23/09/2025
Yo nunca he sido de creer en cosas paranormales, pero lo que me pasó en ese hotel todavía me pone la piel de gallina.
Había viajado por trabajo y me hospedé en un hotelito de paso, nada lujoso pero se veía limpio. Me asignaron el cuarto 207, un cuarto normal: cama matrimonial, una lámpara vieja, un cuadro horrible de flores y una ventana que daba a un callejón oscuro. Hasta ahí, todo tranquilo.
Esa noche, después de bañarme, me tiré en la cama y apagué las luces. Me estaba quedando dormido cuando sentí clarito como si alguien se sentara al borde del colchón. Ya sabes, ese hundimiento que te mueve un poquito hacia un lado. Pensé que era mi imaginación, hasta que la presión se mantuvo, como si realmente hubiera alguien sentado a mi lado.
Me incorporé de golpe, prendí la luz… nada. El cuarto vacío. Me convencí de que estaba cansado, apagué la luz otra vez y traté de dormir.
Al rato me despertó un sonido raro, como respiraciones fuertes, justo detrás de mi oído. Abrí los ojos y vi algo que todavía no me explico: la silueta de una persona acostada a mi lado en la misma cama, pero completamente oscura, como una sombra sólida. No se movía, solo estaba ahí, y la cama seguía hundida del otro lado.
Me quedé helado, no podía ni gritar. Cerré los ojos con fuerza, como niño asustado, esperando que al abrirlos ya no estuviera. Pasaron segundos eternos hasta que sentí cómo el colchón se descomprimía, como si se levantara, y el aire del cuarto se volvió helado. Cuando por fin prendí la lámpara, otra vez estaba solo.
Al día siguiente, en recepción, medio en broma le pregunté a la señorita si ahí asustaban. Lo raro es que no se rió ni se sorprendió. Solo me dijo:
—¿Usted también sintió que alguien se le metió a la cama?
No supe ni qué contestar. Solo recogí mis cosas y pedí cambiar de cuarto.