18/12/2025
Editorial
LINIERS, EL BARRIO QUE LATE AL COMPÁS DE SU GENTE
Desde que el 18 de diciembre de 1872 se inaugurara oficialmente el apeadero que algún tiempo después se convertiría en una populosa estación de trenes, el barrio de Liniers se fue forjando lentamente, hasta convertirse en la emblemática puerta de entrada a la ciudad desde el oeste del conurbano.
Para algunos que lo visitan en forma esporádica, Liniers es apenas ese n**o indescifrable de avenidas y autopistas que se dibuja por sobre la General Paz y un sinnúmero de líneas de colectivos que se agolpan hacia ambos lados de la Estación; para otros es la pasión futbolera o la cita ineludible a la hora de disfrutar de un artista en el siempre coqueto José Amalfitani; y para los más creyentes, la capital porteña de la fe, con la figura del milagroso San Cayetano, que día a día se las ingenia para transformar su espiga en varita mágica y encender la luz del trabajo allí donde la oscuridad del desempleo parece nublarlo todo.
Pero para los que lo disfrutamos a diario -y padecemos la desatención de quienes deben encargarse de atenderlo- el barrio de Liniers es mucho más que esos mojones de identidad “for export”, que aparecen al instante en cualquier buscador de Internet.
Liniers es su gente. Es el sudor de miles de operarios que a fines del siglo XIX le dedicaron su esfuerzo a la industria ferroviaria, trabajando de sol a sol en los históricos talleres. Es el gris de las vías del Sarmiento, que cortan al barrio en un tajo insoslayable. Es la puteada del vecino que espera y espera a que se abra la barrera de Cuzco o la de Barragán para volver a su casa después de una ardua jornada de trabajo. Es el error, la omisión y el ninguneo de los funcionarios de turno, que no escuchan la súplica de terminar con las vías a nivel.
Liniers es el sutil encanto de las Mil Casitas, el sonido de los pájaros en cada atardecer de los pasajes, es el picadito y el primer beso en la Sarmiento. Liniers es el rebaje del 117 doblando en Cosquín y el colectivero del 77 cortando un capicúa con la uña afilada del meñique. Liniers es el almacén de Toranzo, la carnicería de Rubén y los pollos de Leo, girando en un spiedo grasoso y somnoliento con vista a Montiel.
Liniers es la vereda de vainillas con la silla en la puerta a la caída de la tarde. Es el pibe aprendiendo a andar sin rueditas. Es la “vuelta del perro” a ver vidrieras en Falcón. Es el ritmo acompasado y bamboleante de Los Mocosos, el colorido de Los Chiflados y el legado de Los Pizpi.
Liniers es la ovalada de Beromama -que alguna vez Melo tomó prestada- rebotando caprichosa en el asfalto de los pasajes. Es el club Liniers y el vértigo del trampolín previo al panzazo en la pileta semiolímpica, es el partidito en el Brisas o en el Juventud, con la cerveza y la picada después de la ducha. Es el apretado abrazo de gol con el viejo en la tribuna fortinera. Es esperar a papá sentado en el escalón de la puerta y hacer las compras en la feria de la mano de mamá. La dulce mano de mamá…
Liniers es el guardapolvo con olor a almidón y el machete con letra diminuta en el reverso de la corbata. Es la caricia de la maestra y la tapadita y el chupi en el recreo. Liniers es el barquito de papel flotando en la zanja después de la lluvia. Es el paraguas del Santojanni aliviando la tristeza y sanando las heridas. Es la señal de la cruz en la puerta de Las Nieves y el televisor encendido en la enorme vidriera de Ozores.
Es el rumor de La Blanqueada, el bullicio de Casa Tía, los percheros giratorios de Etam y los fantasmas de Villa Emma. Liniers es la cadencia de un tango de Caldara, la pincelada de Pérez Celis, la rima cruel de Castelnuovo y el eco inconfundible en la voz de Alfredo Alcón.
Liniers es volver y no volver. Es la esencia del todo, el perfume de la nostalgia y la angustia de un futuro incierto. Es la raíz de un árbol añoso que no cae, porque está apuntalado por el orgullo de su gente. Liniers es el lejano oeste de la ciudad, ese que se ilumina y resplandece cada vez que el sol de la tarde se pierde por detrás de la General Paz.
Ricardo Daniel Nicolini
https://cosasdebarrioweb.com.ar/2025/12/18/liniers-el-barrio-que-late-al-compas-de-su-gente/