Rogelio Martinez

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Rogelio Martinez Movimiento antorchista

15/07/2025

|| La desigualdad, un sistema de privilegios estructurale

José Emilio Soto

México es un país de profundos contrastes, donde la riqueza excesiva convive con la pobreza más extrema. Según el informe de Oxfam “El Monopolio de la Desigualdad”, esta desigualdad no es casual, sino el resultado de un sistema económico y político que favorece la concentración de riqueza en unas cuantas manos.

Los datos son alarmantes: la fortuna combinada de Carlos Slim y Germán Larrea equivale al 70 % de la riqueza privada del país, una cantidad comparable a la de 334 millones de latinoamericanos en situación de pobreza. Esta brecha no ha hecho más que ampliarse, incluso durante la pandemia, cuando gran parte de la población enfrentó graves pérdidas económicas.

Uno de los mitos más arraigados en México es la idea de que los grandes empresarios construyeron sus fortunas únicamente con esfuerzo y talento. Sin embargo, la realidad es distinta: once de los catorce hombres más ricos del país amasaron su riqueza gracias a concesiones, privatizaciones y favores del Estado.

Carlos Slim, el hombre más acaudalado de México, no creó las telecomunicaciones, sino que adquirió Telmex en una polémica privatización durante el gobierno de Salinas de Gortari. Hoy, su fortuna equivale a la de 64 millones de mexicanos pobres.

Germán Larrea, el segundo más rico, heredó el control de Ferrocarriles Mexicanos tras su privatización y domina la minería mediante concesiones gubernamentales.

Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca, se benefició de la venta de bienes públicos a precios irrisorios.

Estos casos evidencian que, en México, la riqueza extrema no se genera en un mercado competitivo, sino a través de acuerdos con el poder político.

Las privatizaciones de los 80 y los 90 no modernizaron la economía; simplemente convirtieron monopolios públicos en privados, consolidando una oligarquía que controla sectores estratégicos.

El informe de Oxfam destaca el caso de la minería, un sector que refleja las contradicciones del modelo económico mexicano. A pesar de que México es uno de los mayores productores de plata y oro del mundo, las regiones mineras siguen sumidas en la pobreza. Germán Larrea (Grupo México) y Alejandro Bailleres (Peñoles) controlan el 80 % de la industria, gracias a concesiones estatales ventajosas.

Las comunidades afectadas sufren consecuencias graves: contaminación, desplazamientos forzados y violencia. Sin embargo, las ganancias no se quedan en esas zonas. Peor aún, estas empresas pagan pocos impuestos. Según Oxfam, el sector minero contribuye con sólo el 17,9 % en impuestos, y en algunos casos incluso recibe devoluciones fiscales. Mientras un trabajador paga hasta el 35 % de ISR, estas corporaciones eluden impuestos mediante paraísos fiscales.

Este esquema no es exclusivo de la minería. Sectores como telecomunicaciones, medios y banca operan bajo la misma lógica: ganancias privatizadas, costos socializados.

La crisis del covid-19 dejó en evidencia que las crisis no afectan a todos por igual. Mientras millones perdían empleos y vidas, los más ricos aumentaban sus fortunas:

En total, los catorce mexicanos más ricos casi duplicaron su patrimonio durante la pandemia. No fue por mayor productividad, sino porque el sistema está diseñado para beneficiarlos, incluso en tiempos de crisis.

Mientras tanto, el poder adquisitivo de los trabajadores se desplomó. Entre 2021 y 2022, el 60 % del aumento de precios se tradujo en ganancias corporativas, no en mejores salarios. Las grandes empresas trasladaron los costos de la inflación a los consumidores, mientras sus utilidades batían récords.

Pero ¿por qué persiste la desigualdad? De acuerdo con Oxfam existen tres factores principales: primero, un sistema tributario regresivo, es decir, las grandes fortunas y empresas pagan menos impuestos que un trabajador promedio; segundo, los monopolios y falta de competencia real, por ejemplo, los sectores clave están dominados por pocas empresas que fijan precios y bloquean la competencia; y, por último, la cooptación del Estado por parte de los grupos económicos que influyen en políticas públicas para proteger sus intereses.

