25/08/2025
Milei es un ladrón a la vista, pero lo que hay detrás es peor. Clarín titula que las escuchas son una operación de inteligencia K y La Nación ya lanzó la campaña contra el fiscal Picardi, uno de los pocos que procedió con corrección en ese aparato judicial podrido.
Milei es la fractura expuesta de la derecha ladrona, pero en el in****no de Magnetto todo se explica con la “inteligencia K”. Según esa lógica, las charlas de Spagnuolo fueron grabadas por un K escondido en el bar, o el propio Spagnuolo se grabó y arrojó el audio al balcón de Cristina. Los K, que “no existen”, son para Milei los autores de los votos contra sus vetos. Un elogio involuntario: habrían salvado la discapacidad, la universidad y el Garrahan. Ni de eso se dan cuenta.
Lule Menem anuncia la “operación K” y Clarín la consagra en tapa. Mañana dirán que Cristina grabó a Spagnuolo o lo convenció de traicionar. Mientras tanto, el escándalo que debería hacer renunciar a Milei se tapa con maniobras mediáticas.
Clarín entretiene con Villarruel, que habló de “tiempos oscuros” en Chubut, y con eso llenó media tapa. Si echan a Conan y su dueño, ya tienen lista a su reemplazo: más viva y más mala, sin delirios de Telefónica que incomoden al poder.
La campaña contra Picardi ya empezó: que allanó demasiado rápido, que se llevó el teléfono de Spagnuolo. Pobre Spagnuolo. Mientras, el vocero de la corrupción mileísta rechaza al abogado ofrecido por el propio gobierno que lo echa. Un in****no de contradicciones. El poder es una droga: lo consumen como paco, mezclado con la pasta base de la Andis.
Los que soñaron con que esta vez pagarían los verdaderos culpables, pueden ir desensillando.