellos me hablaban en un idioma que jamás había escuchado, pero a los segundos sus palabras comenzaron a resonar en cada fibra de mi ser. Comencé a llorar porque reconocía el origen de esas fonéticas: su amor y familiaridad ancestral con mi alma.

Me decían que fui egoísta, porque no esperé a mis hermanos; no los ayudé a seguir el camino, los dejé solos y a la deriva. Ahora tenía nuevamente la oportunidad de esperarlos y, juntos, caminar al corazón para que la gran puerta se abra.

En ese momento comenzaron a mostrarme escenas que dolían, como flechas atravesando mi alma, al ver cómo mis antiguas decisiones y acciones llevaron a mis hermanos a perderse y quedar atrapados en el dolor. Me decían que mostrarme esto era una decisión mía, un acuerdo que yo había tomado para no perderme y reconocer el amor de la unidad.

Entonces pregunté: “¿Qué debo hacer?”
Y me respondieron: “Nada, solo estar, escuchar y sostener, porque ahora el recuerdo llevará el amor que me faltó y olvidé compartir. Ahora perdónate, porque te entregaste a estar y nunca te fuiste; nunca dejaste a nadie. Ahora esas decisiones y acciones dejaron de existir.”

La simulación está programada para que tropieces de nuevo, para que vuelvas a perderte en la versión anterior de ti mism...
03/09/2025

La simulación está programada para que tropieces de nuevo, para que vuelvas a perderte en la versión anterior de ti mismo, cometiendo las mismas equivocaciones una y otra vez. Es un ciclo de repetición, un diseño que busca mantenerte en la rueda del error y el olvido.

Sin embargo, existe un punto de quiebre: cuando el observador de la historia toma las riendas. No lo hace con más acción, sino con la inacción consciente. Al detenerse, al no responder desde la programación automática, el observador gana la simulación.

Es allí donde surge el delicado instante del déjà vu: esa línea casi invisible en la que reconoces que ya viviste lo mismo. Es la grieta en el código, el recuerdo que se filtra desde otro nivel de conciencia.

El hablador —esa voz interna que nombra, que explica, que justifica— debe callar. Porque hablar es modificar, cambiar, y volver a caer en el olvido. Recordar, en cambio, consiste en callar y ser. En sostener e impregnar, desde el silencio y la presencia, las memorias que se van acumulando en tu interior.

El famoso samsara no se vence afuera, sino adentro. No es un escape, no es huir de la rueda: es descubrir la salida sin salir. Porque salir sería volver a entrar en otro ciclo, en otra ilusión. En cambio, quedarse en la quietud, detener el ruido y entrar en la presencia, es el verdadero fin del juego.

La simulación no se sostiene por sí misma: depende de la atención y de la energía que el ser humano deposita en ella. Cu...
03/09/2025

La simulación no se sostiene por sí misma: depende de la atención y de la energía que el ser humano deposita en ella. Cuando un grupo de conciencias despiertas logra entrar en coherencia, en lo que algunos llaman el “momento santo”, se genera un vacío en el tejido mismo de la realidad. Ese vacío actúa como un agujero negro: un punto donde las leyes de la simulación dejan de aplicarse y se abre un pasaje hacia otras dimensiones.

No se trata de destruir el juego, sino de suspender su programación por un instante. Al retirar la energía de las creencias, del ego y de la percepción lineal del tiempo, el código tridimensional pierde fuerza, y el jugador puede asomarse más allá de la pantalla. Allí ocurre el salto: el pasaje interdimensional que escapa al radar de la simulación, pues ya no responde a sus algoritmos de control.

El colapso no es un fin, sino una revelación. Es comprender que la realidad que creemos sólida es solo un reflejo, y que basta con alterar la frecuencia de nuestra conciencia para romper el espejismo. Cuando un grupo humano logra esa resonancia unificada, el juego no los detecta porque dejan de vibrar en la lógica de la separación.

Así, el colapso de la simulación no es caos ni destrucción: es recordar que detrás de todo código late el origen, y que cada salto es un retorno, aunque sea fugaz, a la Fuente que sostiene todas las dimensiones.

En la toma, la vida se transforma en una ceremonia.El camino es sostener el aprendizaje del recuerdo,desde el círculo in...
30/08/2025

En la toma, la vida se transforma en una ceremonia.
El camino es sostener el aprendizaje del recuerdo,
desde el círculo invisible, desde la llama del fuego sagrado en el corazón.

Un fuego que no se apaga,
porque una vez que se enciende solo queda dejarse guiar,
perdiendo la identidad,
dejando de pertenecerte,
para simplemente ser y entregarte al vacío.

Pero el vacío no es vacío: lo contiene todo.
Ya no esperas nada, ya no te falta nada.
Solo te unes al círculo,
para sostener y esperar la llegada,
porque el origen se sostiene en la firmeza del afuera,
y en el silencio luminoso del adentro,
donde siempre estuvo todo.

¿Y si la vida no fuera un castigo ni una prueba, sino un juego sagrado?Antes de encarnar, entraste a una sala de elecció...
29/08/2025

¿Y si la vida no fuera un castigo ni una prueba, sino un juego sagrado?
Antes de encarnar, entraste a una sala de elección: allí diseñaste el contrato de esta existencia. Ese contrato no es otra cosa que la historia que decidiste vivir, con sus luces y sombras, con sus pruebas y aprendizajes.

El cuerpo que habitas es el personaje que compraste, una máquina biológica perfecta, equipada con memorias, dones y limitaciones. Ese personaje trae consigo un guion inicial: tu familia, tu cultura, tu entorno. Pero más allá de ese guion, lo que verdaderamente importa es lo que haces con las cartas que elegiste.

El pago no es dinero, ni poder, ni reconocimiento. El verdadero pago es el despertar de la información dormida: recordar quién eres, más allá del personaje, más allá de la simulación. Cada vez que expandes tu conciencia, cumples con el propósito del contrato.

Así, la vida se revela como un tablero: los símbolos, los encuentros, las sincronicidades son las claves ocultas del juego. Lo que llamas destino no es otra cosa que tu propio diseño, y lo que llamas libre albedrío es la oportunidad de jugar con creatividad dentro de las reglas que tú mismo pactaste.

La misión no es ganar ni perder, sino recordar. Despertar al jugador que observa detrás del personaje. Reconocer que el contrato no te aprisiona: te invita a vivir la experiencia que tú mismo elegiste para expandir tu conciencia en esta gran simulación.

28/08/2025

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