Cultivando Santidad

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😇🤍 ¡Feliz y Bendecido dia de Santa Marta, Maria y Lazaro!🕯️💛 Oh, Dios, tu Hijo llamó a Lázaro del sepulcro a la vida, y ...
29/07/2025

😇🤍 ¡Feliz y Bendecido dia de Santa Marta, Maria y Lazaro!

🕯️💛 Oh, Dios, tu Hijo llamó a Lázaro del sepulcro a la vida, y se dignó hospedarse en casa de Marta, haz que, sirviéndole a él fielmente en nuestros hermanos, merezcamos, con María, ser alimentados con la meditación de su palabra. Él, Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén 💙💕🙏

😇🤍 ¡HERMANITOS HOY SALUDAMOS A TODOS LOS QUE LLEVEN EL NOMBRE DE MARTA, MARIA Y LAZARO! EN HONOR A LOS SANTOS QUE HOY RE...
29/07/2025

😇🤍 ¡HERMANITOS HOY SALUDAMOS A TODOS LOS QUE LLEVEN EL NOMBRE DE MARTA, MARIA Y LAZARO! EN HONOR A LOS SANTOS QUE HOY RECUERDA NUESTRA AMADA IGLESIA!

Santos Marta, María y LázaroSantos del NTCelebrados el 29 de JulioElogio: Memoria de los santos hermanos Marta, María y ...
29/07/2025

Santos Marta, María y Lázaro
Santos del NT
Celebrados el 29 de Julio

Elogio: Memoria de los santos hermanos Marta, María y Lázaro, que acogieron familiarmente al Señor en su casa de Betania. Ellos abrieron sus oídos y sus corazones para escuchar las palabras divinas sobre el reino de los cielos y creyeron a aquel que venció a la muerte con su resurrección.

Patronazgos: Marta: patrona de la vida doméstica, de las amas de casa, trabajadores domésticos, mucamas, cocineras, lavanderas y trabajadores del hogar, dueños de restaurantes, trabajadores de hoteles, escultores y pintores; contra el flujo de sangre, protectora de los moribundos. Lázaro: patrono de los carniceros, enterradores, mendigos, leprosos y leprosarios.

refieren a este santo: Santa María Magdalena

Oración: Oh, Dios, tu Hijo llamó a Lázaro del sepulcro a la vida, y se dignó hospedarse en casa de Marta, haz que, sirviéndole a él fielmente en nuestros hermanos, merezcamos, con María, ser alimentados con la meditación de su palabra. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

Marta, María, Lázaro... la nueva organización del Martirologio Romano ha dado un importante paso al inscribir en un mismo día a los tres hermanos, perfeccionado luego cuando la liturgia transformó la memoria obligatoria de santa Marta en memoria obligatoria de los tres santos juntos. Durante siglos se confundió a María de Betania con María Magdalena, lo que es incorrecto desde el punto de vista de cómo son presentados los respectivos personajes en el Evangelio.

Marta y su hermana María como anfitrionas de Jesús en «un pueblo» -aunque sin mencionar ni a Lázaro ni al pueblo de Betania-, aparecen en un breve relato de san Lucas, 10,38-42, y a su vez las dos hermanas relacionadas con Lázaro y con Betania aparecen mencionadas en Juan 11,1-53, el largo y significativo relato de la resurrección de Lázaro (que resulta ser la motivación inmediata de la muerte de Jesús, v.47ss) y nuevamente en Juan 12,1-8, con la escena de la unción en Betania. Hubo muchas mociones dentro de la exégesis, sobre todo en el siglo XX, de interpretar estos personajes como ficticios, es decir, que serían símbolos «puros», no provenientes de recuerdos concretos sino «fabricados», por así decir, en la catequesis de los primeros años para enseñar actitudes cristianas concretas. Debe tenerse presente que los evangelios se compusieron como catequesis, es decir, no como meros recuerdos biográficos de Jesús, sino para enseñarnos quién es él, para enseñarnos a ver lo no-visible de Jesús; por ello es lógico que todos los elementos que componen los evangelios contengan algo de simbolismo. Prácticamente nada de lo que se dice en los evangelios se cuenta simplemente porque forma parte de un recuerdo histórico, sino que todo está al servicio de contar ese significado de Jesús. Sin embargo, dicho esto, debe afirmarse con la misma contundencia que todo lo que los evangelios cuentan sobre Jesús lo basan, no en su propia imaginación, sino en cosas que realmente han sucedido, en personajes que realmente rodearon a Jesús, y en acontecimientos que se verificaron; aun cuando esas cosas, esos personajes, esos acontecimientos, han sido siempre «trabajados» simbólica y literariamente para provocar una enseñanza en el lector.

