29/10/2025
Emilio y el Torneo del Dragon🐉
Era una tarde tranquila y Emilio, un niño de 5 años con mucha energía, practicaba sus mejores patadas de karate en el jardín.
A su lado, su perrito Pitito, un pug regordete y juguetón, lo observaba moviendo la colita.
¡Mira, Pitito! Este es el golpe del dragón. ¡Hi-yaaa! 🥋
Pitito solo respondió con un ¡guau guau! que sonó más a ¡cuidado con ese árbol!
De pronto, el cielo se iluminó. ⚡
Una nube dorada bajó flotando frente a Emilio.
-¿Qué es eso, Pitito? —preguntó sorprendido.
De la nube saltó un hombre de cabello alborotado y sonrisa amable.
—¡Hola! Soy Gokú. El radar del dragón me trajo hasta aquí… parece que tú tienes un poder especial.
—¿Yo? —preguntó Emilio con los ojos brillando.
—Sí, tu energía es pura y valiente. ¿Quieres venir conmigo al Torneo del Dragón?
Emilio no lo pensó dos veces.
Subió a la Nube Voladora, con Pitito en brazos (que chilló un poco al despegar)
En un abrir y cerrar de ojos, llegaron a un gran estadio rodeado de montañas y luces.
Allí estaban Vegeta, Gohan, Piccolo y Mr. Satán, saludando como si fuera una estrella.
—¡Bienvenido, pequeño guerrero! —dijo Gohan—. Hoy entrenarás con nosotros.
Emilio dio un salto de emoción.
—¡Haré mi mejor Kamehameha!
Vegeta cruzó los brazos.
—Hmph… veremos si puede mantenerse en pie.
Pero cuando comenzó el entrenamiento, Emilio sorprendió a todos.
Podía saltar muy alto, mover las hojas de los árboles con su energía y reír como un verdadero héroe.
—¡Increíble! —dijo Gokú—. ¡Tienes el corazón de un saiyajin!
De pronto, el cielo se oscureció.
Un monstruo de energía negativa apareció rugiendo, dispuesto a destruir el torneo.
Emilio se puso en posición de karate.
—¡No te llevarás mis pizzas ni mis amigos!
Gokú sonrió.
—¡Vamos, hagámoslo juntos!
Ambos comenzaron a cargar energía.
—KA… ME… HA… ME…
Emilio lo acompañó con toda su fuerza:
—¡HAAAAAA!
Una luz azul gigante iluminó el cielo.
El monstruo desapareció entre chispas de energía, y todos aplaudieron.
Pitito ladró feliz, dando saltos de emoción.
Gokú puso su mano sobre el hombro de Emilio.
—Lo hiciste muy bien. Eres fuerte porque peleas con el corazón.
Luego lo subió de nuevo a la Nube Voladora, y antes de irse, Gokú le guiñó un ojo:
—Nos vemos en el próximo torneo, pequeño guerrero.
Cuando Emilio abrió los ojos, estaba otra vez en su cama.
Pitito dormía a su lado, y sobre su mesa había una pequeña semilla del ermitaño.
Sonrió y susurró:
—Gracias, Gokú… mañana entrenaré más fuerte.
Y así, con el corazón lleno de aventuras, Emilio se quedó dormido soñando que algún día podría volar por el cielo en su propia nube dorada.
FIN 💫