Gral Dn Ricardo López Jordán

Gral Dn Ricardo López Jordán "El que no defienda a Entre Ríos es un traidor!. Al que lo defienda, la Patria le ofrece una corona!. La muerte antes que la esclavitud!"
Gral. Dn.

Ricardo López Jordán.

30 de agosto de 1822 – Nace en Paysandú Ricardo Ramón López Jordán"Paysandú recibe de sus colinas un penetrante perfume ...
30/08/2025

30 de agosto de 1822 – Nace en Paysandú Ricardo Ramón López Jordán

"Paysandú recibe de sus colinas un penetrante perfume de aromitos. Un llanto de párvulo estalla y alumbra. Doña Tadea Jordán tiene ya otro nieto… y el Litoral un hijo que dará mucho que hablar en el futuro."

Hijo del Cnel. José Ricardo López Jordán, el pequeño Ricardo llegó al mundo en tierras orientales, donde su familia se encontraba exiliada junto a los principales jefes federales —entre ellos Cipriano de Urquiza (ministro y cuñado, casado con María Teresa de Jesús López Jordán), Anacleto Medina, Piriz y Obando— tras el derrocamiento del gobierno legítimamente constituido por obra del traidor Lucio Mansilla (1821).

El 6 de septiembre de 1822 fue bautizado en la Parroquia de San Benito de Paysandú por el cura vicario Solano García, teniendo como padrinos a Juan Antonio García y Casimira Texera.

En 1823, los emigrados políticos regresaron a Entre Ríos gracias a la amnistía decretada por el nuevo gobernador Juan León Solas.
Así comenzaban los primeros pasos del que sería el General Ricardo López Jordán, caudillo federal entrerriano.

✊🏼🇱🇺 ¡Viva López Jordán! Defendemos la soberanía entrerriana.
📖 Fuente: Fermín Chávez – Vida y muerte de López Jordán

El Gral. López Jordán es trasladado prisionero a ParanáLuego de la derrota en Alcaracito y tras varias horas de marcha, ...
17/08/2025

El Gral. López Jordán es trasladado prisionero a Paraná

Luego de la derrota en Alcaracito y tras varias horas de marcha, don Ricardo ordenó desmontar para descansar, ya en territorio correntino.
—¿Qué piensa hacer ahora, general? —le preguntó Robustiano Vera.
—Por lo pronto, descansar, ya que nos hemos distanciado del enemigo. Además, remitiré un parte a mi amigo, el Cnel. Cáceres, que seguramente estará en su estancia vieja, pidiéndole me asegure protección hasta la frontera.

Sin embargo, aquel viejo amigo lo traicionaría, entregándolo en Goya al 3° de Infantería, a cargo del subteniente Miguel Malarín. Bajo fuerte custodia, fue trasladado a bordo de la bombardera ARA República hacia Paraná, donde se lo engrilló y se lo confinó en una de las piezas del inmueble donde habían funcionado el Senado y el Poder Judicial de la Confederación (actualmente el Colegio del Huerto).

La celda se hallaba frente a la Plaza de Mayo, separada por una pared de la Iglesia Catedral. Allí permaneció desde diciembre de 1876 hasta su traslado definitivo a Rosario, el 6 de enero de 1878.

En esa ciudad fue alojado en el edificio de la Aduana, junto a otros prisioneros jordanistas, entre ellos el Cnel. Benicio González.

Fuentes:
Francisco Schauman, Las montoneras de López Jordán, 1968.
Aníbal S. Vázquez, Caudillos Entrerrianos – López Jordán, Rosario, 1940.

El 30 de agosto de 1822, en Paysandú, el perfume de los aromitos acompañaba el llanto de un recién nacido: Ricardo Ramón...
14/08/2025

El 30 de agosto de 1822, en Paysandú, el perfume de los aromitos acompañaba el llanto de un recién nacido: Ricardo Ramón López Jordán, sobrino del legendario Francisco Ramírez. A los siete días fue bautizado en la parroquia de San Benito.

Se educó en Concepción del Uruguay y, de joven, continuó sus estudios en Buenos Aires, en el Colegio de San Ignacio de los jesuitas, compartiendo aulas con futuros protagonistas de la historia argentina.