Tomemos el caso de Lázaro. ¿Existió un personaje Lázaro, amigo de Jesús, al que Jesús haya resucitado? salvo para quien quiere mantener una postura en extremo hipercrítica, y que de antemano rechace toda conexión de los evangelios con la realidad, el análisis de los relatos muestra que todo lo que se dice sobre Lázaro se refiere a una persona concreta. Es claro que para cualquiera es difícil de aceptar la resurrección de un mu**to, y no ya la resurrección trascendente de Jesús, que resucita y pasa a «otra dimensión de realidad», sino la de alguien que ayer estaba enterrado y hoy está otra vez comiendo con los suyos... pero la resurrección de Lázaro no es mas difícil de aceptar que la de la hija de Jairo. Y si Jesús no resucitó mu**tos porque es difícil de aceptar, ni expulsó demonios porque es difícil de aceptar, ni realizó milagros porque es difícil de aceptar.... ¿por qué se supone que resultó tan urticante y molesto al punto de que valía la pena sacarlo de en medio al precio que fuera? Jesús resucitó a Lázaro, y manifestó con ello un poder sobre la vida, de tal modo que años más tarde, y habiendo vivido la experiencia de la Pascua, el evangelio de Juan pudo reflexionar y encontrar en ese hecho una gran profundidad de enseñanzas catequéticas sobre el poder de la luz, sobre el dolor y el amor fraterno, sobre la esperanza, sobre la fe en que Jesús es el Cristo, y utilizar ese hecho real de la resurrección, que tal vez fue conocida de unos pocos, ya que ocurrió en una aldea, y proyectar a través de ello una «clase magistral», los capítulos 11 y 12 de Juan, que hacen la bisagra entre la predicación de Jesús y su «Hora».

Sobre Marta y María tenemos las dos actitudes bien plasmadas en el relato de Lázaro: Marta que sale al encuentro, discute con Jesús, en el capítulo 12 sirve la mesa: Marta es activa. De María se dan tres pinceladas: permaneció en la casa (es decir, de duelo), pero en cuanto oyó que Jesús la llamaba «se levantó rápidamente, y se fue donde él» (v. 29), cuando lo ve a Jesús «cayó a sus pies» (v. 32), y en la escena del capítulo 12 «ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos» (v. 3). Curiosamente, la tres referencias a María la muestran "a ras de suelo", mientras que Marta está erguida, discute, va y viene. Juan enseñó cuestiones importantes en torno a la fe por medio de estas dos hermanas, pero el centro de lo que estaba hablando está puesto en la resurrección de Lázaro y en la próxima muerte de Jesús. San Lucas (10,38-42), sin embargo, supo encontrar en esas dos hermanas dos actitudes que seguramente han sido una constante en la vida de la Iglesia desde el inicio, y que más tarde darán lugar a los caracteres «activo» y «contemplativo», así que nos cuenta una escena en donde esos dos caracteres están manifiestos al extremo: Marta, que «se preocupa y se agita», y María que «ha elegido la parte buena», contraposición que sirve para dar otro ejemplo más de una doctrina que es absolutamente central en la predicación de Jesús y que recorre los cuatro evangelios: sólo una cosa es importante; aunque eso único importante se tematiza en distintas partes del Evangelio con distintos nombres: buscar el Reino de Dios y su justicia, permenecer unidos a la Vid, ver al Padre, etc.

Marta, María, Lázaro, tres hermanos, amigos de Jesús, que han sido vehículos para enseñanzas que difícilmente no tengamos en la memoria, precisamente porque han sido transmitidas a través de hechos extraordinariamente cotidianos: la agitación e inquietud que provoca la vida misma, el deseo frecuentemente insatisfecho de permanecer en silencio ante Dios, el dolor de una pérdida... acontecimientos de los que ninguna vida está libre, aunque son aquellos de los que más nos cuesta hablar.

No tiene sentido detenerme aquí en lo que la leyenda posterior ha hecho de estos personajes: de Lázaro un obispo de Chipre o de Marsella, de Marta, evangelizadora de la Galia junto con María, etc... son tradiciones, no sólo incomprobables, sino en muchos detalles ridículas, y pienso que poco agregan a la comprensión de la santidad de aquellos que la recibieron irradiada del propio Jesús.

Como bibliografía es recomendable detenerse en alguna buena exégesis del capítulo 11 de Juan, un relato central en el mundo del cuarto evangelio; por mi parte recomiendo el análisis que hace Raymond Brown en «El Evangelio según Juan», ed. Cristiandad, tomo I, págs 738ss. También pueden servir comentarios como el «San Jerónimo», ya sea el clásico o el nuevo, pero ante un relato tan lleno de detalles, conviene algo más completo. Quien quiera conocer las leyendas en torno a Lázaro y sus hermanas, una fuente buena es el Butler-Guinea, en sus artículos del 22 de julio (María), 29 de julio (Marta) y 17 de diciembre (Lázaro), sobre todo los dos primeros. No lo he seguido aquí porque preferí centrarme más en la cuestión de la Escritura, pero es, como siempre, una lectura de buena calidad. La Enciclopedia Católica, a pesar de sus muchos años, tiene un artículo de Léon Clugnet (1910) muy interesante y aun valioso sobre las tradiciones provenzales en torno a san Lázaro, lamentablemente, la traducción castellana que hay en línea apenas si permite enterarse de lo que habla.
Cuadros:
-Nicolas Froment: La resurrección de Lázaro, 1461, Galleria degli Uffizi, Florencia
-Tintoretto: Jesús en casa de Marta y María, 1570-75, Alte Pinakothek, Munich.







Abel Della Costa

Santos Simplicio, Faustino, Beatriz y RufoMártiresCelebrados el 29 de JulioElogio: En Roma también, en el cementerio de ...
29/07/2025

Santos Simplicio, Faustino, Beatriz y Rufo
Mártires
Celebrados el 29 de Julio

Elogio: En Roma también, en el cementerio de Generosa, santos Simplicio, Faustino, Beatriz y Rufo, mártires.