Aunque ha habido avances, como el aumento del salario mínimo y programas sociales que redujeron la pobreza del 41,9 % al 36,3 %, estas medidas no son suficientes. El problema es estructural: las reglas siguen favoreciendo a una minoría.

Romper este ciclo requiere cambios profundos, como reformar el sistema fiscal para que los más ricos paguen lo justo; combatir los monopolios y fomentar la competencia económica; y garantizar que el Estado priorice el bien común sobre los intereses privados.

México no es un país pobre, pero sí profundamente desigual. La riqueza existe, pero está mal distribuida y, mientras el sistema proteja los privilegios de unos pocos, la brecha seguirá creciendo.

Oxfam no sólo denuncia un problema, sino que llama a la acción. La desigualdad extrema no es inevitable: es resultado de decisiones políticas y puede revertirse. Construir un México más justo no es sólo una obligación, sino la única forma de asegurar estabilidad y paz social en el futuro. La riqueza de unos pocos no puede seguir costándole todo a millones.


https://x.com/jemiliosoto/status/1945134812882153645?s=48

https://www.movimientoantorchista.org.mx/la-desigualdad-un-sistema-de-privilegios-estructurales

14/07/2025
14/07/2025

DIVULGAR LA CULTURA ES DEFENDER LA PATRIA

-Homero Aguirre Enríquez

Decenas de escuelas, desde ludotecas hasta universidades, donde estudian miles de niños y jóvenes y tienen presencia militantes y amigos del Movimiento Antorchista dedicados a la trascendente y noble tarea magisterial, han acordado realizar sus ceremonias de graduación bajo el lema de “Divulgar la cultura es defender la patria”, que sintetiza un llamado profundo y urgente a que millones de mexicanos reflexionemos y actuemos para evitar que borren o atropellen nuestra cultura y nos incapaciten para defender a nuestra patria de las múltiples amenazas de dominio, saqueo, invasiones, violencias, envilecimiento espiritual y físico de todo tipo que la acechan al igual que a otros pueblos de la Tierra.

Hay muchos elementos para demostrar que existe una seria amenaza y planes de afianzamiento y reconquista económica, espiritual y militar provenientes de quienes han dominado el mundo desde la Segunda Guerra Mundial, en punta de Estados Unidos, contra todos los países que no se le sometan o se resistan incluso tibiamente al plan de convertirlos en suministradores de materias primas, territorios abiertos incondicionalmente a inversiones leoninas, en receptores incondicionales de mercancías norteamericanas o de sus socios y, llegado el caso, en plataformas para instalación de bases militares permanentes o temporales en alguna operación militar en turno.

Está en marcha un relanzamiento de la producción de armas a gran escala en Estados Unidos y en varios de los países agrupados en el paraguas bélico de la OTAN, lo que incluye fabricación de aviones de combate, drones artillados, tanques de última generación, submarinos nucleares, municiones de todo tipo, armas hipersónicas (que superan varias veces la velocidad del sonido) y bombas nucleares capaces de desaparecer ciudades de varios millones de habitantes.

Para tales efectos, el presupuesto que ejercerá Estados Unidos en el 2026 supera la estratosférica cifra de un billón de dólares, mientras que la OTAN acordó que sus países miembros incrementen el gasto militar hasta alcanzar en diez años el 5% de su Producto Interno Bruto, lo que significará el gasto militar más alto de su historia. Sea que alcancen o no esa meta, a partir del próximo año veremos incrementarse a grandes trancos (y a costa del presupuesto de salud, educación, vivienda, servicios públicos, etc. de los habitantes de esos países) el gasto militar para acumular armas que doten de mayor capacidad destructiva e invasiva a esos países tradicionalmente belicistas, que de inmediato se pondrán a idear pretextos para emprender guerras que permitan usar esas armas y seguir dinamizando la industria militar que hace multimillonarios a unos cuantos a costa de dolor, destrucción, heridas y muerte de cientos de miles de seres humanos.

