17/07/2025
ZAIDA MAMANI FUE ABSUELTA: SEIS AÑOS DE LUCHA CONTRA UNA ACUSACIÓN SIN PRUEBAS
(Crónica de un juicio atravesado por racismo y patriarcado. La lucha continúa hasta alcanzar justicia por Joselín.)
Después de seis años de una causa sin pruebas, Zaida Mamani, madre Quechua, fue absuelta. Había sido acusada injustamente por el crimen de su hija Joselín, en un proceso judicial atravesado por el racismo institucional y los estereotipos patriarcales. La defensa, a cargo de Ernesto Flores, desmontó cada una de las irregularidades: desde el cambio arbitrario de imputaciones hasta la pérdida de pruebas clave. La sentencia marca un triunfo para Zaida y la Red que la acompañó, pero no es el final: la lucha continúa hasta alcanzar justicia por Joselín.
El 7 de enero de 2019, Zaida Mamani salió a hacer un trámite bancario. Antes de irse, le preguntó a su hija Joselín si quería acompañarla. “Hace calor, me quedo”, respondió la nena. Zaida cerró con llave y le pidió que no abriera la puerta a nadie. Al volver, encontró la puerta abierta y a su hija agonizando, con más de 70 puñaladas.
Las pericias indicaron que no hubo signos de violencia en la entrada, lo que sugería que quien ingresó tenía una llave. En 2021, luego de anunciar que se casaría con el hijo de su ex pareja Carlos Correa, Zaida fue sorpresivamente acusada. Durante años fue asistida por una defensa oficial que no la mantenía informada. El giro llegó cuando, gracias al impulso de una Red de Acompañamiento, logró contratar a un abogado que asumió su defensa y comenzó a desmontar las irregularidades del caso.
Un juicio marcado por los prejuicios
Tras más de seis años de lucha, Zaida tuvo que enfrentar el juicio en su contra. Durante las audiencias del juicio por jurado, realizadas el 7 y 8 de julio en el Tribunal Oral en lo Criminal N°10 de Lomas de Zamora, declararon diecisiete testigos. La fiscal Marcela Di Mundo sostuvo la acusación por homicidio agravado por el vínculo y alevosía, con una única hipótesis: que Zaida había asesinado a su hija tras regresar del banco. Sin embargo, no se presentaron pruebas directas que la vincularan al hecho. Por el contrario, muchos testimonios se centraron en deslegitimar moralmente a Zaida. La presentaron como una mujer “fría” y “violenta”. Incluso el obispo Juan Carlos Zapata, sin formación médica, le atribuyó presuntos trastornos psiquiátricos.
Un entorno atravesado por la violencia
Durante el juicio, se expusieron episodios de violencia que Zaida sufrió a manos de su ex pareja Carlos Correa. El testimonio de Arturo Vergara Carvajal fue contundente: presenció cómo Carlos golpeaba a Zaida con un cinturón en la vía pública. Aunque denunció el hecho, fue detenido y la fiscalía nunca consideró estas situaciones de violencia de género como contexto relevante para el caso. No se analizó con seriedad cómo estos vínculos violentos podrían haber influido en los hechos. ni mucho menos se profundizó en su experiencia como mujer atravesada por múltiples formas de opresión.
El día del hecho: contradicciones e hipótesis descartadas
Zaida Mamani afirmó que muchas de las declaraciones presentadas por los testigos de la fiscalía no se ajustaban a la verdad. Destacó especialmente testimonios como el de Lidia Cruz Tarifa, vecina del barrio, quien aseguró haber visto a Joselín jugando con perritos cerca del mediodía, con el portón de la casa cerrado, una escena que contradice otras versiones expuestas durante el juicio. Zaida también anticipó que iniciará acciones legales contra quienes, según sostuvo, incurrieron en falso testimonio. Otro testimonio clave fue el del enfermero Mauricio Flores, quien relató que intentó reanimar a la niña cuando aún presentaba signos vitales.