No sabemos nada de cierto acerca de estos mártires de Roma. Según la leyenda, Simplicio y Faustino, que eran hermanos, se negaron a ofrecer sacrificios a los dioses. Por ello fueron golpeados, torturados, decapitados y sus cadáveres fueron arrojados al Tíber. Otra versión afirma que perecieron ahogados en ese río. Su hermana Beatriz recuperó los cadáveres y los sepultó en el cementerio de Generosa, en el camino de Porto. Beatriz vivió durante siete meses con una mujer llamada Lucina, pero fue denunciada como cristiana por sil vecino Lucrecio, que codiciaba sus propiedades. El juez ordenó a Beatriz que sacrificase a los dioses, a lo que ella replicó valientemente que era cristiana y que no estaba dispuesta a adorar a los demonios. Por ello, fue estrangulada en la prisión, en la noche del 11 de mayo, y recibió sepultura junto con sus hermanos. Dios se encargó de castigar a Lucrecio: cierta vez, mientras celebraba una fiesta con las rentas de la propiedad que había robado, un niño de pecho se irguió súbitamente en el regazo de su madre y exclamó: «¡Lucrecio, eres un ladrón y un asesino; el demonio se ha apoderado de tu alma!» Al punto el acusado entró en agonía y falleció tres horas después.

En el siglo VI el papa León II trasladó las reliquias de los tres mártires a la iglesia de Santa Bibiana y más tarde a Santa María la Mayor. En este caso, como en tantos otros, el hecho del martirio y lo auténtico del culto están fuera de duda, a pesar de los datos extravagantes de la leyenda posterior. El Hieronymianum dice: "el 29 de julio, en el camino de Porto, a la altura de Sextum Philippi" se celebraba In memoria de Simplicio, Faustino y Viatrix (no Beatrix). En efecto, en 1868 se descubrió punto al camino de Porto el cementerio de Generosa; en él había una pequeña basílica de la época del papa san Dámaso, con algunos frescos y fragmentos de inscripciones. En las inscripciones están los nombres de Simplicio, Faustiniano, Viatrix y Rufiniano (o Rufo), del que las leyendas no hablan.

Véase J. B. De Rossi, Roma Sotterranea, vol. III, pp. 647-697; más breve es el artículo de Leclercq en Dictionnaire d'Archéologie chrétienne et de Liturgie, vol. VI, cc. 866-900. Las actas de estos mártires, que son muy cortas, pueden verse en Acta Sanctorum, julio, vol. VII.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

San Lupo de TroyesObispoCelebrado el 29 de JulioElogio: En Troyes, ciudad de la Galia Lugdunense, san Lupo, obispo, que ...
29/07/2025

San Lupo de Troyes
Obispo
Celebrado el 29 de Julio

Elogio: En Troyes, ciudad de la Galia Lugdunense, san Lupo, obispo, que con san Germán de Auxerre fue a Bretaña para combatir la herejía de los pelagianos, defendió con la oración a su ciudad del furor de Atila y, habiendo ejercido de modo admirable el sacerdocio durante cincuenta años, descansó en paz.
refieren a este santo: San Aventino, Santa Genoveva, San Germán de Auxerre, San Sidonio Apolinar, San Vicente de Lérins

San Lupo nació en Toul hacia el año 383. Después de seis años de matrimonio con la hermana de san Hilario de Arles, ambos esposos se separaron de común acuerdo para consagrarse al servicio de Dios. Lupo vendió sus posesiones y repartió el producto entre los pobres. Después se retiró a la famosa abadía de Lérins, gobernada entonces por san Honorato. Pero algo más tarde, hacia el año 426, Lupo fue elegido obispo de Troyes. En su cargo se mostró tan humilde y mortificado como antes y siguió practicando la pobreza como si se hallase en el monasterio. Sus vestidos eran sencillísimos, dormía en un lecho de tablas, pasaba largas horas en oración y ayunaba con mucha frecuencia. Así vivió cincuenta años, cumpliendo celosamente sus deberes pastorales.

En 429, cuando san Germán de Auxerre pasó por Troyes de camino a Inglaterra, a donde iba a combatir la herejía pelagiana, san Lupo fue elegido para acompañarle. Los dos obispos aceptaron esa misión con tanto mayor entusiasmo cuanto que prometía ser difícil y laboriosa. Con sus oraciones, predicación y milagros lograron extirpar la herejía, cuando menos por algún tiempo. A su vuelta a Francia, san Lupo se entregó con renovado vigor a la reforma de su grey. La prudencia y piedad que desplegó fueron tan grandes que san Sidonio Apolinar le llama «padre de padres, obispo de obispos, cabeza de los prelados de las Galias, norma de conducta, columna de verdad, amigo de Dios e intercesor de los hombres ante Él». San Lupo no vacilaba en arrostrar lo peor por salvar la oveja perdida, y su apostolado tenía un éxito que rayaba frecuentemente en lo milagroso. Entre otros ejemplos, se cuenta que un hombre de su diócesis había abandonado a su esposa y se había ido a vivir a Clermont. San Lupo escribió a san Sidonio, el obispo de esa ciudad, una carta muy firme, pero al mismo tiempo de un tono tan suave y comedido que, cuando el desertor la leyó, se arrepintió y regresó a su casa. A ese propósito comenta san Sídonio: «¿Qué milagro mayor puede darse que una reprimenda que mueve al pecador al arrepentimiento y le hace amar a quien le reprende?»