Al mismo tiempo, vemos en acción una guerra económica basada en la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos a muchos países, a los cuales busca alinear a sus planes geoestratégicos encaminados a debilitar a China, Rusia y otros países que proponen y están ejecutando acciones para un mundo multipolar, sin el sometimiento a Estados Unidos. Recientemente se reunieron en Brasil los países integrantes del grupo BRICS, principales impulsores de un mundo no sometido a una sola potencia, quienes rechazaron el genocidio de Israel en Gaza, rechazaron el proteccionismo que afecta el mercado global y llamaron a reformar el Banco Mundial y el FMI. De inmediato, Trump contestó anunciando aranceles adicionales: “Cualquier país que se alinee con las políticas antiestadounidenses de los BRICS deberá pagar un arancel adicional del 10%. No habrá excepciones a esta política. ¡Gracias por su atención!", escribió en su red social. Algunos se doblarán, otros resistirán, pero la guerra está en marcha.

Simultáneamente con los planes de acelerar las incursiones militares y la guerra económica arriba señaladas, el imperio decadente trabaja afanosamente en una guerra cultural en la que tienen mucha experiencia y mecanismos de influencia masiva. Tal guerra cultural busca desterrar de los habitantes de los países el sentimiento nacionalista, la identidad cultural que hace diferente a un pueblo de otros (lo que no significa declararse enemigos entre sí), que genera la noción de patria y el amor que despierta en cada mexicano, por ejemplo, esa patria con su territorio concreto, antaño mutilado y siempre amenazado, su idioma, sus costumbres, sus sabores, sus sonidos, su fauna, sus florestas, su orografía, sus bailes, sus paisaje físico y su extraordinario y bello paisaje humano, su historia común y los anhelos compartidos por millones de seres de una vida mejor para sus descendientes.

La cultura de los pueblos es la idiosincrasia, el sentimiento común ante ciertos hechos, las emociones, el pensamiento de los pueblos. La cultura es la que hace a cada pueblo distinto a otros pueblos en esta Tierra que debiera ser de todos los que pertenecemos a la especie humana. La cultura es lo que nosotros entendemos de la vida, como miramos el mundo, cómo lo sentimos y disfrutamos. Todo eso lo quieren arrasar, declararlo pasado de moda, desaparecerlo y en su lugar uniformizarnos de acuerdo a la visión e intereses de los dominadores; borrar las fronteras donde les convenga, hacer un prototipo de ser humano incoloro emocional e intelectualmente, trabajador sin reservas y consumidor compulsivo de cualquier cosa que le digan que consuma; manipulable; sin identidad con nada de su patria, un auténtico vasallo de nuevo tipo diseñado mediante un bombardeo ideológico, formado de palabras, imágenes, textos, videos y películas impactando nuestros cerebros y secando nuestra inteligencia emocional. Si logran su cometido, los mexicanos habremos perdido nuestra patria, la porción de territorio que nos corresponde en este planeta. Y si eso ocurre, será como si hubiéramos desaparecido para siempre. Para evitar ese futuro inmediato aterrador, defendamos a nuestra patria, divulguemos la cultura con todas nuestras fuerzas, como hacen decidida y bellamente los miles de estudiantes y maestros en las ceremonias de graduación de estos días; divulguemos la cultura para que no se vuelva realidad irremediable el dolor poético de Efraín Huerta al ver a su patria dominada:

“¿Qué país, qué territorio vive uno?
¿Dónde la magia del silencio, el llanto
del silencio en que todo se ama?
(¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?)
Uno se lo pregunta
y uno mismo se aleja de la misma pregunta
como de un clavo ardiendo.

