21/11/2024
¿Qué queda de nosotros, acá, una vez que morimos? Me refiero a algo más que huesos. Responder esa pregunta no es fácil. Paz Crotto sacó fotos de los lugares donde el hachero Guillermo Martínez alguna vez estuvo o pudo haber estado, en los churqueríos, pinares y arroyos de las sierras cordobesas donde vivió sus últimos años de vida en una soledad primaria. El hachero no aparece en ninguna, ya había mu**to, pero yacía ahí enterrado y algo de él todavía refractaba y podía (puede) rastrearse en la naturaleza y en las personas que siguen ahí. Algunas personas hablaron de él. Textos orales que narran los últimos años de la vida de Guillermo Martínez. Hay una frecuencia vibrando en el lenguaje escrito y en el lenguaje visual.
Para la tapa, a la que siempre le damos mucha importancia, pensamos en Carlos Arnaiz, un artista increíble que puede ir del hiperrealismo a lo abstracto y simbólico con una facilidad asombrosa. Nos recibió en su taller de Boedo donde nos mostró sus trabajos, esos colores maravillosos que sólo él logra. Los miles de pomos de óleos, los pinceles de diversos tamaños, las cientos de plantas que cuida… había una naturaleza viva ahí. Le dejamos las fotos y los textos. Semanas después teníamos el dibujo. Algo de Guillermo queda, sí, pero algo de Guillermo también estaba ya acá, hace miles de años, cuando el ser humano buscaba su lugar en la tierra difícil. Tal vez no haya nada abstracto, tal vez cualquier figura abstracta tiene su forma, aunque sea mínima e imperceptible, escondida en la naturaleza. Distintas maneras de mirar.
Al final, la etapa en la que el dibujo sobrevive el trasplante a la serigrafía. Para ello fuimos a Quito, otro artista, a su taller de La Plata. Grabó el shablón y luego de pruebas consiguió el rosa que Carlos también buscaba. Con su paciencia y pericia le dio a las cartulinas las dos pasadas de tinta, una rosa, otra negra, y las puso a secar.
Mañana, viernes 22, a las 19:00, en Gascón 104, CABA, se hará el conjuro para invocar a Guillermo Martínez. No se lo pierdan.
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