Por aquella época, Atila, a la cabeza de un innumerable ejército de hunos, invadió la Galia. La invasión fue tan bárbara, que las gentes consideraban a Atila como «el azote de Dios» que venía a castigar los pecados del pueblo. Reims, Cambraí, Besançon, Auxerre y Langres habían sufrido ya la cólera del invasor. La amenaza se cernía, pues, sobre Troyes. El obispo, después de haber encomendado fervorosamente su grey a Dios, salió al encuentro de Atila y consiguió que no entrase a la provincia, pero en cambio, el rey de los hunos se llevó consigo a san Lupo como rehén. Después de la derrota de los bárbaros en la llanura de Chálons, se acusó a san Lupo de haber ayudado a Atila a escapar y el santo tuvo que salir de su diócesis y abandonarla durante dos años, víctima de lo que podríamos llamar «histeria anticolaboracionista». En el exilio vivió como ermitaño en un bosque, con gran austeridad, entregado a la contemplación. Cuando la malicia de sus enemigos cedió finalmente ante la caridad y paciencia del obispo, volvió éste a su diócesis y la gobernó con el mismo entusiasmo de siempre, hasta su muerte, ocurrida el año 478.

Dado que acompañó a san Germán a Inglaterra, antiguamente se veneraba a san Lupo en ese país. Se ha puesto en duda la historicidad de la resistencia que el santo opuso a Atila y las consecuencias que se derivaron de ello. En todo caso, lo cierto es que los hombres de Dios se santifican por la oración y son capaces de obrar maravillas. Por la oración obtuvo Elías que bajase fuego del cielo, alcanzó misericordia Manasés en la prisión, vio Ezequías restablecida su salud; la oración salvó a los ninivitas de la catástrofe, con la oración preservaron Judit y Ester al pueblo de Dios y, finalmente, la oración libró a Daniel de los leones y a san Pedro de sus cadenas.

Tiempo ha que los historiadores miran con cierta sospecha el documento que pasa por ser la más antigua biografía de san Lupo. Bruno Krusch en su edición definitiva del texto (Monumenta Germaniae Historica, Scriptores Merov., vol. vis, 1920, pp. 284-302) pretende haber demostrado que dicha biografía no fue escrita antes del siglo VIII. Si ello es cierto, poco crédito puede prestarse a una obra que narra hechos ocurridos trescientos años antes. Según Krusch, la biografía fue escrita en la época de los carolingios con el objeto de defender las posesiones temporales de la sede de Troyes. Acerca de las relaciones de san Lupo con sus contemporáneos, cfr. Acta Sanctorum, julio, vol. VII.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

San OlavMártirCelebrado el 29 de JulioElogio: En Nídaros (hoy Trondheim), ciudad de Noruega, san Olav, mártir, que, sien...
29/07/2025

San Olav
Mártir
Celebrado el 29 de Julio

Elogio: En Nídaros (hoy Trondheim), ciudad de Noruega, san Olav, mártir, que, siendo rey, difundió con gran diligencia la fe cristiana que había conocido en Inglaterra, liberando a su pueblo de la idolatría, y finalmente, atacado por sus enemigos, murió asesinado.
Patronazgos: patrono de Noruega

Olaf Haroldsson era hijo de un señor noruego llamado Harold Grenske. Después de practicar el pillaje y la piratería durante ocho años, en 1015, Olaf sucedió a su padre en el gobierno del señorío, cuando tenía veinte de edad. En aquella época, la mayor parte de Noruega se hallaba en manos de los daneses y los suecos. Tras de efectuar la reconquista de sus feudos, Olaf se dedicó a trabajar por la evangelización del reino, pues el arzobispo Roberto le había conferido el bautismo en Rouen. Aunque ya se había iniciado la evangelización, a cargo de Haakón el Bueno y de Olaf Trygvason (que no es el Olaf que estamos celebrando), pero eran muy pocos sus progresos, porque, según parece, los métodos misionales que empleaban eran bastante salvajes. En 1013, Olaf Haroldsson había ido a Inglaterra a ayudar al rey Etelredo en la lucha contra los daneses. Así pues, cuando se trató de evangelizar su propio reino, pidió ayuda a los ingleses. Cierto número de monjes y sacerdotes ingleses se trasladaron a Noruega. Entre ellos iba el monje Grimkel, quien fue elegido obispo de Nidaros, la capital del feudo de Olaf. Éste, siguiendo el consejo del prelado, promulgó muchos decretos benéficos y abolió las leyes y costumbres que se oponían al Evangelio. Desgraciadamente, como san Vladimiro de Rusia y otros príncipes que quisieron convertir a sus súbditos, no se contentó con emplear la persuasión, sino que se dejó llevar de un celo indiscreto y recurrió a la violencia. Era verdaderamente implacable con sus enemigos y, por otra parte, sus decretos no eran bien mirados en todo el reino. Finalmente, sus enemigos se levantaron en armas y, con la ayuda de Canuto, rey de Inglaterra y Dinamarca, le derrotaron y le expulsaron del país. San Olaf volvió con refuerzos suecos a reconquistar su reino, pero pereció a manos de sus belicosos e infieles súbditos en la batalla de Stiklestad, el 29 de julio de 1030.

Fue sepultado en el sitio en que murió, en un profundo banco de arena a orillas del río Nid. En su sepulcro brotó una fuente, a cuyas aguas atribuyó el pueblo propiedades milagrosas. Al año siguiente, el obispo Grimkel mandó erigir ahí una capilla y se empezó a venerarle como mártir. Los milagros se multiplicaron en el santuario y, cuando Magno, el hijo de Olaf, recuperó el trono, el culto del mártir se popularizó mucho. En 1075, se sustituyó la capilla por una catedral dedicada a Cristo y a San Olaf, que con el tiempo se transformó en la catedral de Nidaros (Trondheim). El santuario se convirtió en un importante centro de peregrinación. En la Edad Media, el culto del «perpetuo rey de Noruega» se extendió a Suecia, Dinamarca, Inglaterra y otros países. Los noruegos le consideran como patrono y héroe nacional.