“Todo parece morir, agonizar,
todo parece polvo mil veces pisado.
La patria es polvo y carne viva, la patria
debe ser, y no es, la patria
se la arrancan a uno del corazón
y el corazón se lo pisan sin ninguna piedad”.

14/07/2025
07/07/2025

|| ¿Quién gobierna realmente en México?

Pedro Martínez Coronilla

Hace unos días en Palacio Nacional, se reunió la presidenta de México Claudia Sheinbaum con la oligarquía mexicana, encabezada por el multimillonario Carlos Slim y Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial.

La reunión a puerta cerrada, que duró más de tres horas, terminó con escuetos comunicados que aparecieron en algunos medios informativos.

La coordinadora del Consejo Empresarial, Altagracia Gómez, comentó a medios, “que en el encuentro se trataron temas relacionados al Plan México”, la apuesta de la administración de Sheinbaum para impulsar al mercado interno.

La mandataria federal en un comunicado publicado en su cuenta de la red social X, dijo “Recibimos en Palacio Nacional a empresarias y empresarios; están optimistas por la situación económica de México y comprometidos con nuestro país”.

Marcelo Ebrad, secretario de Economía, que también estuvo presente, con la cara dura, anunció una inversión millonaria de cuatro farmacéuticas para lograr la “autosuficiencia” y la producción de medicamentos en el país, (a la autosuficiencia alimentaria, autosuficiencia energética, se suma ahora la autosuficiencia de medicamentos, pura demagogia morenista).

Pero ¿quiénes son estos ultrarricos que la representante del gobierno federal les tiene que dedicar más de tres horas?

Según un estudio de Oxfam México llamado “El monopolio de la desigualdad”.

“La concentración de la riqueza en México es tan extrema que la fortuna conjunta de Carlos Slim y Germán Larrea representa aproximadamente el 70 % de la riqueza privada en el país, equivalente a la riqueza de la mitad de la población más empobrecida de América Latina y el Caribe, alrededor de 334 millones de personas.”

La desigualdad está "estrechamente vinculada al poder político", según el reporte de la organización.

El informe detalla que once de los catorce ultrarricos mexicanos han sido beneficiarios de privatizaciones, concesiones y permisos otorgados por el gobierno en las últimas décadas, que se refleja en "la transferencia masiva de riqueza de lo público a una pequeña proporción de personas".

"Las decisiones políticas de las últimas décadas han permitido que una sola persona concentre casi uno de cada 20 pesos de la riqueza de este país", en referencia al magnate Carlos Slim, quien encabeza la lista de los ultrarricos en el país.

"La fortuna de Slim es equivalente a la de la mitad más pobre de la población, que suma casi 64 millones de personas".

De acuerdo con el informe las personas más ricas de México son: Carlos Slim, Germán Larrea, Ricardo Salinas Pliego, Alejandro Bailleres, María Asunción Aramburuzabala, Antonio del Valle Ruiz, Rufino Vigil, Fernando Chico Pardo, Carlos Hank Rhon, Juan Domingo Beckmann, Karen Virginia Beckmann, Roberto Hernández Ramírez, David Peñaloza Alanís y Alfredo Harp Helú.

Curiosamente los más ricos de la lista fueron directamente beneficiados con privatizaciones y concesiones: Carlos Slim con Telmex, Ricardo Salinas Pliego con TV Azteca, Germán Larrea con Ferrocarriles de México y Roberto Hernández en el sector bancario.

Se explica que estos desequilibrios afectan no solo a la población en general, sino también a las micro, pequeñas y medianas empresas que compiten en un campo aparentemente nivelado, pero profundamente

La actual situación económica "es el resultado de decisiones políticas". Oxfam propone romper la relación de conveniencia "entre el poder económico y el poder político en México.”

Necesitamos nuevas reglas del juego que reconozcan que la economía es política. Estas reglas deben revitalizar el rol del Estado mexicano para echar atrás y regular los monopolios, poner impuestos a grandes corporaciones y fortunas personales y reconocer y promover nuevas estructuras empresariales y de propiedad.