A los 19 años, en 1841, ingresó como simple soldado en la escolta de Urquiza. En la batalla de Arroyo Grande (1842) se destacó al punto de llevar personalmente a Rosas el parte de victoria. Participó luego en Laguna Limpia, donde hizo prisionero al general Juan Madariaga, y en Potrero de Vences, donde salvó la vida de prisioneros que iban a ser ejecutados.

Su ascenso fue rápido:

6 de julio de 1849: designado comandante militar de Concepción del Uruguay por decreto del gobernador delegado Antonio Crespo.

25 de octubre de 1850: ascendido a capitán de caballería de línea por decreto firmado por Urquiza y el general José M. Galán.

En 1851, cruzó el río Uruguay rumbo a Montevideo, sitiada por Oribe, para cumplir una misión especial. Pocos días después, fue el encargado de llevar oficialmente la noticia de la terminación de la guerra. En reconocimiento, el gobierno de Montevideo le obsequió una espada con vaina y empuñadura de plata.

Durante esa estadía, con 29 años, se hizo retratar al óleo por Amadeo Gras. Esa imagen —conservada por sus descendientes— es una de las más fieles representaciones del caudillo: rasgos firmes, mirada resuelta y porte de hombre hecho para las empresas heroicas.

En la batalla de Caseros (1852), ya como sargento mayor, combatió convencido de la causa federal y de Urquiza como líder del Río de la Plata. El tiempo demostraría que su camino y el del gobernador entrerriano terminarían en bandos opuestos.

Fuente:
CHÁVEZ, Fermín. Vida y muerte de López Jordán. Buenos Aires: Biblioteca Argentina de Historia y Política, Hyspamérica, 1986.

El 1 de mayo de 1883 finalizaba el mandato de Antelo y, con mucha anticipación, comenzaron a perfilarse algunas candidat...
14/08/2025

El 1 de mayo de 1883 finalizaba el mandato de Antelo y, con mucha anticipación, comenzaron a perfilarse algunas candidaturas. Se destacaron la del Gral. Eduardo Racedo —apoyado por el oficialismo, ya que Antelo había roto su compromiso con Febre para volcarse a su favor—, la del Dr. Ramón Febre y la del Dr. Diógenes de Urquiza, quien finalmente retiró su postulación.

Racedo consiguió atraer el apoyo de los jordanistas. Pese al considerable debilitamiento de este sector en Entre Ríos —consecuencia de una prolongada lucha en condiciones adversas, de sucesivas derrotas y del fracaso de las invasiones de 1873 y 1876—, el Gral. Dn. Ricardo López Jordán seguía contando con la lealtad de personas capaces y de prestigio, de modo que ningún futuro gobierno podía desestimar su respaldo y colaboración.

Tras una entrevista con López Jordán, entonces en el exilio, Racedo obtuvo la adhesión del sector. En Concepción del Uruguay, bajo la presidencia del Dr. José Lino Churruarín, su candidatura reunió calificados y numerosos adherentes de corrientes tan opuestas como los urquicistas y los jordanistas.

Sin embargo, la propuesta de Racedo, ya como gobernador, de trasladar la capital a Paraná provocó que prestigiosos jordanistas —que poco antes habían contribuido a su victoria electoral— le retiraran su apoyo. A la actitud del Dr. Mantero se sumaron las de Agustín Amestoy, Benito G. Cook y Anastasio Cardassy, jordanistas de la primera hora, quienes se unieron en enérgica protesta contra lo que consideraban un acto improcedente.

Desde el exilio, López Jordán opinaba que la cuestión capital sería perjudicial para los intereses de Entre Ríos. Consideraba que ese debate solo dividiría a los entrerrianos. Así lo expresó en carta a su amigo Francisco Paredes Tecier, fechada el 30 de mayo de 1883:

"Yo entiendo, pues, que la cuestión capital, el único fruto que van a cosechar los que intentan llevarla al Paraná, es dividir la provincia como en tiempos remotos..."

Fuentes:
Oscar Urquiza Almandoz, Historia de Concepción del Uruguay, Tomo III.
El Nacional, 29 de noviembre de 1876.

