10/03/2023
Me acaba de suceder algo…
Me topé a un “hombre” que no conozco. Se abalanzó sobre mí, me abrazó fuertemente, me dió un beso y empezó a masajear mi cuello sin mi consentimiento. Todo esto, en fracción de pocos minutos y delante de muchas personas.
Tenía tantas ganas de gritarle y decirle de todo un poco. Me sentí tan frustrada y asqueada por no poder reaccionar como yo deseara.
Tuve que decirle:
“Caballero, le pido que la próxima vez que nos veamos; me salude con un hola y ya. No me siento cómoda teniendo este tipo de contacto.”
El señor se sintió ofendido. Y, aunque no lo crean, las personas que escucharon mis palabras también se molestaron conmigo por haberme defendido. ¡Ojo que no fui grosera ni malcriada!
Una señora me dijo: “Ni que fuera una rica. ¿De qué juega muchacha?” No respondí nada y me retiré sintiéndome sumamente violentada y preocupada del inmenso grado de machismo y misoginia que existe.
Lamentablemente, no pude inmutarme como yo quisiera por temor al qué dirán sobre mí o si piensan que estoy loca por haber “sobreactuado” o hablado más de lo que yo debí haberlo hecho.
Quienes me conocen, saben que me fascinan los abrazos y muestras de amor. Pero, no puedo concebir el hecho de que alguien que no conozco me toque, bese y hasta haga masajes en mi cuello sin mi consentimiento.
Sin más que decir, me despido diciéndote:
¿De qué valen tus felicitaciones del día internacional de la mujer si un día después nos van a tratar como un objeto?
Francisca Mª Hernández Muñoz.
Periodista.