21/07/2025
Fragmento del libro El Susurro De La Mujer Nube
Tras algunas horas más en el jeep amarillo y muchas canciones (de King Crimson, Tool y Jamiroquai), el zigzag del camino hacia lo alto de la sierra nos deposita en Huautla de Jiménez. Llegamos finalmente a El Fortín, el barrio donde vivía María Sabina. Las montañas decoran el horizonte y los verdes pastos se extienden hasta donde alcanza la vista, árboles y más árboles, un cielo despejado y las montañas que parecen una pintura del Dr. Atl. Éste es un lugar histórico al que tantas personalidades lisérgicas llegaron desde todas partes del mundo: el padre del L*D: Albert Hofmann, los escritores Aldous Huxley y Timothy Leary, Jim Morrison, Mick Jagger, Bob Dylan, John Lennon, Walt Disney, Carlos Castaneda y, por supuesto, Jacobo Grinberg...
𝘊𝘢𝘭𝘭 𝘩𝘦𝘳 𝘮𝘰𝘰𝘯𝘤𝘩𝘪𝘭𝘥
𝘋𝘢𝘯𝘤𝘪𝘯𝘨 𝘪𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘩𝘢𝘭𝘭𝘰𝘸𝘴 𝘰𝘧 𝘢 𝘳𝘪𝘷𝘦𝘳
𝘓𝘰𝘯𝘦𝘭𝘺 𝘮𝘰𝘰𝘯𝘤𝘩𝘪𝘭𝘥
𝘋𝘳𝘦𝘢𝘮𝘪𝘯𝘨 𝘪𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘩𝘢𝘥𝘰𝘸𝘴 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘸𝘪𝘭𝘭𝘰𝘸
𝘛𝘢𝘭𝘬𝘪𝘯𝘨 𝘵𝘰 𝘵𝘩𝘦 𝘵𝘳𝘦𝘦𝘴 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘤𝘰𝘣𝘸𝘦𝘣 𝘴𝘵𝘳𝘢𝘯𝘨𝘦
𝘚𝘭𝘦𝘦𝘱𝘪𝘯𝘨 𝘰𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘵𝘦𝘱𝘴 𝘰𝘧 𝘢 𝘧𝘰𝘶𝘯𝘵𝘢𝘪𝘯
𝘞𝘢𝘷𝘪𝘯𝘨 𝘴𝘪𝘭𝘷𝘦𝘳 𝘸𝘢𝘯𝘥𝘴 𝘵𝘰 𝘵𝘩𝘦 𝘯𝘪𝘨𝘩𝘵-𝘣𝘪𝘳𝘥𝘴 𝘴𝘰𝘯𝘨
𝘞𝘢𝘪𝘵𝘪𝘯𝘨 𝘧𝘰𝘳 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘶𝘯 𝘰𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘮𝘰𝘶𝘯𝘵𝘢𝘪𝘯
𝘔𝘰𝘰𝘯𝘤𝘩𝘪𝘭𝘥 * 𝘒𝘐𝘕𝘎 𝘊𝘙𝘐𝘔𝘚𝘖𝘕
En el aire se siente un aura de solemnidad. Me pone muy triste saber que, cuando María Sabina vivía, vinieron aquí miles de personas, para exigir su “trip bien loco”, sin saber (ni interesarles) la sacralidad que encierra una ceremonia.
María Sabina daba y daba y daba, era generosa con todos los que la rodeaban y, por eso, los honguitos la eligieron desde pequeña, porque aquí la gente le da hongos a sus niños, es parte de su cultura.
Para que dejara de hacer veladas, el gobierno le puso una tiendita con el propósito de que dejara de atraer esas olas de jóvenes. Era como darle una opción, pero esas cosas no son posibles cuando te es dado el don de curar y usar los hongos. El gobierno quería que ella abandonara sus prácticas chamánicas, pero los deseos son unos y la realidad, otra. Con el tiempo, la tiendita quebró porque María Sabina daba todo gratis a la gente que no tenía para pagar. Es como entender que una cosa es el camino que alguien te señala y otra, el destino. La misión de la mujer nube era convertirse en la Sacerdotisa de los Hongos. Creí que cuando estuviera en Huautla, frente a la casa de María, sentiría el llamado de los honguitos, pero es lo contrario, me siento tan irrespetuoso como esas olas de hippies, ¿soy como ellos? ¿Vengo solamente para tachar una sustancia más en mi lista? ¡No!
¡Realmente busco la sanación!
—Este lugar es histórico —dice Groovy Moon y eso es justo lo que yo estaba pensando. Luego, como si me contara un cuento, asegura—: Mi xamana sabe cómo se hace el ritual porque conoció a María Sabina. Dice que era la persona más noble que haya existido —me quedé pensando en eso, María Sabina era una mujer que, a pesar de haber vivido como cualquier otra persona, traía el don desde su nacimiento. Al final, asumió su destino.
—Bueno, Groovy, creo que María quería que todos se sintieran como ella sintió cuando descubrió los secretos del Universo, quizás pensaba que era importante compartir la llave que abre la puerta hacia la percepción que va más allá de toda concepción humana. Lo malo es que no todos ven los honguitos con el respeto que ella les tenía. ¿Cuántos te has comido tú? —le pregunto en voz baja.
—Mi último viaje lo hice con 24 Pajaritos; de verdad sentí que me volvería loca, nunca me dormí ni me hice caracol flotante, como otras veces me ha pasado cuando estuve consciente, primero meditando, luego hablando conmigo, debatiendo con mis pensamientos sobre la muerte y lo absurdo de la vida, después reía como loca y, de pronto, sólo lloraba como si se hubiera mu**to alguien muy querido. Cuando se acabó esa euforia, vi un relieve sobre las montañas rasgadas, eran figuras que brotaban de lo escarpado, guerreros que, descarnados, se enfilaban para algún tipo de batalla, levantaban sus lanzas, llevaban pectorales y sus caras no tenían carne. Fue cuando entendí que en la muerte también hay belleza y comenzó todo un debate sobre la extinción y nuestra conversión en polvo estelar. Me reía como loca y de repente, mis ojos comenzaban a llover, salía agua de mis lagrimales como si fueran cataratas y levantaba la mirada al cielo, pero no veía luz, sólo más y más cristales de colores que deslumbraban mis ojos, era imposible fijar la mirada, pero yo seguía pensando en la belleza de la muerte y me acuerdo que yo misma me decía: “suelta no te aferres, esto va así, ya lo sabes pero has preferido olvidarlo”.
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Fragmento del libro El Susurro De La Mujer Nube
Este es un libro para sentir. Cuando lo leas, comenzarás a experimentar lo mismo que los personajes, incluyendo sus Viajes Psicodélicos. Quienes lo han leído confirman que sus letras son capaces de sumergirlos en estados alterados de conciencia y producir sensaciones lisérgicas.
Está dedicado a María Sabina y a Jacobo Grinberg, nace ante la necesidad de compartir el mensaje de los Niños Santos, colocando en contexto el ritual que la Sabia de los Hongos realizaba y la forma en que los hemos estigmatizado equivocadamente. Ante los mitos e información tergiversada que proporcionan los medios de comunicación masiva, esta propuesta no sólo es el relato de un viaje por las carreteras de México hacia la Sierra Mazateca, también es una investigación.
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Aquí otros fragmentos del libro:
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