Ver Acta Sanctorum, julio, vol. VII, donde se halla el texto de la biografía escrita por el arzobispo Eystein. Ese y otros documentos se encuentran también en Metcalfe, Passio et miracula b. Olavi (1881). En inglés existe la obra de F. Vicary, Olav the King... (1887); en francés, el breve esbozo biográfico de C. Riesterer (1930). También hay, en francés, una traducción hecha por G. Sautreau de la "Saga de san Olaf" de Snorre Sturluson (1930).

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

San Guillermo PinchónObispo y ConfesorCelebrado el 29 de JulioElogio: En la ciudad de Saint-Brieuc, en Bretaña Menor, sa...
29/07/2025

San Guillermo Pinchón
Obispo y Confesor
Celebrado el 29 de Julio

Elogio: En la ciudad de Saint-Brieuc, en Bretaña Menor, san Guilleüno Pinchón, obispo, que se preocupó por la construcción de la iglesia catedral, brilló por su benignidad y sencillez y, por defender con decisión y fortaleza a sus ovejas y los derechos de la Iglesia, tuvo que sufrir muchas vejaciones y el destierro.

Se dice que las virtudes y milagros de san Guillermo eran extraordinarios, pero conocemos muy pocos detalles de su vida. Recibió las órdenes sagradas de manos de Josselin, obispo de Saint-Brieuc; trabajó en dicha diócesis durante el episcopado de Pedro y Silvestre, los dos sucesores de Josselin, y finalmente fue elegido obispo hacia el año 1220. Los pobres eran sus tesoreros y, no contento con darles cuanto poseía, el santo contraía deudas para proporcionarles grano y otras provisiones necesarias. Sus actividades pastorales no estorbaban en modo alguno a su espíritu de recogimiento y oración. Como defendiese tenazmente los derechos de la Iglesia y de los obispos contra las depredaciones dcl duque de Bretaña, Pedro Mauclerc, fue expulsado de su diócesis y se refugió en Poitiers durante dos años. Volvió a Saint-Brieuc en 1230 y ahí murió, cuatro años más tarde. Su cuerpo, que había sido sepultado en la catedral de su diócesis, fue hallado incorrupto en 1248, un año después de su canonización.

Ver Acta Sanctorum, julio, vol. VII, donde hay una breve biografía que se atribuye a Godofredo el Calvo. Cf. Lobineau, Vies des saints de Bretagne, vol. V, pp. 426-455; y J. Arnault, S. Guillaume, évéque de Saint-Brieuc (1934).

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

San Luis MartinPadre de familiaCelebrado el 29 de JulioElogio: En Burdeos, Francia, san Luis Martin, esposo de santa Cel...
29/07/2025

San Luis Martin
Padre de familia
Celebrado el 29 de Julio

Elogio: En Burdeos, Francia, san Luis Martin, esposo de santa Celia Guerín y padre de Santa Teresa del Niño Jesús, canonizado conjuntamente con su esposa, cuya memoria se celebra el 28 de agosto, como ejemplo de matrimonio cristiano.
refieren a este santo: Beato Luis Beltrame Quattrocchi, Beata María Beltrame Quattrocchi, Santa Teresa del Niño Jesús
Aunque, conforme a la práctica habitual del Martirologio, inscribimos a santa Celia y a san Luis en sus respectivas fechas de fallecimiento, han sido beatificados y canonizados como matrimonio, y corresponde que tratemos conjuntamente su hagiografía.

Luis Martin nació en Burdeos el 22 de agosto de 1823. Era el segundo de los cinco hijos del matrimonio Pierre-François Martin, capitán del ejército francés, y Marie Anne F***y Boureau, cristianos de fe viva. La primera formación de Luis estuvo vinculada a la vida militar y se benefició de las facilidades que tenían los hijos de los militares. Al jubilarse su padre, la familia se trasladó a Alençon (1831) y Luis estudió con los Hermanos de las Escuelas Cristianas de la ciudad. Tanto en la familia como en el colegio recibió una sólida formación religiosa. Terminados los estudios, no se inclinó hacia la vida militar, sino que quiso aprender el oficio de relojero, primero en Bretaña, luego en Rennes, Estrasburgo, en el Gran San Bernardo (Alpes suizos) y por último en París.

A los veintidós años sintió el deseo de consagrarse a Dios en la vida religiosa. Para ello, se dirigió al monasterio del Gran San Bernardo, con intención de ingresar en esta Orden, pero no fue admitido porque no sabía latín. Con gran valor se dedicó a estudiarlo durante más de un año, con clases particulares; pero, finalmente, renunció a ese proyecto. No se sabe mucho de este período: sólo que su madre en una carta le exhortaba a «ser siempre humilde», y que mostró su valentía y sangre fría salvando de morir ahogado al hijo del amigo de su padre, con el que residía.

En Alençon puso una relojería. Sus padres, tras la muerte de los otros hijos, vivieron siempre con él, incluso después de su matrimonio con Celia Guérin. Hábil en su oficio, tenía amigos y conocidos con los que le gustaba pescar y jugar al billar, y era apreciado por sus cualidades poco comunes y por su distinción natural, que explica por qué le presentaron un proyecto de matrimonio con una joven de la alta sociedad, al que se negó. En 1871 vendió el edificio a un sobrino. El amor al silencio y al retiro lo llevó a comprar una pequeña propiedad con una torre y un jardín. Allí instaló una estatua de la Virgen, que le había regalado la señora Beaudouin; trasladada más tarde a Buissonnets, esta imagen fue conocida en todo el mundo como la «Virgen de la Sonrisa».

