15/10/2025
NO ES UN NUEVO COMIENZO SI CARGAS LO DE SIEMPRE
Por Marcelo Laffitte
En la vida cristiana hay momentos en los que necesitamos un nuevo comienzo. Pero cuidado: no todo lo que parece un “reinicio” lo es en verdad. A veces lo que llamamos “volver a empezar” es solo volver al mismo lugar, con las mismas cargas, los mismos errores y sin ninguna visión renovada.
Reiniciar implica tomar conciencia, revisar lo vivido, aprender de lo que no funcionó y encarar una nueva etapa con claridad, humildad y fe. Repetir, en cambio, es continuar en círculos viciosos: cambiamos de escenario, pero no de corazón; cambiamos de trabajo, de ciudad o incluso de iglesia, pero no dejamos atrás el orgullo, el miedo o la falta de perdón.
Y aquí entra una gran verdad: no se puede avanzar con el alma pesada.
EQUIPAJE LIVIANO PARA EL ALMA
¿Con qué estás cargando tu mochila emocional? ¿Qué cosas deberías soltar hoy para poder caminar liviano hacia el propósito de Dios?
• Hay que soltar la culpa del pasado si ya fuiste perdonado.
• Hay que dejar la necesidad de aprobación constante que agota el alma.
• Hay que dejar esas relaciones tóxicas que no edifican ni sanan.
• Hay que dejar los resentimientos guardados que solo enferman el corazón.
• Hay que soltar el control y volver a confiar en el Señor.
Jesús dijo:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
Ese descanso solo llega cuando soltamos lo que pesa y confiamos en quien puede renovar nuestro ser.
UNA HISTORIA REAL
Para ilustrarlo, te comparto una situación real que me impactó:
Conozco la historia de una mujer que, tras muchos años de un matrimonio muy conflictivo, decidió separarse y “empezar de nuevo”. Vendió la casa, se mudó a otra ciudad, consiguió trabajo y rehízo su entorno social. A simple vista, todo indicaba que había reiniciado su vida.
Pero no pasó mucho tiempo hasta que los mismos conflictos, las mismas heridas y las mismas actitudes empezaron a reaparecer en su nueva relación. La historia comenzó a repetirse, casi como una copia del pasado. ¿Qué había pasado? Había cambiado de lugar, de pareja y de rutina… pero no había soltado su enojo, su desconfianza, su orgullo ni su necesidad de tener siempre la razón.
Ella no había reiniciado… solo había repetido el ciclo, con distinto escenario.
Un pastor la confrontó con amor y le dijo:
—Dios puede darte una nueva historia, pero no va a escribirla sobre páginas manchadas que te niegas a arrancar.
Ese día ella lloró como nunca, oró como nunca… y empezó de verdad como nunca.
No solo cambió de vida, cambió de corazón.
Reiniciar no es solo volver a empezar, es empezar distinto, con una mochila más liviana, una mirada más profunda y un corazón más dependiente de Dios.