El Tratado de Pilar: una falsa promesaEl 23 de febrero de 1820 se firmó en la localidad de Pilar el pacto entre Buenos A...
13/08/2025

El Tratado de Pilar: una falsa promesa

El 23 de febrero de 1820 se firmó en la localidad de Pilar el pacto entre Buenos Aires (Manuel de Sarratea), Santa Fe (Estanislao López) y Entre Ríos (Francisco Ramírez). Los tres gobernadores se comprometían a organizar el país bajo un sistema republicano y federal, y a reunirse en un plazo de sesenta días para adoptar una resolución definitiva. Este acuerdo es uno de los “pactos preexistentes” mencionados en el Preámbulo de la Constitución Argentina.

La historiografía liberal ha presentado este tratado como la piedra fundamental de la reorganización nacional, en el marco de la construcción de una “argentinidad” transmitida luego a través de la enseñanza pública. Se exalta así a Pilar como “cuna del federalismo”, aunque conviene recordar las Instrucciones dadas por José Gervasio Artigas a sus diputados en la Asamblea del Año XIII: independencia, república, federalismo, división de poderes y libre comercio.

Paradójicamente, el Tratado del Pilar tuvo como principal consecuencia —a nuestro entender— la traición a Artigas, líder que encarnó el camino de la federación y la resistencia a la oligarquía y el centralismo porteño. Sus propios lugartenientes lo abandonaron, ya fuera por ambiciones personales, mezquinos intereses o condicionantes del contexto. En los hechos, el federalismo proclamado en este pacto quedó reducido a letra mu**ta, como se evidenció con el tiempo: primero, Buenos Aires se libró de Artigas gracias a Pancho Ramírez; luego, Estanislao López y, sobre todo, Lucio Mansilla eliminaron al caudillo entrerriano.

De este modo, los unitarios encontraron el terreno libre para consolidar el monopolio porteño en desmedro del interior, al que despectivamente llamaban “los trece ranchos”.

Por ello consideramos que el Tratado del Pilar, parafraseando a Norberto Bobbio, fue una falsa promesa: lejos de significar la derrota del poder oligárquico, marcó un hito en la consolidación del centralismo porteño, preparando el terreno para una Argentina hecha a la medida de unos pocos: la de Sarmiento y la de la Generación del ’80.

Y allí, tiempo después, se alzó el jordanismo, enfrentando a la oligarquía aduanera bajo la conducción del general Ricardo López Jordán, heredero del artiguismo popular del Litoral.

Por Ceferino Alarcón

Cuando el gobierno del Dr. Ramón Febre llegaba a su fin, comenzó la contienda por la elección de su sucesor. Tres candid...
13/08/2025

Cuando el gobierno del Dr. Ramón Febre llegaba a su fin, comenzó la contienda por la elección de su sucesor. Tres candidaturas se presentaron:

La del Cnel. José Francisco Antelo, de carácter oficialista, respaldado por el aparato electoral y el propio Febre.

La del Dr. Leonidas Echagüe, quien ya había ocupado la gobernación de Entre Ríos entre 1871 y 1875, con el lema «La unión de todos los entrerrianos» (en alusión a una sociedad todavía profundamente dividida entre nacionalistas y jordanistas).

La del Dr. José Lino Churruarín, sostenido por los jordanistas intransigentes, en un momento en que ese movimiento se hallaba dividido.

Echagüe había entablado gestiones directas con uno de los principales dirigentes jordanistas, el Dr. Carlos María Querencio, hecho llamativo si se considera que, durante su anterior mandato, había sido un implacable perseguidor de ese sector.

El 1º de noviembre de 1878 se realizaron las elecciones en un clima caldeado no solo por la pasión política, sino también por la amenaza de invasión de los jordanistas comandados por el Cnel. Carmelo Campos y el Cnel. Eloy Fernández. Algunos síntomas de agitación se registraron en Gualeguay y Diamante.

A pesar de un acuerdo de último momento entre los partidarios de Echagüe y de Churruarín, el triunfo correspondió al Cnel. Antelo.

Fuentes:
Oscar Urquiza Almandoz, Historia de Concepción del Uruguay, tomo III.
El Nacional, 29 de noviembre de 1876.

Gras, M. C. (1946). El pintor Gras y la iconografía histórica sudamericana (Lámina 75, p. 207). Buenos Aires: Librería y...
12/08/2025

Gras, M. C. (1946). El pintor Gras y la iconografía histórica sudamericana (Lámina 75, p. 207). Buenos Aires: Librería y Editorial El Ateneo. (Publicado por la Junta de Historia de Rosario, 2024). Retrato del capitán —luego general— Ricardo López Jordán, pintado en Montevideo en 1851.

