29/08/2024
Abrazo de la discordia
La reciente maniobra de la presidenta Dina Boluarte, al abrazar efusivamente al ministro del Interior, Juan José Santiváñez, en un evento oficial, no es solo un gesto de apoyo, sino una declaración política en medio de crecientes rumores de cambios ministeriales y la difusión de audios comprometidos. Esta acción revela una vez más la inestabilidad del gobierno de Boluarte, que sigue sin responder a las expectativas de la población, y plantea serias dudas sobre la integridad y las verdaderas intenciones de su administración.
En los últimos días, ha cobrado fuerza la posibilidad de que la presidenta realice cambios en hasta seis ministerios. Se especula sobre la salida de los titulares de Economía, Cultura, Comercio Exterior y Mujer, entre otros, como parte de un intento por calmar las aguas turbulentas en las que navega su gobierno. Sin embargo, el nombre de Santiváñez no aparece en esta lista, lo que, sumado al abrazo presidencial, sugiere que la mandataria está dispuesta a mantenerlo en su puesto a pesar de los graves cuestionamientos en su contra.
El respaldo a Santiváñez se produce en un contexto donde su permanencia en el cargo se ve amenazada por la difusión de audios en los que se le escucha revelar que Boluarte lo habría nombrado ministro del Interior con la condición de desactivar la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (Diviac). Este organismo se ha convertido en una piedra en el zapato para el gobierno, especialmente por su rol en investigaciones que podrían implicar al entorno cercano de la presidenta, incluido su hermano Nicanor Boluarte.
El contenido de estos audios no solo complica la situación de Santiváñez, sino que también coloca a Boluarte en una posición delicada, con acusaciones que apuntan a un intento de obstruir la justicia y proteger a su círculo cercano. No es la primera vez que el gobierno de Boluarte se ve envuelto en escándalos de este tipo, lo que refuerza la percepción de un Ejecutivo más preocupado por su supervivencia política que por atender las demandas y necesidades del país.
Mientras tanto, la población sigue observando con escepticismo cómo se desenvuelven estos cambios, conscientes de que un nuevo gabinete difícilmente traerá las reformas profundas que el país necesita. La desconfianza hacia el gobierno de Boluarte se ha convertido en una constante, y la incertidumbre sobre el futuro de su gestión crece con cada movimiento político que realiza. La estabilidad del país, parece, seguirá siendo un sueño lejano mientras persistan las prácticas cuestionables dentro del Ejecutivo.