03/07/2025
CASI TODO MAL
Entre errores ortográficos, furcios vocales, ausencia de criterio y reculadas por falta de agallas, el Concejo en sus sesiones ordinarias, nos demuestra una vez más que, en la política local, puede suceder cualquier cosa, e incluso, lo más absurdo podría oficializarse. Lo que sigue intenta ser un análisis objetivo desde el punto de vista crítico del periodismo.
El 13 de mayo de 2025, bajo el Expediente 121-2025, ingresó al Orden del Día del Concejo un proyecto del bloque oficialista, en el cual se proponía imponer el nombre de "Barrio Los Pinos" a un Espacio Verde que había sido usurpado por ocupantes ilegales, privando así a los legítimos compradores de los lotes adyacentes del derecho a contar con un área común de recreación y un pulmón verde para el barrio. La iniciativa, que alegaba ser una respuesta a un pedido realizado por un grupo de vecinos del lugar, fue leída en sesión y derivada a la Comisión de Asuntos Sociales.
Semanas después, justo antes de las elecciones provinciales, el 3 de junio ingresó una nota firmada por otro grupo de vecinos del asentamiento, manifestando su deseo de conservar el nombre con el que, para la posteridad, se había hecho tristemente célebre esa zona tomada: "Espacio Verde Km 40". En la nota solicitaban que esa denominación fuera oficializada mediante ordenanza. Lo habitual es que las notas vecinales pasen a la Secretaría del Concejo, pero en esta oportunidad, tras un furcio de la vicepresidente que mencionó al concejal "Anderson" al otorgarle el uso de la palabra, la nota terminó integrándose al Expediente 121-2025, que aún se encontraba en la comisión correspondiente.
Finalmente, en la sesión del 1 de julio, el pleno del Concejo resolvió archivar el proyecto presentado por el bloque oficialista, que intentaba bautizar con el nombre de "Barrio Los Pinos" a este predio originalmente usurpado, pero luego bendecido por la política, que, con su habitual desidia, terminó convalidando la ocupación.
Hasta aquí, el panorama es el siguiente: la nota de los vecinos que pedían conservar el nombre "Espacio Verde Km 40" logró su cometido a medias. El proyecto "Los Pinos" fue archivado. Pareciera que el Concejo, sin decirlo en voz alta, optó por no contrariar a nadie, ni a los vecinos ni al calendario electoral. Lo cierto es que, al día de hoy, el asentamiento continúa sin un nombre oficial establecido por ordenanza. Todo esto se debe, en buena medida, a la incapacidad del Concejo para explicar a la comunidad que los nombres de los barrios no pueden, bajo ningún concepto, hacer apología del delito. "Espacio Verde Km 40", por más que haya sido adoptado popularmente, es un recordatorio permanente de la usurpación que dio origen al asentamiento. Oficializarlo sería, lisa y llanamente, el blanqueo político de una irregularidad que debería ser corregida, no celebrada, convirtiendo el atropello en nomenclatura. Y todo, claro, con la firma y el sello del 'Honorable' Concejo, que en este caso se convertiría en la escribanía de los hechos consumados.
Por todo lo anterior, si la Comisión de Asuntos Sociales algún día decide sacar esta nota del letargo administrativo e insiste con la propuesta de este segundo grupo de residentes del asentamiento, sería deseable, por simple decoro semántico, que el nombre elegido refleje, aunque sea mínimamente, la historia real del lugar. Propuestas honestas no faltarían: "Espacio Verde Usurpado", "Barrio Asentamiento Ilegal", o, con un toque de ternura populista, "Los Okupas del Espacio Verde". Al fin y al cabo, si vamos a bautizar, que no nos falte sinceridad, ni ese humor involuntario tan típico de la política local.
