11/05/2023
Al margen del título provocador y efectista, el artículo de Antonio Gutiérrez Rubí presenta un análisis sagaz y certero del problema que tiene el progresismo para enfrentar a la nueva derecha libertaria y sobre las causas por las que los libertarios enamoran a los jóvenes.
Leyendo a Gutiérrez Rubí, me acordé del artículo de Revista Anfibia de Ignacio Ramírez, "La naturaleza política de la desilusión", que complementa la mirada de este artículo sobre la imposibilidad de los progresismos de encantar y la capacidad de penetrar de las derechas libertarias en el electorado joven.
Ramírez cita al economista no ortodoxo Albert Hirschman, que "sostiene que las sociedades oscilan “fatalmente” entre diferentes ciclos; un ciclo movido a través de pulsiones participativas y acciones orientadas hacia esferas colectivas con otro período de vidas privatizadas, anemia participativa y énfasis en los intereses individuales". Y lo linkee con la serie de los 80s "Lazos familiares", con Michael Fox, en la que el actor interpretaba a un joven, hijo de padres hippies, militantes sociales por los derechos humanos, la justicia social y ecologistas, que militaba para el Partido Republicano y era un ferviente conservador reaccionario pro Reagan, que se indignaba con las ideas políticas y la participación en manifestaciones sociales a favor de las minorías de sus padres, que no puedo no linkear con lo que veo en una parte de la juventud argentina hoy.
Supongo que no es necesario recordar quién fue Ronald Reagan en la política mundial. Pero, retomando la lógica de Hirschman, Reagan vino a poner fin a décadas de reformismo político en Estados Unidos, de conquistas de derechos sociales, de cambios sociales hacia adentro; a endurecer su política internacional y sus relaciones exteriores y a profundizar el modelo neoliberal. Después llegó George Bush (padre) y sus sucesores hasta llegar a Obama, que volvió a dar un giro hacia una política más social y blanda (si se puede hablar de estos términos en lo que a política de EEUU se refiere, aunque en materia discursiva si fue así).
Me parece importante dejar de tratar de explicar la realidad por sí misma y volver a las fuentes, a la tradición teórica, a los libros para recuperar la capacidad crítica para poder comprender los fenómenos sociales que creemos que son nuevos y que no son nada nuevos, que son realidades cíclicas, que se repiten cuando se repiten las mismas realidades políticas. Y nada de esto se puede comprender sin analizar las crisis del capitalismo y las consecuencias de este sistema económico, que también se repiten y nos llevan al mismo lugar.
Lo loco es que la dirigencia no pueda ver esto. O no quiera verlo. O que nos haga creer que no lo ven...como ciudadana y como cientista social una ya no sabe qué pensar!
La política tradicional ⎯conservadora y progresista⎯ debe rearmarse inteligentemente para confrontar con una opción que ofrece esperanza inmediata, atajo rápido y soluciones fáciles y directas