Pruebas y argumentos cuestionados
Un dato que carece de relevancia en el juicio pero utilizado con claras intenciones de dañar la imagen de Zaida y la de la víctima, fue cuando la fiscalía usó la presencia de alcohol en sangre de Joselín como prueba, sin esclarecer su procedencia ni evaluar contaminación de la muestra. También mencionó un corcho hallado en la vivienda, cuya relevancia nunca fue aclarada. El abogado de la defensa señaló que los peritos reconocieron la posible contaminación de la muestra, y que la cantidad de alcohol detectada, es incompatible con la vida de un niño de 10 años, por lo que no tuvo peso en el juicio.
La fiscalía también manipuló la declaración de Rubén Correa, pareja de Zaida e hijo de Carlos, quien describió a Zaida como una madre “celosa” en el sentido de una madre responsable, atenta y cuidadosa. La fiscal interpretó erróneamente ese término para sostener una hipótesis sexista de crimen por celos, descontextualizando sus palabras. Según denunció luego Zaida, esta tergiversación fue evidente incluso para quienes estaban presentes en la sala.
Además, la fiscalía presentó a Rubén un cuaderno hallado durante un allanamiento, que contenía una supuesta frase de auxilio atribuida a Joselín. Bajo presión, Rubén dudó si la letra era de la niña, pero la fiscalía utilizó el cuaderno como si se tratara de una prueba concluyente. Zaida sostuvo que esa no era la letra de su hija y sospecha que el cuaderno pudo haber sido plantado, ya que durante el allanamiento ingresaron personas no identificadas. También le resultó llamativo que se diera relevancia a ese cuaderno, mientras que otro, encontrado en su propia casa con una inscripción sospechosa, no fue exhibido ni incorporado como prueba en el juicio.
Por otro lado, el peritaje psicológico del forense Pablo Martínez Soares de Lima fue clave: descartó que Zaida presentara trastornos como bipolaridad o psicosis, como sostenían algunos testigos, y rechazó que una actitud “fría” implique criminalidad. Aseguró además que su relato evidenciaba un desborde emocional genuino, sin simulación.
Una defensa firme
La defensa, a cargo de Ernesto Flores, desmontó la acusación señalando graves irregularidades: el cambio arbitrario de imputaciones —de Carlos y Rubén hacia Zaida—, la pérdida de pruebas clave, como una tijera con manchas hemáticas que podría contener ADN vital para identificar al verdadero culpable, y la falta de fundamentos del supuesto “móvil por celos”.
También señaló las consecuencias de haber acusado a Zaida Mamani durante siete años: “Fue producto de la desidia y el desinterés de la justicia, de una mala administración y del error humano de fiscales, secretarios y jueces que no tomaron el caso con seriedad. El expediente terminó siendo un desastre”. Y agregó: “El juicio le causó mucho dolor a una madre que tuvo que escuchar testimonios ofensivos que no aportaban nada, pero sí dañaron su buen nombre. Todo eso le provocó un daño psicológico que seguramente quedará reflejado en futuras pericias”.
Justicia para Joselín
Esta etapa se cierra con la sentencia tras la absolución de Zaida Mamani, pero la investigación por el crimen de Joselín continúa en otra fiscalía con nuevos sospechosos: Belén Veloso y Jonathan Meriles. El abogado Ernesto Flores señaló que deben esperar a que la resolución quede firme para avanzar: “Calculamos que la semana que viene tendremos la sentencia, con los detalles del juicio”. La justicia perdió tiempo culpando a Zaida en lugar de investigar con seriedad. Aún se puede llegar a los verdaderos responsables. Hacer justicia por Joselín también forma parte de la reparación para su madre.
Un juicio atravesado por racismo y patriarcado
El caso dejó en evidencia cómo las mujeres racializadas, migrantes e indígenas enfrentan racismo institucional, violencia judicial y estigmatización. A Zaida Mamani no se la juzgó por pruebas, sino por su forma de maternar, por sus vínculos y por no encajar en los estereotipos de la “madre sufriente” o la “víctima perfecta”. Se desestimaron denuncias previas de violencia y se usaron en su contra discursos moralistas, coloniales y psiquiatrizantes, sin sustento científico ni legal. La deuda del sistema judicial sigue pendiente: incorporar una perspectiva real de género e interculturalidad.
✍️ Laki Quispe Pérez
Registro: quispe