En el informe se reconoce que en los últimos años ha habido avances en la política social y salarial, que han mejorado la distribución del ingreso. Oxfam explica que en México se ha reducido la proporción de la población en situación de pobreza de 41.9 a 36.3 % y el salario mínimo ha crecido en 65.2%, entre 2018 y 2022.

Sin embargo, Oxfam asegura, "esto no es suficiente cuando las reglas del juego para el resto de la población en México siguen siendo muy distintas a las que rigen a los ultrarricos"

En el informe se asegura "Casi una década después de nuestro informe Desigualdad extrema en México, escrito por el economista Gerardo Esquivel, el panorama de la extrema concentración de la riqueza resulta aún más desalentador".

El verdadero reto es político, mientras la clase empresarial más poderosa siga tomando las decisiones públicas, la desigualdad será un negocio, no un problema a resolver.

La pregunta no es si México puede cambiar, sino si está dispuesto a romper con los privilegios que lo mantienen dividido entre una minoría opulenta y una mayoría luchando por lo básico.

La desigualdad extrema no es inevitable; es una decisión; Es el resultado de decisiones humanas y, por lo tanto, puede revertirse con otras decisiones. Construir un México más justo no es una exigencia moral: es la única manera de garantizar estabilidad y paz social en el futuro.


https://x.com/pedromtzco/status/1942241611989111006?s=48

04/07/2025
01/07/2025

|| El arte como herramienta de transformación social

José Emilio Soto

En un mundo convulsionado por conflictos bélicos, desigualdades económicas y crisis humanitarias, resulta fácil caer en la desesperanza. Sin embargo, existen iniciativas que, desde la trinchera del arte y la cultura, demuestran que otro futuro es posible.

El Segundo Festival Internacional “Las Culturas del Mundo”, organizado en Puebla con la participación del Movimiento Antorchista, no es solo un espectáculo folclórico; es un acto de resistencia, un llamado a la unidad y un recordatorio de que la belleza puede ser un antídoto contra la barbarie.

El Movimiento Antorchista ha construido, a lo largo de 51 años, un modelo único de promoción cultural que desafía las barreras de clase. Mientras en muchas partes del mundo el arte se convierte en un privilegio de élites, los antorchistas llevan danza, música, teatro y poesía a las comunidades más marginadas de México.

Las Espartaqueadas Culturales (eventos que reúnen a miles de artistas populares) son prueba de que el talento no nace exclusivamente en los centros urbanos o en las academias costosas, sino que florece en los rincones más olvidados del país.

Este festival internacional, avalado por el CIOFF (Consejo Internacional de Organizaciones de Festivales de Folklore), es la culminación de ese esfuerzo. Al reunir a compañías de Polonia, Rumania, Sudáfrica, Colombia y Costa Rica, junto al Ballet Nacional de Antorcha, se teje un diálogo intercultural que celebra la diversidad sin borrar las identidades.

En un momento histórico donde los discursos de odio y xenofobia ganan terreno, eventos como este son un recordatorio: las diferencias no nos dividen; nos enriquecen.

Antorcha no concibe la cultura como un mero entretenimiento; para el Movimiento Antorchista, el arte es un instrumento de conciencia social. No se trata de hacer arte por ocio, sino porque es la herramienta fundamental para cambiar las mentes. Antorcha lo sabe y, por ello, utiliza el folclor para cuestionar un sistema que ha perpetuado la pobreza y la exclusión.

El festival en Tecomatlán (sede simbólica del movimiento) no es casual. Al presentar danzas tradicionales en un municipio rural, se desafía la centralización cultural que relega a las comunidades pobres a ser espectadoras pasivas.

Los antorchistas, en cambio, las convierten en protagonistas. Sus artistas viajan “a pie y con recursos propios” para enseñar en escuelas rurales y colonias marginadas. Este compromiso contrasta con la mercantilización del arte en otros espacios, donde el acceso depende del bolsillo.

