06/07/2025
Crónica de un canto que perdura
Comienza el verano en San Vicente de la Barquera y, con él, despiertan las primeras fiestas que salpican de alegría nuestras pedanías. Como cada año por estas fechas, el Certamen de la Canción Marinera alza de nuevo su voz en el horizonte cultural de la villa, trayendo consigo recuerdos, emociones y ese vínculo atávico que une a nuestro pueblo con el canto.
No es un certamen cualquiera. Ya son 56 las ediciones que ha cumplido esta cita ineludible, un largo recorrido que la convierte en una de las más veteranas de España. Y este año, además, la ocasión era doblemente especial: por cuarta vez, el Certamen se hermanaba con el Gran Premio Nacional de Canto Coral, que celebraba su 25 aniversario. No podía faltar San Vicente, sede fundadora y alma mater de este ilustre galardón.
Ha sido un fin de semana marcado por la música, pero sobre todo por el canto, ese canto que en San Vicente de la Barquera siempre ha tenido un hogar. Aún guardamos en la memoria aquellos tiempos en que los pescadores, al regresar del mar, entonaban canciones en las tabernas y por las calles, llenando de vida las noches barquereñas. Un canto popular, humilde y sincero, que hoy resurge en los grandes coros que nos visitan.
El jueves, la Coral Barquera, como manda la tradición, fue la encargada de abrir el certamen con su ya clásico pregón musical, el pórtico que da paso a días de intensa actividad coral.
El viernes, y como celebración añadida al aniversario del Gran Premio, tuvimos el privilegio de asistir a la interpretación de la monumental "Carmina Burana", a cargo de la Camerata Coral de la Universidad de Santander. Nuestra iglesia de Santa María de los Ángeles, testigo silencioso de tantas generaciones, se llenó hasta los últimos rincones para escuchar esta obra magistral. La interpretación fue soberbia, y el público, unánime en su admiración, salió encantado. Ojalá podamos seguir disfrutando en el futuro de espectáculos tan sobresalientes.
El sábado llegó el turno del concurso. Cinco coros, todos ellos vencedores de otros certámenes nacionales, compitieron por la preciada "Lira Marina de Oro". Desde Madrid llegó un coro masculino; de Barcelona, Luanco (Asturias) y Tenerife, tres coros femeninos; y desde Valencia, un coro mixto. La calidad fue altísima, y el jurado, consciente de la dificultad de su tarea, otorgó finalmente el primer premio al coro femenino de Tenerife.
En cuanto al repertorio, predominó la dificultad técnica, con obras de gran complejidad interpretativa que, a veces, resultan más arduas para los oídos no iniciados. Echamos en falta, quizá, alguna de esas melodías pegadizas, sencillas y emotivas, que tanto gustan en esta villa, donde el canto siempre ha sido un puente con el corazón popular.
A pesar de celebrarse como Gran Premio, San Vicente no quiso renunciar a su tradición más querida: la de incluir una obra obligada para todos los coros participantes. Este año, el compositor asturiano Jesús Gavito firmó "San Vicente, una tierra de sentidos", una obra que recoge el espíritu de nuestro pueblo y que, por fin, se incorpora al valioso repertorio de obras obligadas del certamen. Gavito ya había estrenado anteriormente otras dos composiciones en San Vicente, pero esta vez ha alcanzado el reconocimiento oficial que tanto merecía.
Como es costumbre, el propio autor me dedicó y firmó la partitura, un gesto que guardo con especial cariño. Y así sigo, año tras año, alimentando este archivo que llevo más de tres décadas construyendo con paciencia y pasión. Sé que cuando el tiempo me lo permita —y la jubilación, que ya no está tan lejos, me regale sus horas— podré volcar todo este legado en un libro. Mi propósito es dejar constancia escrita de lo que ha sido y sigue siendo esta fiesta única, para que las generaciones futuras comprendan su valor y su historia no se pierda en el olvido.
El domingo amaneció con la alegría fresca de una nueva edición del Concurso de Canciones de Cuadrillas, una tradición que revive el espíritu de aquellos antepasados que, con voz, entonaban sus coplas en los bares de la villa. Esta fue ya la octava edición, aunque se notó la ausencia de la mayor participación de años anteriores; tan solo tres grupos llenaron de color y melodía la mañana en la peña local. El concurso tuvo un brillo especial gracias a la calidad y el entusiasmo de sus protagonistas: el grupo masculino Ronda Salines se alzó con el primer premio, seguido muy de cerca por Golpe de Mar, un grupo de chicas que siempre nos sorprende con sus canciones elaboradas, impregnadas de ese inconfundible sabor marinero. Cerrando el podio, la cuadrilla femenina de Cabezón de la Sal, “Matilde de la Torre”, puso su sello con un repertorio cuidado y emotivo. Así, entre risas, aplausos y notas que se perdían en el aire, se despidió una mañana inolvidable, clausurando con broche de oro un fin de semana que brilló por la música y el arraigo de nuestras tradiciones.