19/06/2025
🌺 Mujer sin dueño: el precio de la libertad
Por Marina Bridger.
Desde que tengo memoria —y sobre todo desde que estoy en los medios— he sido identificada con más hombres de los que una mujer de OnlyFans podría contabilizar. La mayoría imaginados, todos funcionales a un mismo propósito: bajarme el precio.
Es un mecanismo tan viejo como efectivo. Cuando una mujer construye su identidad sin pareja propia ni ajena, sin colgarse del apellido de otro ni de su billetera, aparece la etiqueta automática: p**a, loca, peligrosa. No importa si trabajás, si estudiás, si criás a tus hijos sin familia cercana, si pagás tus cuentas desde tu propio lugar. Si no hay un varón que te “valide” o te “controle”, te convertís en amenaza.
Y en los pueblos chicos —donde todo se magnifica, donde el deseo ajeno se proyecta como espejo roto— una mujer independiente se vuelve, más que sujeto, personaje del imaginario colectivo.
🎶 “Se dice de mí… que soy fiera, que camino a lo malevo, que soy chueca y que me muevo con un aire compadrón…” pero bien que a más de un gil dejé a pie, aunque haya creído que me llevaba de la rienda. Porque cuando una caminas sola, hasta los que nunca se atrevieron, creen tener derecho a contarte a su manera. Igual, los dejo pastorear. Manzo favor me hacen juntándose en tribu: me sirve para identificar y diferenciar leones de gatitos. Que aunque me encantan, prefiero los de cuatro patas.
Me han acusado de caminar desnuda por la calle, de subirme a autos de extraños, de sostener romances con vecinos que ni me han sostenido la mirada. Y la verdad, **la única verdad**, es que probablemente mientras todo eso se decía, yo estaba en mi cama, entretenida con mis gatos, viendo Netflix con mis niños o charlando con el ChatGPT sobre Gaza y medio oriente.
No tengo auto nuevo, ni polarizado, ni necesito exhibir una chapa para existir. Nunca invertí en lo ornamental: un auto es un vehículo, no una identidad. Con o sin chapa brillante, sigo siendo digna. Porque no vine a fingir una versión de mí que no puedo sostener: soy, y doy, lo que ven. Y si no, corrase que lo piso.
Pero entendí algo: cuando intentan ensuciarte, no es porque valgas poco, sino porque valés mucho. Un montón. Si quieren bajarte el precio, es porque saben que lo tenés alto. Pero yo no estoy de remate. Si me quieren desacreditar, es porque no pueden dejar de mirar. Cómo vos, que me lees desde una cuenta trucha. 🙀
No me molesta que inventen. Me legitima. Porque nadie invierte energía en una figura inofensiva.
No me asusta que me de-construyan a su “manera”.
Al contrario: me encanta la vida que me han creado. Es de manual y la voy a usar para escribir. Para reírme “de” -no con-. Para responder cuando me plazca. Donde me plazca y como yo quiera. Porque lo que tengo de agudeza para narrar, también lo tengo para devolver. Y siempre donde deje marquita. Cómo en el poder judicial.
Y cuando menos lo esperen… el que fabuló, el que distorsionó, el que creyó que podía hablar de mí sin consecuencias, se volverá personaje de mi próxima ficción narrativa. Como el del gil que fantaseó con haber estado conmigo -como el del correo argentino- que sin saber que me hablaba por un chat que yo administraba, boqueaba de mis dotes privados 😂. Hasta que me saqué una foto * descompuesta de la risa* y se la mandé. Todavía está buscando la dignidad abajo de la cama 😂 Que se quede tranquilo que a su novia no le voy a contar -por ahora-.
🎭 Sigan inventando.
Yo mientras tanto, sigo entretenida con pochoclo.
Y créanme: el día que me conozca del todo… “agárrense de las manos”.
Al cesar lo que es del César.
Porque si algo aprendí a hacer con la mi**da que me tiran, es convertirla en abono para mi jardín.
Y gracias a cada fantasía, hoy ese jardín está lleno de flores -y seguidores-
Fin. 🌹🌸🌷💐🌺🥀🌼🪻🪷
DALE ROSCA