Mientras el mundo contuvo el aliento ante los bombardeos a Irán y la amenaza de una escalada nuclear, en Puebla se bailaba. La paradoja no podría ser más elocuente: frente a la destrucción, la creación; frente al miedo, la esperanza.

El poeta Luis G. Urbina escribió: “Cuando todo acabe, sólo quedará lo que el arte ha salvado”. Esta frase resuena en el trabajo de Antorcha, que insiste en que la cultura no es un lujo, sino un salvavidas.

El festival, entonces, adquiere un significado profundo: es un acto de fe en la humanidad. Al mostrar las danzas de Rumania o los ritmos africanos, se demuestra que cada pueblo tiene algo valioso que aportar, y en esa reciprocidad artística se siembra la semilla de la paz. No se puede proteger lo que no se conoce. El antorchismo, al difundir las culturas del mundo, construye puentes donde otros levantan muros.

Claro, ningún movimiento está exento de cuestionamientos. Algunos podrían argumentar que, en un país con carencias materiales tan graves, priorizar el arte parece un despropósito, pero esa crítica parte de una visión reduccionista que ignora cómo la cultura alimenta el alma colectiva.

¿De qué sirve saciar el hambre del cuerpo si se muere de hambre espiritual? Antorcha entiende que la lucha por la justicia social es multidimensional: exige pan, pero también poesía.

Otro reto es la sostenibilidad. Mantener un proyecto cultural de esta envergadura (con decenas de grupos en los 32 estados) requiere recursos y voluntad política. El reconocimiento del CIOFF no solo valida su calidad artística, sino que también revela una necesidad: mayor apoyo institucional. Si el Estado mexicano realmente cree en el arte como derecho constitucional, debería mirar hacia modelos como este.

Al cerrar el festival en el imponente Teatro Aquiles Córdova Morán, los asistentes no solo presenciaron un espectáculo; fueron testigos de un manifiesto. Un manifiesto que dice: la cultura no es el adorno de una sociedad, sino su cimiento. Que el arte no es evasión, sino confrontación con la realidad. Y que, como soñó Nezahualcóyotl, solo vale la pena habitar este mundo si dejamos flores y cantos.

El Movimiento Antorchista, con sus limitaciones, ha logrado algo extraordinario: demostrar que el arte puede ser revolucionario. En un México fracturado por la violencia y la desigualdad, su apuesta por la belleza compartida es un acto de rebeldía. Quizá en esa rebeldía esté la clave para construir la patria fuerte y solidaria que todos merecemos.

Mientras las potencias invierten en armas, los antorchistas invierten en danzas. ¿Quién está realmente ganando la batalla?


https://x.com/jemiliosoto/status/1939377494752137532?s=48

https://www.movimientoantorchista.org.mx/el-arte-como-herramienta-de-transformacion-social

24/06/2025

|| Cultura, resistencia y la fuerza del pueblo organizado

Pedro Martínez Coronilla

El 2° Festival Internacional "Las culturas del mundo", que se llevará a cabo en el majestuoso Teatro "Aquiles Córdova Morán" de Tecomatlán, Puebla, es mucho más que un evento artístico. Es un símbolo de resistencia, un testimonio de la capacidad del pueblo organizado para trascender las adversidades y un recordatorio de que la cultura es un puente indestructible entre naciones.

Este festival, organizado por el Movimiento Antorchista Nacional y el Consejo Internacional de Organizaciones de Festivales de Folclor y de las Artes Tradicionales (CIOFF), no solo celebra la diversidad cultural de países como Colombia, Polonia, Rumanía, Costa Rica y México, sino que también reafirma el poder transformador del arte y la organización social.