Celia Guérin nació en Gandelain, departamento de Orne (Normandía), el 23 de diciembre de 1831. Era hija de Isidoro Guérin, un militar que a los 39 años decidió casarse con Louise-Jeanne Macè, dieciséis años más joven que él. De esta unión nacieron también Marie Louise, la primogénita (fue monja visitandina), e Isidore, el más pequeño. Para los padres de Celia la vida había sido dura, lo que repercutía en su manera de ser: eran rudos, autoritarios y exigentes, si bien tenían una fe firme. Celia, inteligente y comunicativa por naturaleza, dice en una de sus cartas que su infancia y juventud fueron tristes «como un sudario». A pesar de ello, cuando su padre, viudo y enfermo, manifestó el deseo de ir a habitar con ella, lo acogió y cuidó con devoción hasta que murió en 1868. Afortunadamente encontró en su hermana Marie Louise un alma gemela y una segunda madre.

Cuando se jubiló su padre, la familia se estableció en Alençon en 1844. La señora Guérin abrió un café y una sala de billar, pero su carácter intransigente no favoreció el desarrollo del negocio. La familia salía adelante con dificultad, gracias a la pensión y a los trabajos de carpintería del padre. En pocos años, la situación financiera se hizo muy precaria y no mejoró hasta que las hijas contribuyeron con su trabajo a cuadrar el balance familiar. Esta situación económica influyó en los estudios de las hijas: Celia entró en el internado de las religiosas de la Adoración perpetua; aprendió los primeros rudimentos del punto de Alençon, un encaje de los más famosos de la época; luego, para perfeccionarse, se inscribió en la "Ecole dentellière". Mientras tanto, la hermana mayor se dedicó al bordado, con su madre. No tenemos documentación de este período, pero Celia conservaba un excelente recuerdo de este tiempo.

Se dedicó a la confección de dicho encaje. Deseó formar parte de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, pero no la admitieron. Pidió luz al Señor para conocer su voluntad y el 8 de diciembre de 1851, después de una novena a la Inmaculada Concepción, se resolvió interiormente dedicarse a hacer punto de Alençon. Con la ayuda de su hermana comenzó esta empresa y ya a partir de 1853 era conocida como fabricante del punto de Alençon. En 1858 la casa para la que trabajaba recibió una medalla de plata por la fabricación de este encaje y Celia una mención de alabanza. Poco después, su hermana entró en el monasterio de la Visitación y tomó el nombre de María Dositea.

Un día, al cruzarse con un joven de noble fisonomía, semblante reservado y dignos modales, se sintió fuertemente impresionada. En poco tiempo los dos jóvenes llegaron a apreciarse y amarse, y el entendimiento fue tan rápido que contrajeron matrimonio el 13 de julio de 1858, tres meses después de su primer encuentro. Llevaron una vida matrimonial ejemplar: misa diaria, oración personal y comunitaria, confesión frecuente, participación en la vida parroquial. De su unión nacieron nueve hijos, cuatro de los cuales murieron prematuramente. Entre las cinco hijas que sobrevivieron, Teresa, la futura santa patrona de las misiones, es una fuente preciosa para comprender la santidad de sus padres: educaban a sus hijas para ser buenas cristianas y ciudadanas honradas. A los 45 años, Celia recibió la noticia de que tenía un tumor en el pecho y pidió a su cuñada que, cuando ella muriera, ayudara a su marido en la educación de los más pequeños: vivió la enfermedad con firme esperanza cristiana hasta la muerte, el 28 de agosto de 1877.

Luis se encontró solo para sacar adelante a su familia: La hija mayor tenía 17 años y la más pequeña, Teresa, cuatro y medio. Se trasladó a Lisieux, donde residía el hermano de Celia; de este modo la tía Celina pudo cuidar de las hijas. Entre 1882 y 1887 Luis acompañó a tres de sus hijas al Carmelo. El sacrificio mayor fue separarse de Teresa, que entró en el Carmelo a los 15 años. Luis tenía una enfermedad que lo fue invalidando hasta llegar a la pérdida de sus facultades mentales. Fue internado en el sanatorio de Caen, y murió el 29 de julio de 1894.

El compromiso eclesial de los esposos Martin recuerda que «la futura evangelización depende, en gran parte, de la iglesia doméstica» (Familiaris consortio, 52), y tiene el sabor de la ternura. Los esposos fueron beatificados por papa Benedicto XVI en 2008, en Lisieux (Francia) y canonizados por papa Francisco en Roma, en 2015.

