
15/06/2025
COMUNIDAD MAPUCHE RANQUEL RUPÜ ANTÜ: “VOLVER AL TERRITORIO ES VOLVER A VIVIR”
Durante el Primer Congreso de Agroecología de los Pueblos, realizado en la Universidad Nacional de Luján, la comunidad Mapuche Ranquel Rupü Antü —que impulsa una escuela de agroecología en el partido de Lincoln— compartió su mirada sobre el extractivismo, el rol de los gobiernos y la urgencia de reconstruir una relación con la tierra basada en la memoria, la palabra y la reciprocidad. Desde su cosmovivencia, también desmontan conceptos: “No somos agroecologistas. Hacemos prácticas ancestrales”. Su voz representa a muchas comunidades que siguen resistiendo frente al racismo estructural, el extractivismo y el negacionismo.
“Volver al territorio es volver a vivir. Es reencontrarnos con la propia cosmovivencia y cosmovisión, basada en una forma de vida natural”, dice Marina, integrante de la comunidad Mapuche Ranquel Rupü Antü, que sostiene la escuela de agroecología Kelu Mula en el partido de Lincoln, Buenos Aires. Allí, el trabajo con la tierra no es solo producción: es una forma de sanar, de reconstruir sentidos, de habitar en armonía con la biodiversidad. Sin territorio, afirma, el cuerpo está incompleto; la vida, fragmentada. Por eso, el retorno a la tierra es un acto vital.
“No somos agroecologistas, sino que hacemos prácticas culturales y ancestrales.” Aunque participan de espacios de intercambio y formación junto a otras experiencias agroecológicas, desde la comunidad no se identifican con ese término. “Agroecología” es, en sus palabras, un concepto “politizado” que sirve para traducir hacia afuera lo que en verdad es una forma ancestral de relación con la tierra. “Agro quiere decir meter las manos para modificar algo; nosotros practicamos formas naturales, como lo hicieron nuestros antepasados”, explica.
El agronegocio y los venenos destruyen el equilibrio natural y silencian especies. “El Pueblo Mapuche era cazador, no era hortícola. Hoy día tenemos que estar sembrando nuestra comida por el solo hecho de que nos están arrasando los territorios, envenenando el agua, y no queremos consumir verduras contaminadas”, expresa Marina. Sembrar, entonces, no es solo una decisión alimentaria, sino una estrategia de resistencia. Un acto de dignidad frente al extractivismo, una forma de cuidar la salud sin depender del sistema que enferma.
El actual gobierno profundiza una política de despojo estructural. La comunidad Mapuche Ranquel denuncia sin eufemismos: “No esperamos nada de este gobierno.” Nombran a Milei, Bullrich y Villaruel como herederos directos de la Campaña del Desierto. Sin embargo, también remarcan que los gobiernos anteriores tampoco promovieron políticas reales de resguardo para los Pueblos Indígenas ni para los ecosistemas. Hoy el avance es más feroz que nunca. “El racismo se mantiene, siguen desalojando a las comunidades que cuidan los territorios.”
Frente a ese desprecio estructural, se sostiene una forma de vida basada en el respeto, la reciprocidad y el buen vivir. La palabra, el encuentro, el vínculo con la tierra y el conocimiento compartido son pilares que sostienen la vida. En coherencia con esa cosmovivencia, la comunidad impulsa espacios como la escuela Kelu Mula, donde sembrar también es transmitir memoria, lucha y ternura. Allí, la práctica cotidiana se vuelve una forma de resistencia y de defensa del territorio ancestral.
Entrevista: Andrea Perez
Edición: Laki Quispe Pérez