El traslado y la fuga de Ricardo López Jordán (1878)Tras su captura, el caudillo entrerriano Ricardo López Jordán fue tr...
12/08/2025

El traslado y la fuga de Ricardo López Jordán (1878)

Tras su captura, el caudillo entrerriano Ricardo López Jordán fue trasladado a la ciudad de Rosario, quedando a disposición del Juez Nacional de esa jurisdicción.
La orden de traslado despertó la reacción del gobierno de Entre Ríos, que acusó al poder central de buscar un cambio de magistrado más favorable. Aunque el expediente judicial fue remitido a Rosario, el prisionero permaneció engrillado en Paraná.

El coronel Antelo, jefe de Policía de Paraná y responsable de su custodia, advertía que el traslado requería una escolta numerosa, pues existía el riesgo de que sus partidarios intentaran rescatarlo en el trayecto. Por ello solicitó la movilización de la Guardia Nacional de Entre Ríos.

El Juez Nacional de Sección de Rosario reclamó la entrega del detenido, y la Corte Suprema de Justicia intervino para exigir el cumplimiento de la orden. Finalmente, el 5 de enero de 1878, López Jordán fue embarcado en un buque de guerra de la Armada Nacional que arribó a Rosario al día siguiente.

En tierra, quedó bajo custodia del Capitán del Puerto de Rosario, José C. Gazzana. El prisionero fue alojado en la Capitanía —ubicada en la actual bajada Sargento Cabral y avenida Belgrano, frente a la Aduana—, un edificio con condiciones precarias. Gazzana procuró mejorar su alojamiento, pero su prioridad era garantizar la seguridad, dado que en la ciudad había numerosos simpatizantes del caudillo.

Ese mismo día, el Capitán de Puerto solicitó refuerzos al Comisario de Órdenes del Departamento de Policía, pidiendo “por unas cuantas horas un cabo y cinco soldados” para custodiarlo. También informó de esta medida al Jefe Político del Departamento, Melitón Carbonell.

El 15 de enero de 1878, Gazzana pidió a su superior en Buenos Aires, el Capitán General de Puertos Dr. Diego G. de la Fuente, apoyo para mantener la custodia, que hasta entonces realizaba con marineros de la Capitanía. Explicó que había dispuesto el racionamiento de su personal por el proveedor nacional, pues el servicio resultaba casi imposible con el escaso número de efectivos disponibles.

Ante la falta de personal, solicitó al Juez Nacional un aumento de la dotación y $157 para mejoras: compra de un toldo para el patio, un farol grande para la guardia, refuerzo de puertas, colocación de vidrios y acondicionamiento de la oficina principal.

El temor de una fuga, con ayuda externa, era compartido por el Juez Federal de Sección, Dr. Fenelón Zuviría, quien dispuso que la custodia se hiciera con fuerzas provinciales bajo mando del Capitán de Puerto, incluso con un centinela de vista con relevos diarios.

A las preocupaciones por López Jordán se sumaba la vigilancia de otro detenido, Benecio González, cuya fuga también habría significado un escándalo político.

Pese a todas estas precauciones, el 11 de agosto de 1878, tras siete meses de estricta custodia, Ricardo López Jordán logró escapar de su prisión rosarina. Su fuga, cuidadosamente planeada, puso en evidencia las debilidades del dispositivo de seguridad y dio nuevo impulso a su leyenda. Para el gobierno nacional, que había hecho de su captura un símbolo de autoridad, aquel episodio resultó un golpe político difícil de digerir.

Fuente: Prefecto Rubén Rousseaux, Revista Guardacostas.
Foto: Capitanía del Puerto de Rosario, en Revista Guardacostas, pág. 59.

Represalias contra los jordanistasLas represalias se ejecutaban no sólo contra jefes y oficiales, sino también contra cu...
11/08/2025

Represalias contra los jordanistas

Las represalias se ejecutaban no sólo contra jefes y oficiales, sino también contra cualquiera que hubiera prestado ayuda a los jordanistas, ya fuera con alimentos, caballos o refugio.
Partidas armadas de los Nacionales recorrían todos los departamentos de la provincia, persiguiendo revolucionarios para aplicar su cuestionada “justicia” contra quienes habían usado la divisa blanca.
Las tropas del coronel Ayala saqueaban y mataban a todo jordanista que encontraban.

