25/05/2025
¿Alguna vez imaginaste que una criatura pudiera seguir viva solo para proteger a quienes la devoraron desde dentro?
No es ciencia ficción. Es una pesadilla biológica… real.
Lo que estás viendo no es una oruga moribunda. Es una prisionera de su propio cuerpo.
Tras ser infestada por avispas del género Cotesia, sus crías eclosionaron en su interior, devorando lentamente sus entrañas para luego romper su piel y salir al mundo. Pero aquí está lo más aterrador: la oruga no muere.
En lugar de eso, su mente y cuerpo son hackeados. Se convierte en un centinela zombi, vigilando los capullos de las larvas que la destruyeron. No huye. No come. Solo se retuerce y ataca cualquier cosa que amenace a sus parásitos.
Esto no es parasitismo común. Es control biológico absoluto.
Una criatura convertida en marioneta, manipulada a nivel celular.
Las cuerdas no son visibles… pero tiran de cada fibra de su ser.
La naturaleza no necesita monstruos. Ya los creó.
*Imagen de referencia