18/12/2025
- Un golpe al bolsillo para miles de ciudadanos con la eliminación de la zona fría de gas y el Conicet sigue ganando
Adiós a la zona fría. La Cámara de Diputados se disponía a aprobar el Presupuesto 2026, al momento de redactarse esta columna, y en el articulado se escondió una decisión que, lejos de ser técnica, es ideológica.
En el artículo 72 del proyecto enviado por Javier Milei apareció la eliminación de los descuentos en la tarifa de gas para las zonas frías de la provincia de Buenos Aires. Este régimen estaba vigente desde 2021, cuando se aprobó la Ley 27.637. Desde entonces, el relato libertario lo presenta como un “privilegio”. El problema es que los números –esos que Milei dice venerar– cuentan otra historia. En una vivienda de una zona no fría del país se consumen, en promedio, 542 metros cúbicos de gas al año. Apenas un tercio se usa para calefacción. En una vivienda de la zona fría, el consumo salta a 1.052 metros cúbicos: casi el doble. Y casi la mitad de ese gas se usa para calefaccionar. No para despilfarrar, sino para no pasar frío.
Otro mito que se cae solo: el de los subsidios “para todos”. En la provincia de Buenos Aires el beneficio alcanza a 1.240.000 hogares sobre un total de más de seis millones, es decir, apenas el 20,5% de las familias bonaerenses. Además, el régimen distingue por nivel socioeconómico y aplica descuentos del 30 % o del 50 %. ¿Y el famoso “despilfarro”? Según estudios de economía y energía, el consumo en las nuevas zonas frías aumentó apenas 7 % entre 2021 y 2024. Menos del 10 %. Bastante lejos de la imagen de estufas prendidas con las ventanas abiertas que circula en algunos despachos. Queda el argumento fiscal, el comodín preferido del Gobierno. Pero acá aparece el dato más incómodo: hasta que llegó la gestión libertaria, el Fondo Fiduciario para Descuento en Gas para Zonas Frías no solo no generó déficit, sino que tuvo superávit todos los años. Más de 16 mil millones en 2021, casi 8 mil millones en 2022 y más de 39 mil millones en 2023. Plata sobraba. ¿Y entonces? En 2024, primer año completo de Milei y Caputo, el fondo cerró con un déficit de casi 55 mil millones de pesos. Nadie explica qué pasó. Pero la solución elegida no fue ordenar, auditar o corregir: fue cortar. La pregunta que nadie contesta es si el sistema funcionaba y no le costaba un peso al Estado, ¿por qué eliminarlo? La respuesta parece menos económica que doctrinaria. La motosierra, esta vez, no apunta al gasto. Apunta al calefactor.
Adiós a la zona fría. La Cámara de Diputados se disponía a aprobar el Presupuesto 2026, al momento de redactarse esta columna, y en el articulado se escondió una decisión que, lejos de ser técnica, es ideológica. En el artículo 72 del proyecto enviado por Javier Milei apareció la eliminación de los descuentos en la tarifa de gas para las zonas frías de la provincia de Buenos Aires. Este régimen estaba vigente desde 2021, cuando se aprobó la Ley 27.637. Desde entonces, el relato libertario lo presenta como un “privilegio”. El problema es que los números –esos que Milei dice venerar– cuentan otra historia. En una vivienda de una zona no fría del país se consumen, en promedio, 542 metros cúbicos de gas al año. Apenas un tercio se usa para calefacción. En una vivienda de la zona fría, el consumo salta a 1.052 metros cúbicos: casi el doble. Y casi la mitad de ese gas se usa para calefaccionar. No para despilfarrar, sino para no pasar frío.
Otro mito que se cae solo: el de los subsidios “para todos”. En la provincia de Buenos Aires el beneficio alcanza a 1.240.000 hogares sobre un total de más de seis millones, es decir, apenas el 20,5% de las familias bonaerenses. Además, el régimen distingue por nivel socioeconómico y aplica descuentos del 30 % o del 50 %. ¿Y el famoso “despilfarro”? Según estudios de economía y energía, el consumo en las nuevas zonas frías aumentó apenas 7 % entre 2021 y 2024. Menos del 10 %. Bastante lejos de la imagen de estufas prendidas con las ventanas abiertas que circula en algunos despachos. Queda el argumento fiscal, el comodín preferido del Gobierno. Pero acá aparece el dato más incómodo: hasta que llegó la gestión libertaria, el Fondo Fiduciario para Descuento en Gas para Zonas Frías no solo no generó déficit, sino que tuvo superávit todos los años. Más de 16 mil millones en 2021, casi 8 mil millones en 2022 y más de 39 mil millones en 2023. Plata sobraba. ¿Y entonces? En 2024, primer año completo de Milei y Caputo, el fondo cerró con un déficit de casi 55 mil millones de pesos. Nadie explica qué pasó. Pero la solución elegida no fue ordenar, auditar o corregir: fue cortar. La pregunta que nadie contesta es si el sistema funcionaba y no le costaba un peso al Estado, ¿por qué eliminarlo? La respuesta parece menos económica que doctrinaria. La motosierra, esta vez, no apunta al gasto. Apunta al calefactor.
La eliminación del beneficio de “Zona Fría” a usuarios de gas sacudirá a la economía de Mar del Plata. Oportunamente, la Unión del Comercio, Industria y Producción (UCIP) reclamó la continuidad de los usuarios de Mar del Plata y Batán y la zona como Miramar y otras localidades dentro del régimen de beneficios de “zona fría” que les permite afrontar el consumo de gas de red con algunos descuentos debido a las condiciones climáticas promedio de la región que exigen mayor uso de calefacción. Además, consideraron que eliminar esta alternativa le significaría al distrito y su circuito económico una pérdida superior a los mil millones de pesos. “Este monto, que hasta ahora las familias volcaban en compras en comercios de cercanía, servicios profesionales, gastronomía o esparcimiento, será absorbido íntegramente por el pago de las nuevas tarifas plenas”, señalaron desde la entidad, y dan por hecho que en ese caso el dinero en cuestión irá a parar a las empresas prestadoras y demás organismos vinculados a la operatoria del sistema energético nacional.
“En la práctica, significa un drenaje directo de liquidez que no será consumido en la ciudad, generando un efecto contractivo en la actividad económica general”, advirtieron frente al impacto que puntualmente tendría para el sector del comercio y la industria. “Por un lado, las familias pierden poder adquisitivo de forma masiva, lo que reduce su capacidad de consumo. Por otro lado, esa masa de dinero se redirige fuera del circuito económico local. Una pérdida de ventas billonaria mensualmente del almacén, la ferretería, la zapatería del barrio o el café de la esquina”, aseguró Blas Taladrid, presidente de la entidad. Se estimó que, por transferencia directa, unos 250.000 hogares verán incrementadas sus facturas en montos que, en promedio, van desde los $6.000 hasta más de $30.000 mensuales, dependiendo su nivel de consumo y si contaban con el subsidio del 30 % o del 50 %. En cuanto al impacto en el comercio minorista, se consignó que este sector será el primer y más grande afectado, al enfrentar una caída en la demanda por la reducción del ingreso disponible de sus clientes. “La menor actividad comercial repercutirá en una menor demanda de servicios, logística y producción a nivel local, y compras al sector industrial, poniendo en riesgo la sostenibilidad de muchas pymes y las fuentes de empleo que estas generan”, se indicó.
Fuente Diario La Capital