21/10/2025
🎧 En una fiesta de 15, allá por los noventa en Azul, Juan volvió a su casa con un pitido en los oídos que nunca se fue. 🎶 Pensó que era por la música fuerte, pero ese zumbido marcó el inicio de un silencio que lo acompañaría durante años.
🧏♂️ Poco tiempo después dejó de oír por completo. Tenía apenas quince años y ningún médico lograba explicar por qué. 💔 Años más tarde, su hermana también perdió la audición, una coincidencia que nadie pudo entender.
👄 Como ya hablaba, no necesitó aprender lengua de señas. Aprendió a leer los labios y avisaba siempre con una sonrisa: “hablame despacio, soy sordo”. 💬
🌾 Vivía con su madre en el campo, rodeado de caballos y árboles. 🐎 Ella fue su sostén, su intérprete y su oído en los momentos más duros.
📚 En la escuela se sentaba adelante para entender algo. Algunos profesores creían que exageraba, pero él siguió estudiando sin rendirse. 🙌
🎧 Le dieron audífonos, pero los guardaba en el bolsillo: hacían ruido, se acoplaban, y apenas distinguía un murmullo. Aun así, se las ingeniaba para comunicarse.
🐴 Encontró en los caballos su refugio. Trabajando en el campo descubrió un mundo silencioso pero lleno de conexión. 💫
✈️ Terminó el secundario y viajó a Alemania con treinta caballos. Desde allí recorrió Europa solo, leyendo labios en inglés y sin perder nunca un tren. 🌍
☎️ Como no podía usar el teléfono, pedía al encargado de un locutorio que llamara por él. 📞 Años después se lo cruzó, por casualidad, en un partido de polo en Estados Unidos.
🔊 En 2008 llegó el milagro del implante coclear. Al principio los sonidos eran metálicos, distorsionados, como si escuchara una radio mal sintonizada. 📻 Pero eran sonidos, después de tanto silencio.
🎶 En 2017 se colocó el segundo implante y volvió a llorar al oír una conversación telefónica por primera vez. ❤️
🌈 Hoy, con 46 años, Juancho vive agradecido. Cada noche, cuando se quita los implantes, dice que es “un acto de fe”: se apaga el mundo, pero sabe que al día siguiente volverá el sonido. 🙏✨