Testimonio
En las casas sólo habían quedado ancianas y niños. Entre ellos, mi bisabuela materna —a quien conocí—, nacida en 1868 y fallecida en Concordia en 1948, a los 79 años. Ella nos contó estos hechos a mi hermano y a mí:

“Me desperté sobresaltada una noche de invierno por el retumbar de cascos de caballos. Con mis hermanitos corrimos a mirar por la ventana: la luna llena iluminaba a los soldados, y el brillo de sus armas se veía claramente mientras coronaban un cerro cercano.
Arribaron enseguida y rodearon las casas. Dos oficiales se apearon y golpearon la puerta. Una tía anciana les dijo que sólo había mujeres y niños.
—Entonces no tienen nada que temer, doña. La guerra la hacemos con los hombres, no con las mujeres —respondió uno.
La puerta se abrió y entró el oficial con dos ayudantes.
—Buscamos al coronel Correa, doña.
—No está, señor. Hace una semana que salió hacia San José con un arreo de animales.
Revisaron todo: armarios, muebles, y hasta cortaron colchones con bayonetas. Al no hallar armas, objetos de valor ni a la gente que buscaban, pidieron disculpas y se marcharon.
Cuando ya se alejaban unos cien metros, un viejo puestero —antiguo soldado de Urquiza— salió del galpón y les disparó con un fusil. Inmediatamente se desplegaron como para combatir y volvieron a rodear las casas. Sacaron al viejo a golpes y, mientras cuatro soldados lo sostenían, le abrieron el vientre, dejando las vísceras expuestas. Prendieron fuego al galpón y mataron con lanza y sable a todos los animales de los corrales, pero respetaron la casa.
El pobre viejo quedó vivo, revolcándose de dolor y pidiendo que lo mataran. Así estuvo toda la noche, en un lodazal formado por su sangre y entrañas. Las mujeres y los niños mirábamos aterrados desde la ventana, sin atrevernos a terminar con su sufrimiento. Pasaron muchas horas hasta que Dios se apiadó, y antes del amanecer murió. Al clarear, las mujeres lo envolvieron en cueros y lo llevaron al arroyo.”

Tenía apenas seis años cuando ocurrió, pero jamás olvidó lo que vio esa noche. Gracias a sus recuerdos, puedo ofrecer este relato de primera mano. Tal vez seamos de las últimas generaciones que enlacen el presente con aquel pasado de escenarios tan crueles de nuestra historia.

Fuente: Darío H. Garayalde para El Heraldo (1 de junio de 2019).

Urquiza y la concentración de poder económico y políticoJusto José de Urquiza no sólo consolidó su fortuna personal dura...
11/08/2025

Urquiza y la concentración de poder económico y político

Justo José de Urquiza no sólo consolidó su fortuna personal durante su trayectoria política, sino que también favoreció el enriquecimiento de allegados. La guerra contra el Paraguay (1864-1870) le generó beneficios sustanciales: gran parte de la caballada utilizada por los ejércitos argentino y brasileño llevaba su marca. Al finalizar el conflicto, Urquiza poseía cerca de un millón de hectáreas, aproximadamente 600.000 cabezas de ganado y medio millón de ovejas.

Tras la derrota de Juan Manuel de Rosas en Caseros (1852), entregó a Saturnino Unzué unas 75.000 hectáreas en la zona de Rojas, como pago por los servicios y préstamos recibidos. Este patrimonio convirtió a Unzué en un próspero hacendado, con explotaciones agrícolas y ganaderas de gran escala.

Diversos contemporáneos denunciaron las prácticas autoritarias del caudillo entrerriano. Juan Coronado, en Misterios de San José, lo acusó de manipulación electoral, reparto clientelar de tierras, aplicación de castigos físicos a paisanos y arbitrariedad judicial, calificándolo incluso de “tirano” y “sangriento” (Coronado, 1866, p. 110).

