
29/04/2025
En Córdoba nos bailamos todo. Bailamos en rondas, en silencios solitarios, en dúos que se rozan apenas. Bailamos con los ojos cerrados o frente al espejo. Bailamos, incluso, la tragedia.
Esa frase, "en Córdoba bailamos hasta la tragedia", la escuché hace años en una obra dirigida y se me quedó grabada porque decía algo profundo sobre este lenguaje que nos atraviesa: la danza como forma de resistencia, como cuerpo que narra lo que a veces no se puede decir. También hay un conocimiento sensible, poético, que se produce en el instante de una escena, en un cuerpo que vibra, en una mirada compartida. La danza nos ofrece ese saber directo, encarnado, que no necesita traducción. Basta con estar ahí para comprender.
Después de años siguiendo la danza, haciéndola, luego escribiendo sobre ella, tengo la certeza que ver bailar es esperanzador. Más allá de estilos, técnicas, destaco lo que vibra, lo que deja marca. Increíblemente lo más íntimo una emoción, una pregunta, un sueño convertido en escena.
Sé que la vida de quienes bailan exige horas de práctica, disciplina y compromiso. Pero también está llena de alegría, de placer, de comunidad. La danza no es solo sacrificio: es también un modo de habitar el mundo con belleza y coraje.
Recuerdo a Luz Arcas, coreógrafa española que vimos en el Teatro Real. Decía: “La danza es muy directa.” Y tenía razón. No hace falta entenderla, solo dejarse afectar.
Comparto este texto como una invitación: a mirar danza, a sentirla sin prejuicios, a acompañar a nuestrxs artistas. Porque, como también dijo Arcas, “todo el esfuerzo que supone dedicarse a esto, además del placer, solo tiene sentido si es para los demás.”
En este Día Internacional de la Danza, abrazamos a quienes hacen de su cuerpo una herramienta de trabajo, de expresión y de resistencia. A quienes enseñan y aprenden, investigan y crean, entrenan y transforman. Porque bailar también es pensar, construir comunidad y sostener una práctica cotidiana que exige entrega, tiempo y convicción. Feliz día a quienes insisten en mover el mundo desde el escenario, la sala o la calle.