12/04/2024
CRUZÓ LOS ANDES CON SU HIJO Y SU NIETO - 1
Por Cindy Damestoy (adaptación).
Ariel (62 años) lleva 11 travesías. Esta vez estuvo acompañado por Nahuel (33), y su nieto Agustín (13). Compartieron la experiencia de seguir el camino que San Martín recorrió hace dos siglos. Cómo fue el viaje, qué obstáculos enfrentaron y el motivo de la expedición.
Agustín Pérez vive en Pueblo Andino, Santa Fe, a 40 km. de Rosario. Creció oyendo las anécdotas de su abuelo Ariel que cruzó 11 veces la cordillera de los Andes. También su papá hizo la travesía en 2 ocasiones, y este febrero juntos hicieron el mismo viaje que hiciera el general San Martín. En 8 días fueron testigos de paisajes imponentes y superaron cada una de las dificultades del camino.
Fueron más de 55 horas arriba del caballo, sin acceso a la tecnología y concentrados en llegar a destino.
Las tres generaciones de la familia charlaron sobre el trayecto, la conexión directa con la historia argentina y la organización de la expedición, de la que participó Valentín Rolla, amigo de Agustín. Los protagonistas cuentan: “Hasta el momento no hay un registro previo de que dos chicos de su edad hayan hecho este cruce”.
Ariel atiende el llamado de INFOBAE con gran amabilidad y con muchas emociones a flor de piel, porque el recuerdo de lo que vivieron hace tan solo 2 meses sigue muy nítido en su retina y sobre todo en su corazón. Se define a sí mismo como un historiador y “escritor sanmartiniano”. Siempre le gustó escribir, y ya lleva 6 libros publicados. Explica: “Para poder escribir uno necesita conocer, así que quería tener suficiente experiencia para entender algunas cosas, al punto de que mi primer libro lo hice después de cruzar los Andes 7 veces”. Es autor de las obras “El cóndor herido: San Martín, de Perú a Francia”; “San Martín y sus fantasmas”; “Mitos y dudas en el combate de San Lorenzo”; “¡Vámonos! San Martín camino a Chacabuco”; “Nazario de San Lorenzo” y “El grito apasionado: San Martín camino a San Lorenzo”.
Se acuerda de aquella primera vez que montó un caballo sin ninguna experiencia previa, y de lo duro que fue aquel bautismo de montaña: “La verdad es que para mí la primera vez fue difícil, pero seguí yendo, y cada vez que iba era mejor que el año anterior; para hacer esto hay que ser perseverante, y se hace con tanta pasión que termina saliendo bien”. No tiene dudas de que se trata de una vivencia invaluable tanto por el valor histórico y las aventuras propias del camino, como por la experiencia de compartir las jornadas con los baqueanos sanjuaninos, que son los encargados de desplegar todo su conocimiento sobre el terreno, guiar y compartir su estilo de vida con el grupo.
Aporta detalles: "Nos tocaron todos los paisajes, un poco de nieve, días de calor, algo de lluvia, y frío por la noche, tuvimos la experiencia completa. Esta vez fuimos 20 personas, lo que implica unos 10 arrieros, entonces en realidad son 30 los que cruzan, y en total con las mulas cargueras y el caballo en el que va cada uno, son 50 animales”. Esas tres decenas de participantes, sumado al medio centenar de ganado, conforman una caravana única que avanza durante horas por la misma senda que en 1817 recorriera el libertador de América. Señala: “El camino es el mismo, se sigue haciendo de la misma manera, las aguadas son las mismas, y se hace en la misma época, de preferencia entre enero y febrero, que es cuando se abre la cumbre y se puede pasar”.
Imágenes:
Abuelo, padre y nieto indican cuántas veces hizo el recorrido cada uno, más una toma del recorrido.