En un mundo cada vez más fragmentado por conflictos políticos y sociales, eventos como este festival demuestran que la cultura puede unir lo que la política divide. Las delegaciones artísticas que son participes desde el Ballet y el Mariachi Nacional de Antorcha hasta los grupos folclóricos de Rumania y Polonia, no solo representan danzas y música tradicional, sino que también tejerán lazos de hermandad entre culturas aparentemente distantes, el arte trasciende fronteras y crea comunidades donde antes solo había diferencias.

El Teatro "Aquiles Córdova Morán", con capacidad para más de 2,500 personas y acceso gratuito, es un ejemplo de cómo el Movimiento Antorchista ha trabajado para democratizar la cultura. Mientras muchos gobiernos recortan presupuestos para las artes, Antorcha construye espacios donde el pueblo puede acceder a espectáculos de talla internacional sin barreras económicas. Esto no es un detalle menor en un país donde la cultura sigue siendo un privilegio para unos pocos.

El término "la antorcha mundial", usado de manera despectiva por el expresidente Andrés Manuel López Obrador en 2018, ha adquirido un significado irónico con el tiempo. Lo que buscaba ser una burla hacia el Movimiento Antorchista se ha convertido en una realidad innegable.

Antorcha no solo ha sobrevivido a los ataques políticos, sino que ha crecido en influencia y alcance. Sus lazos internacionales, con el ejemplo de este festival, su trabajo educativo y cultural, y su capacidad para movilizar a miles de personas, demuestran que su modelo de organización es efectivo y necesario.

El expresidente y su gobierno buscaron desacreditar a las organizaciones sociales, presentándolas como intermediarios innecesarios. Sin embargo, la realidad ha demostrado lo contrario: en ausencia de políticas públicas efectivas, son estas organizaciones las que llenan los vacíos.

Antorcha, lejos de ser un intermediario, es un facilitador de oportunidades para quienes han sido olvidados por el Estado. Desde la construcción de infraestructura cultural hasta la promoción del deporte y la educación, su labor es tangible y transformadora.

Mientras el festival de folclor celebra la riqueza cultural, también pone en evidencia las carencias de un gobierno que prometió cambios profundos y ha fallado en cumplirlos. Morena llegó al poder con la promesa de poner "al pueblo primero", pero seis años después, los problemas estructurales persisten: inseguridad, falta de infraestructura educativa y médica, y una creciente desconexión entre los gobernantes y las necesidades reales de la gente.

Ante esta realidad, la organización popular no es una opción, sino una necesidad. El Movimiento Antorchista ha demostrado que, cuando el pueblo se une y trabaja de manera coordinada, puede lograr lo que los gobiernos no han podido o no han querido hacer.

Sus escuelas, sus grupos culturales, sus proyectos de infraestructura y su participación en eventos internacionales son prueba de que otro México es posible, pero solo si los ciudadanos toman las riendas de su propio destino.

El 2° Festival Internacional "Las culturas del mundo" es, en esencia, un acto de resistencia. Resistencia contra el olvido, contra la marginación y contra los intentos de silenciar a las organizaciones que trabajan desde las bases. Es también una invitación a reflexionar sobre el poder del arte para transformar sociedades y sobre la importancia de defender los espacios culturales como bienes comunes.

El Teatro "Aquiles Córdova Morán", ubicado en Tecomatlán, cuna del Movimiento Antorchista, no es solo un escenario, sino un símbolo de lo que el pueblo puede lograr cuando se organiza. Mientras los gobiernos pasan y sus promesas se desvanecen, el trabajo de organizaciones como Antorcha perdura, porque está arraigado en las necesidades y sueños de la gente.

Señor expresidente, la antorcha es mundial, pero no por su tamaño, sino por su capacidad de iluminar los rincones donde el poder ha preferido dejar en la oscuridad. Y mientras haya pueblos dispuestos a bailar al ritmo de "Cielito Lindo" junto a colombianos, rumanos o polacos, habrá esperanza de que un mundo mejor no solo es posible, sino que ya se está construyendo desde abajo.


https://x.com/pedromtzco/status/1937584685510435224?s=48

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