17/09/2024
Día del profe.
Veo pasar las fotos de las celebraciones, juegos y agasajos que los y las estudiantes les han hecho a sus profes hoy, en su día, y no solo me río y me parece maravilloso, sino que inevitablemente me traslada en el tiempo a esa y otras escuelas. Pero no donde fui profesora, sino donde fui alumna. (muchos años eh!....jejejeje)
Veo los muros blancos y los salones amplios de la escuela secundaria 1 y me convierto en una más de ese grupo de chicos y chicas que nuestros padres habían decidido que teníamos que ir a la escuela secundaria. Si querés ser alguien en la vida tenés que estudiar decía mi madre. Y no solo ella, también los otros padres, que eran empleados y no habían podido estudiar, pero que si consideraban importante que sus hijos lo hicieran.
Esa escuela que era pequeña en tamaño pero ya grande y representantiva. Con el valor de la única escuela secundaria en Monte Hermoso. Al ingresar había un patio amplio con el mástil a la derecha. Sobre el lado izquierdo estaba la dirección (Ingrid Clausen era la directora) y luego la preceptoría, secretaría... Ahí se atendía al público. Daban a un hall pequeño, que tenía el baño hacia el oeste y la sala de profesores hacia el otro lado. La veíamos amplia cuando nos tocaba entrar a llevar algo. Una gran mesa en el centro y una mini cocina donde la "portera" preparaba el café o el te para los profes. Siempre había olor a ci******lo allí, porque los profes solían fumar ahí en el descanso, aunque también podían fumar mientras daban clase.
Saliendo, sobre el sector norte, estaban las aulas. Apenas 5 aulas (2 estaban en el frente) y un pañol. Y una biblioteca y una sala de máquina (nos enseñaban a escribir a máquina y estenografía, o sea, escribir con símbolos).
Las clases eran lindas. A mi me gustaba mucho ir a la escuela. Aprendía mucho, y aunque era bastante silenciosa (todavía no había aprendido el valor de la palabra... que eso también me lo enseñó la escuela y ha sido de gran utilidad en mi vida), disfrutaba junto a mis compañeros de cada día de clase.
Las chicas íbamos con guardapolvo blanco hasta las rodillas, medias azules (blancas para los actos) y zapatos tipos kikers, los varones, pantalón gris, s**o y corbata azul, camisa blanca o celeste.
Y como mi secundaria fue en la época del proceso, las clases eran expositivas. Los profes venían, daban su clase, sus ejercicios, su evaluación y no mucho más. Pocos eran los que dialogaban con sus alumnos. Y había muchas cosas que no se podían decir. La razón siempre la tenían los profes, jamás los alumnos. Y nadie se quejaba. La palabra de la escuela era palabra santa.
Si nos mandábamos alguna macana medio grande (que para nosotros siempre era divertido y no digna de sanción), nos ponían amonestaciones. Teníamos hasta 24 amonestaciones por año. Si te ponían una más de ese número perdías el año. Y tus padres te molían a palos.... jejejeje. Lo podían hacer los profes o los preceptores. Y también te podían poner amonestaciones colectivas; es decir, si nadie asumía la culpa de la macana y todos quedaban callados, las amonestaciones eran para todos!
Teníamos el cuadro de honor. En una hoja, cada trimestre (las calificaciones eran numéricas y trimestrales), los mejores promedios de cada año se ponían en un lugar público. Era todo un honor que tu nombre estuviera ahí, aún al precio de que trataran de "cufa". Yo -por supuesto- nunca estuve ahí.... Fui una alumna promedio, pero no destacada....
La escuela secundaria fue la etapa de mayor construcción. No solamente en mi. En todos los jóvenes. La escuela secundaria nos enseñó la responsabilidad del estudio, el compromiso con la tarea, el respeto con la institución y los adultos; pero también el valor de amistad, la solidaridad, la compañía, el abrazo, la oreja y la compañía.
La escuela secundaria es una etapa importantísima en la construcción de la personalidad, en la transición de dejar de ser un niño para convertirte en un adulto. Es la que nos muestra un mundo que no conocemos, en la que genera los espacios para las preguntas, para los cuestionamientos, para el reconocimiento de los males del mundo, para la búsqueda de un fin en la vida, para la construcción de tu vida de adultos; con la felicidad de poder hacer lo que a uno le gusta.
Por eso escuchar a los y las pibas, con ese desparpajo y todos sus cuestionamientos y argumentos, les aseguro que más allá del asombro, genera felicidad. Darnos cuenta que pueden preocuparse y ocuparse de construir una escuela mejor. Es maravilloso.
La semana pasada me invitaron los y las estudiantes de 5°, con la profe Zaida Rayes, para hablar de la educación en la época del proceso. Y me quedé encantada con esos chicos y chicas!
Y ayer, en el día del estudiante de nivel secundario, estuve como oyente de una rueda de diálogo y reflexión que tuvieron en una jornada de trabajo, y escuché tantas cosas comprometidas y de gran valor no solo educativo sino como ciudadanos. Fue mágico.
Así que... feliz día colegas! Feliz día estudiantes!
A celebrar la vida! Porque de eso se trata el transitar. De aprender, construir, planear, valorar, abrazar y ser felices!