02/05/2025
El colectivo de artistas villerxs
Entendemos a todas las disciplinas artísticas como herramientas poderosas para intervenir en la realidad. Pero cuando quienes las practican se organizan en un colectivo donde las diversidades, las voces y las manos se expresan en conjunto, nace una práctica que invita al territorio a reflexionar sobre la potencia de trabajar en equipo, en cualquier ámbito.
Hace aproximadamente cuatro años, un grupo de jóvenes del barrio comenzó a reunirse en la organización Wakaya, con el objetivo de pensar en las distintas necesidades que atraviesa un/a artista villero/a para poder concretar sus sueños. Desde problemáticas vinculadas al consumo, la salud mental, las situaciones familiares y las limitaciones económicas, hasta obstáculos profundos que golpean la autoestima, como mostrarle lo que uno hace a un amigo de la esquina o de la escuela, o incluso animarse a soñar con llevar su arte a las calles y escenarios del barrio y más allá. Porque de eso también se trata: que lxs artistas del colectivo puedan conocer otros espacios, otros barrios, otros territorios, para expandir esas visiones fragmentadas que cada uno y cada una tiene del mundo.
El colectivo de artistas villerxs permitió que muchxs pibes y pibas del barrio conocieran por primera vez la ribera de Quilmes ,sí, el río de Quilmes, al que nos han hecho crecer dándole la espalda. Permitió que muchxs pisaran por primera vez un escenario, que se animaran a grabar su primera canción, su primer beat, a entrar por primera vez a un estudio, a soñar... pero, por sobre todo, a comprender que lo que uno hace como artista es trabajo. Trabajo cultural que ofrece a nuestrxs vecinxs y a otras comunidades la posibilidad de disfrutar de lo que amamos, de lo que nos nace del alma. Trabajo que hace posible ver a un pibe que elige cantar en lugar de consumir, a otro que antes no quería salir a la vereda por problemas de autoestima recitando su poesía. Permitió que madres vean a sus hijxs brillar, que hermanxs se inspiren mutuamente. Ese es el fin del colectivo, construir un espacio para que quienes menos tienen puedan empezar su camino.
También entendemos que hacer cultura no es solamente poner un escenario en el barrio. Es comprender la importancia de que lxs pibes y pibas tengan un espacio de expresión cotidiana. Es ser respetuosos al invitar a una comunidad artística que humildemente se presenta a compartir su música, su poesía, su arte. Lxs chicxs preparan su vestuario con entusiasmo, escriben sus letras durante horas, días, noches. Se ilusionan, porque aun teniendo una semana dura, aunque la plata no haya alcanzado ni para dos platos por día, aunque se tomen tres bondis para llegar al evento, aunque no hayan podido cargar la SUBE. A pesar de todo, se presentan y dan lo mejor.
Ayer, un joven se subió por primera vez a un escenario, inspirado por su hermano, un pibe que eligió la música para contar su historia. Detrás de ese gesto hay todo un trabajo de acompañamiento, contención, motivación, escucha. Por eso es fundamental entender que hacer cultura no es llenar un escenario de artistas, sino reconocer el trabajo de cada organización que impulsa a la juventud a buscar alternativas, a elegir caminos que los fortalezcan como personas y como comunidad. La cultura es un sentir profundo. Por eso, antes de mirar de reojo a un/a artista del barrio, hay que sacarse el sombrero por sus luchas diarias, por su perseverancia, por esa elección de cada día,elegir la música, la poesía, la pintura antes que las dr**as, la violencia o cualquier mala maña.
Este es un proceso largo, de aprendizaje, donde la sociedad, el Estado y la propia comunidad artística deben entender que la cultura es vital para abrir nuevos horizontes. Es urgente que el Estado impulse políticas públicas que acompañen verdaderamente estos procesos culturales. No desde una lógica eventista ,como bien decía Víctor Vich, donde lo simbólico se utiliza solo para llenar una agenda o una plaza, sino desde un compromiso real y sostenido con las comunidades, en especial aquellas que viven atravesadas por múltiples problemáticas sociales. Porque en el contexto político actual se nos quiere hacer creer que las necesidades son solo las básicas ,comer, dormir, sobrevivir, cuando en realidad también son fundamentales el acceso al consumo cultural, al pensamiento crítico, a la educación, a lo simbólico. La cultura, como práctica viva, nos alimenta el alma, el pensamiento y la dignidad.
La cultura es el motor de todo cambio social. La cultura es transformación.