23/05/2025
Esa pregunta ronda cada vez más fuerte. Pero cada vez que me la hacen, yo pienso lo contrario. Siento que, bien usada, la IA no viene a reemplazarnos… viene a permitirnos volver a ser lo que alguna vez soñamos. Y en mi caso, creo que es así. De chico me fascinaba dibujar. Podía pasar horas entre hojas, trazos y colores, imaginando personajes, escenarios, mundos. Soñaba —como muchos chicos de los ’90— con trabajar algún día en Disney. Era mi manera de conectar con la creatividad. No sabía aún cómo, pero algo en mí ya entendía que quería contar historias.Más adelante, en la primaria, una redacción que hice terminó siendo leída por la directora del colegio frente a todo el grado. Fue la primera vez que sentí que una historia escrita podía tocar a otros. Ese día algo se encendió: descubrí que había un puente entre lo que yo imaginaba y lo que los demás podían sentir. Fue un momento fundacional, aunque entonces no tuviera nombre.Llegó la adolescencia y, con ella, el micrófono. La radio me abrió otra puerta. Ya no era la palabra escrita, sino la palabra hablada. Me formé como locutor y descubrí el poder de acompañar, informar, entretener. Me enamoré de la voz como vehículo de emoción. Ahí también apareció el doblaje, como un juego maravilloso de interpretación que me conectaba con mi niño creativo… aunque por años quedó en pausa, eclipsado por los ritmos del trabajo diario.Con el tiempo, y ya en la vida profesional, me volqué al periodismo digital. Escribí mucho. Muchísimo. Casi todos los días. Cubrí noticias, armé coberturas, entrevisté, produje contenido. Fue una etapa de muchísimo aprendizaje. Pero a medida que pasaban los años, sentía que faltaba algo. Como si los fragmentos de mi historia —el dibujo, la narración, el doblaje, la imaginación— estuvieran ahí, pero desconectados.Hasta que apareció la inteligencia artificial.A mis 40 años, cuando muchos creen que ya está todo definido, descubrí que la tecnología no era una amenaza, sino una oportunidad. Porque me permitió unir todos esos mundos que parecían lejanos: el arte, la voz, las historias, la animación. Pude crear un personaje como Mr. Búh, escribir sus guiones, darle vida, voz y personalidad. Pude hacer todo lo que soñaba de niño… pero con las herramientas de hoy.Y no lo hice desde un estudio en Hollywood. Lo hice desde el living de mi casa, con una notebook, pasión, y esa curiosidad que nunca me abandonó. Sin equipos millonarios ni estructuras gigantes. Solo con ganas de contar algo que valga la pena.Hoy puedo decir que la inteligencia artificial no me quitó el trabajo. Me devolvió un sueño que creía perdido.Vuelvo a ser niño y lo comparto con ustedes.Bienvenidos a esta era donde la tecnología no nos reemplaza, sino que nos potencia.Y vos, ¿qué parte de tu niñez volverías a abrazar si hoy pudieras mezclarla con lo que sabés?La IA me dio esa oportunidad. Tal vez a vos también.