La Orden del Carmelo Descalzo los celebra en conjunto el día 12 de julio, con el rango de memoria libre.



fuente: Vaticano

Beato Urbano IIPapaCelebrado el 29 de JulioElogio: En Roma, en la basílica de San Pedro, beato Urbano II, papa, que defe...
29/07/2025

Beato Urbano II
Papa
Celebrado el 29 de Julio

Elogio: En Roma, en la basílica de San Pedro, beato Urbano II, papa, que defendió la libertad de la Iglesia de las intromisiones de los laicos, combatió la simonía y la corrupción del clero, y en el Concilio de Clermont exhortó a los soldados cristianos a que liberasen, bajo el signo de la cruz, a sus hermanos cristianos oprimidos por los infieles y recuperasen el sepulcro del Señor.
refieren a este santo: San Bruno

Se ha dicho que la reforma benedictina de Cluny fue «la fuerza de mayor alcance internacional del siglo XI». Pero la influencia de la reforma cluniacense no se debió únicamente a la acción de los monjes, sino también a la de los papas. Entre ellos se destaca san Gregorio VII, quien se educó en el monasterio cluniacense de Santa María del Aventino y fue amigo personal de san Odilón y san Hugo. También la influencia del pontificado de Urbano II fue decisiva. Llamado Odo o Elides de Lagery, nació en Chátillon-sur-Marne, en 1042. Estudió en la escuela de Reims, bajo la dirección de san Bruno, el fundador de los cartujos. Tal vez fue él quien le inspiró el amor de la vida religiosa, ya que, tras de haber sido canónigo y archidiácono de Reims, Odo tomó el hábito en el monasterio de Cluny. Más tarde, escribió a su abad, san Hugo: «Os amo particularmente a vos y a los vuestros, porque vosotros me enseñasteis los rudimentos de la vida monástica, y en vuestro monasterio renací yo por la gracia del Espíritu Santo». Odo llegó a ser abad de Cluny. En 1078, fue nombrado cardenal obispo de Ostia y consejero de san Gregorio VII. El sucesor dr Hildebrando, Víctor III, nombró en su lecho de muerte por sucesor suyo al cardenal obispo de Ostia. Aunque tal nombramiento carecía de valor canónico, no dejó de ejercer cierta influencia sobre los cardenales, quienes, el 12 de marzo de 1088, le eligieron papa por aclamación. Odo tomó el nombre de Urbano II y manifestó su intención de proseguir la obra de Gregorio VII. Por entonces, escribió al beato Lanfranco, arzobispo de Canterbury, pidiéndole su apoyo y llamándole «el más noble y fiel de los distinguidos hijos de la Santa Iglesia Romana».

El nuevo papa necesitaba del apoyo de todos. En efecto, los tiempos no eran fáciles. San Pedro Damián escribió un epigrama latino para felicitar a Urbano II y decía, no por mera fórmula: «Pedro está preparando sus redes para echarlas a las aguas profundas». Como Roma estaba en manos del antipapa Guiberto («Clemente III»), Urbano no pudo entrar a la ciudad sino hasta el mes de noviembre y hubo de tomar por la fuerza el palacio de San Pedro. Poco después, el emperador Enrique IV invadió Italia; Urbano II tuvo que salir de Roma y los habitantes de la ciudad dieron nuevamente la bienvenida al antipapa. Urbano se retiró al sur de Italia, donde se esforzó por mejorar la disciplina eclesiástica y por restablecer la paz de la Iglesia. Pero muchos de los partidarios del Pontífice preferían ganar la batalla por las armas, lo cual dificultaba las negociaciones con el emperador, a quien apoyaban los obispos de Alemania. Finalmente, Urbano volvió a Roma en 1093. Como Ios partidarios de Guiberto ocupaban todavía el castillo de Sant'Angelo y Urbano II no quería luchar contra el pueblo romano, se fue a vivir en el palacio fortificado de los Frangipani. Ahí se vio reducido a la mayor pobreza. El abad francés, Godofredo de Vendôme, le socorrió generosamente.

En 1095, se reunió un sínodo en Piacenza, en el que los padres discutieron la validez del matrimonio de dos monarcas. Urbano II promulgó los decretos gregorianos sobre el celibato de los clérigos, la investidura de los laicos, la simonía y abordó, por primera vez, el tema de la Cruzada, a instancias del emperador de Oriente, Alejo I Comneno, quien le había pedido ayuda contra los selyukidas. En el Concilio de Clermont-Ferrand se discutió a fondo la cuestión de la Cruzada, y la idea despertó un entusiasmo inmenso. El proyecto del emperador Alejo Comneno consistía en «pedir ayuda a los bárbaros de Occidente para arrojar a los bárbaros de Oriente». Por otra parte, el proyecto sonreía a más de un prelado occidental, que veía en la cruzada la manera de emplear útilmente las energías y ambiciones de los señores feudales. Aun el pueblo se sentía atraído por la idea de abrir camino a los peregrinos a través de Asia Menor y de rescatar Jerusalén y las iglesias de Asia de manos de los sarracenos.

Así quedó decidido que se formaría un ejército; se concedió una indulgencia plenaria a cuantos se enrolasen en la cruzada por motivos exclusivamente religiosos y sus bienes se declararon inviolables, se impuso la «Tregua de Dios» (la suspensión temporal de hostilidades en las interminables guerras privadas entre los distintos señores) y se aconsejó a los clérigos y a los jóvenes casados que no partiesen a la Cruzada. El elocuente llamado que hizo Urbano II al espíritu religioso y al valor de los francos, despertó un entusiasmo delirante. La multitud respondió con el grito unánime de «¡Dios lo quiere!», y muchos se decidieron a partir en ese mismo momento. Urbano II predicó la cruzada por toda Francia durante nueve meses. Guillermo de Malmesbury describe así los hechos: «El galés abandonó la cacería, el escocés sus pulgas, el danés sus compañeros de parranda y el noruego su pescado podrido. Los campos, las casas y aun las ciudades quedaron desiertos». En la primavera de 1097, se reunieron en Constantinopla los cuatro ejércitos cristianos y en julio de 1099, quince días antes de la muerte de Urbano II, tomaron Jerusalén. Así empezaron las cruzadas. Si se hubiesen emprendido y llevado al cabo con el espíritu del santo Pontífice que las predicó por primera vez, habrían constituido un valor permanente para la causa de la Iglesia y de la cristiandad. Pero, tal como se llevaron a cabo, el bien que hicieron fue efímero, y los efectos de algunos de los males que causaron, se dejan sentir todavía en nuestros días. Aun antes de que partiese el primer ejército, algunas bandadas de entusiastas indisciplinados habían ya manchado la reputación de la cruzada con el pillaje y el as*****to en el valle del Danubio y en Constantinopla, y los turcos habían acabado con ellos sin dificultad. Por otra parte, la conquista de Jerusalén estuvo acompañada por una horrible matanza de judíos y musulmanes.