Toda esta terminología de tono rudo empleada anteriormente tiene un propósito: hacer entender a este grupo de residentes que insistir con este nombre es como jactarse de pertenecer a una cultura villera que se vanagloria de los delitos cometidos. Puede que estos ya hayan prescrito, o que la política haya intentado suavizarlos bajo pretextos sociales. Por lo tanto, cuanto antes logren borrar el estigma de 'okupas' o de usurpadores, mejor para todos.
Aunque pueda parecer un detalle menor, resulta tan revelador como hilarante: el encabezado del proyecto de ordenanza presentado por el bloque proponente consigna, con total solemnidad, el nombre "BLOQUE RENOCADOR: CRECIENDO DE NUEVO". Sí, Renocador, con "c". Una joya tipográfica que resume, en una sola palabra mal escrita, el nivel de revisión y cuidado con el que se elaboran documentos oficiales en el ámbito de lo que debería ser, al menos por su denominación formal, el 'Honorable' Concejo.
Pero claro, entre errores como este y otros mucho más graves que sí afectan directamente a la ciudadanía, no sorprende que cada vez más comunicadores locales hayan comenzado a prescindir de los términos "honorable" y "deliberante" al referirse a dicho cuerpo legislativo. Y mientras algunos aún se preguntan por qué la prensa realiza tantas observaciones críticas sobre lo que sucede puertas adentro del Concejo, la respuesta está a la vista: ni siquiera son capaces de escribir correctamente el nombre de su propio bloque.
Para cerrar, el título "Casi Todo Mal" intenta llamar la atención sobre cómo las cosas pueden salir mal, incluso cuando la intención fuera buena. En este caso, la voluntad de imponer un nombre normal a un barrio por parte del bloque oficialista fue una iniciativa acertada, pero su rápida abdicación sin dar pelea, aún teniendo todos los argumentos a su favor, demuestra que algunos ediles no están a la altura de las circunstancias. Por otra parte, la intervención del concejal Andersen, solicitando que la nota de los vecinos pase a la Comisión de Asuntos Sociales en lugar de dirigirse a la Secretaría del Concejo, también es algo que debería suceder habitualmente, es decir, que los concejales mocionen que las notas vecinales pasen directamente a las comisiones, como se hacía en otras épocas. Aunque, en este caso, el resultado terminó siendo casualmente contraproducente.
Ahora sigamos con el análisis de lo que no se ha hecho del todo bien. En primer lugar, la interceptación de la primera nota de los vecinos por parte del bloque oficialista, tomándola directamente sin que la misma siquiera ingresara en el Orden del Día, tiene dos lecturas. Una, positiva: podría alegarse el interés por resolver los pedidos vecinales con celeridad. La otra, negativa: le da al oficialismo que preside y maneja los hilos del Concejo acceso a información privilegiada, lo que le otorga una ventaja evidente frente a la oposición, dándole la posibilidad de seleccionar las notas ingresadas que le resulten más convenientes o atractivas políticamente.
Otro aspecto que no ha sido manejado correctamente tiene que ver con las formas. Este error ortográfico en el encabezado de todas las presentaciones del bloque oficialista da miedo. Asusta que no se percaten de algo tan evidente, escrito en letras mayúsculas de gran tamaño. Esto genera la inquietante impresión de que, si no advierten lo obvio, en la letra chica podrían esconderse las verdaderas sorpresas.
Luego, lo que definitivamente no se ha hecho bien es el veloz pase al archivo del proyecto más sensato. Aquí la crítica apunta a la falta de capacidad para sostener con argumentos una propuesta válida. Y vaya si hay argumentos: abundan y sobran.
Tal vez por eso, y no sin algo de justicia poética, la prensa local ya lo ha rebautizado como "el Concejo de las sesiones ordinarias", no por su calendario de funcionamiento, sino por lo ordinario de su contenido.
Este es un aporte de Rogelio Zir, con el propósito de advertir sobre el riesgo de que el Concejo, por negligencia o torpeza, incurra en una forma burda de apología del delito al oficializar nombres de barrios en Alem.