Antes de volver a Italia, Urbano II redujo al orden a algunos obispos franceses. Además, el rey de Francia, que vivía en adulterio, le prometió que se enmendaría, pero no cumplió su palabra. En mayo de 1097, Enrique IV retornó finalmente a Alemania. Algo más de un año después, el partido del antipapa entregó el castillo de Sant'Angelo, de suerte que Urbano II pudo finalmente establecerse en paz en la Ciudad Eterna. El antipapa se trasladó a Ravena. Para resolver los problemas de la Iglesia y el Estado en el sur, Urbano II nombró al conde Rogelio de Sicilia y a su heredero, legados pontificios en Sicilia. No conocemos exactamente los términos del nombramiento; en todo caso, los sucesores de Rogelio se consideraron, en lo sucesivo, como amos de Sicilia hasta que el Tratado de Letrán de 1929 suprimió sus «derechos» y privilegios. El último acto de importancia del turbulento y fructuoso pontificado de Urbano II fue la realización del Concilio de Bari, que tenía por objeto restablecer la paz entre Roma y Constantinopla. Pero en ese momento, el emperador Alejo Comneno se hallaba demasiado ocupado. Así pues, aunque algunos obispos bizantinos asistieron al Concilio, éste se limitó a resolver los problemas de los prelados italo-griegos del sur de Italia, zanjando la cuestión de la procedencia del Espíritu Santo. El éxito se debió, en gran harte, a la elocuencia de san Anselmo de Canterbury, quien había ido a Italia a informar a Urbano II de los abusos del rey Guillermo el Rojo. El Pontífice le encargó de exponer y defender la doctrina católica en el Concilio de Bari. No se puede hablar de Urbano II, sin hacer alusión a sus relaciones con san Bruno, su antiguo maestro, aunque no poseemos muchos datos sobre ellas. Cuando Odo ascendió al trono pontificio, Bruno llevaba ya dos años en la soledad de la Gran Cartuja. Dos años después, Urbano II le llamó «al servicio de la Sede Apostólica». Se puede suponer, sin riesgo de equivocarse, que Urbano II apreciaba mucho el consejo de san Bruno, pues le retuvo en Italia. San Bruno vivió algún tiempo con el Papa; más tarde, obtuvo permiso de retirarse a una ermita de Calabria, en los dominios del conde Rogelio. Aunque no se mostraba en público, permanecía a la disposición del Papa. Ello constituye un extraordinario ejemplo de obediencia y de la función de los contemplativos en la vida de la Iglesia. Sin duda que san Bruno aconsejó a Urbano II en el delicado asunto de las relaciones de san Roberto con la abadía de Molesmes y con la fundación del Cister. Según un documento pontificio, los monjes del Cister «hacen profesión de observar estrictamente la regla de San Benito», por consiguiente, no conviene obligarlos a volver a una forma de vida que desprecian. También está fuera de duda que la influencia de san Bruno y la formación que el propio Urbano II había recibido en un monasterio, contribuyeron a que el pontífice favoreciera a los monjes y concediera privilegios a los monasterios de todo el mundo.

Urbano reunió un último concilio en Roma después de la Pascua de 1099. Dicho concilio condenó una vez más al antipapa Guiberto. Urbano Il predicó en él la cruzada con tal elocuencia, que el propio hermano de Guiberto se unió a ella. El Papa murió tres meses después. El culto que el pueblo empezó a tributarle desde el día de su muerte fue oficialmente confirmado en 1881. La figura de Urbano II está relacionada con sucesos muy importantes de la historia, en los que desgraciadamente se mezclaron demasiado los príncipes temporales. Lo que sabemos de la vida privada de Urbano II cuadra perfectamente con la actitud valiente pero mesurada que tomó en el ejercicio del pontificado. El santo pontífice fue muy amante de los pobres y muy devoto de Nuestra Señora.

La vida de Urbano II está mezclada con todos los sucesos importantes de la época, de suerte que resulta imposible citar todas las fuentes. En el Liber Pontificalis (Duchesne, vol. II, 293-295), hay una reseña bastante completa del pontificado de Urbano II, escrita por Pedro Guillermo. Naturalmente las crónicas de la época hablan mucho de este Pontífice. En la obra de Mann, The Lives of the Popes in the Middle Ages, vol. VII, pp. 245-346, hay un estudio muy detallado del pontificado de Urbano II. Urbano II prestó grandes servicios a la Iglesia y contribuyó a la solución de los problemas políticos de su época, como lo demuestran Hauck, Kirchengeschichte Deutschlands, vol. III, pp. 858-881, y la Cambridge Medieval History, vol. IV, pp. 87-95. Decreto de confirmación de culto en ASS 14 (1881) pág 217.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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