En el mismo sentido, Evaristo Carriego, desde el periódico El Pueblo, lo tildó de “ladrón” y “sanguinario”, sintetizando las críticas que posteriormente sostendría el movimiento jordanista:

“En Entre Ríos no hay ni libertad de sufragio, ni libertad de imprenta, ni libertad de industria, ni garantía personal ni respeto a la propiedad” (Carriego, 1867, p. 30).

Fuentes:

El Miércoles Digital

Oscar Pinco, “Hace 50 años se remató el Palacio San Jacinto, de los Unzué”, en Télam

Mariana A. Pérez, Propaganda e identidades políticas en la Revolución Jordanista de 1870. “Abajo el Tirano Urquiza”

Vuelta de Obligado: ¿interés nacional o porteño?Presentar la batalla de Obligado (1845) como una defensa de la soberanía...
11/08/2025

Vuelta de Obligado: ¿interés nacional o porteño?

Presentar la batalla de Obligado (1845) como una defensa de la soberanía nacional es, para Entre Ríos y el Litoral, un error histórico. El conflicto fue, en gran medida, consecuencia de la disputa por la libre navegación del Paraná, que permitiría al interior y al litoral exportar su producción directamente a las potencias industriales. Buenos Aires se oponía porque perdería las ganancias de su aduana, principal fuente de ingresos.

En 1845 aún no existía la República Argentina tal como la conocemos. Faltaban ocho años para la sanción de la Constitución Nacional (1853) y Buenos Aires, reticente a compartir su recaudación aduanera, incluso se separó del resto del país entre 1853 y 1862.

La batalla de Obligado enfrentó, por un lado, a la oligarquía terrateniente bonaerense, que defendía el monopolio portuario, y por el otro, a Inglaterra y Francia, que intervinieron para abrir los ríos al comercio internacional, buscando su propio beneficio.

El historiador Luis Alberto Romero advierte:

"(...) Me parece más difícil aceptar que la batalla del 20 de noviembre de 1845 haya sido una gran epopeya nacional (...) Rosas, bloqueando el Paraná, sostuvo los intereses de Buenos Aires (...) defendió con energía el monopolio portuario porteño (...)".

Romero también recuerda que el combate no fue un triunfo: las fuerzas anglo-francesas se retiraron recién en 1849. Y concluye:

"(...) Hacer de una batalla donde primaron intereses particulares un jalón en la construcción de la Nación (...) es parte de un mito nacionalista muy arraigado (...)".

Ceferino Alarcón

Vuelta de Obligado, interés nacional o porteño?Venir a imponernos a los entrerrianos que el combate de Obligado fue en d...
20/11/2024

Vuelta de Obligado, interés nacional o porteño?

Venir a imponernos a los entrerrianos que el combate de Obligado fue en defensa de la soberanía nacional es una falta de respeto. Dicho conflicto fue nada más ni nada menos consecuencia de las pujas del interior del litoral por la navegación libre del Paraná y poder sacar la producción y comerciar directamente con las potencias industriales. Y a Buenos Aires por supuesto no le convenía porque perdía con ello obtener pingües ganancias a través de la aduana porteña.
El contexto? 1845, aún no había nacido la República Argentina, lejos estábamos de ponernos de acuerdo en cuanto a la forma de gobierno o de ordenamiento jurídico más conveniente. Cuando se declara en 1853, la Constitución Nacional, Buenos Aires continuaba reticente de compartir la recaudación aduanera con el resto del país. Tal es así que durante unos años se separó del resto de la Argentina.
Volviendo a Obligado, por un lado el interés de la oligarquía terrateniente de estancieros bonaerenses y porteños que frenan el crecimiento económico del interior y por el otro, el "auxilio" de las potencias, Inglaterra y Francia, para apoyar al Litoral en su lucha por la libre navegación de los ríos; con intenciones de sacar provecho de la situación obviamente.

Romero va a decir "(...)Me parece más difícil de aceptar, en cambio, que la batalla del 20 de noviembre de 1845 haya sido una gran epopeya nacional, como se dice. (...) En rigor, en 1845 el Estado nacional argentino todavía estaba en construcción; toda la Cuenca del Plata era un hervidero, y ni siquiera estaba claro qué parte de ella -¿el Uruguay o el Paraguay?- correspondería a la Argentina. (..) Rosas, bloqueando el Paraná e impidiendo la libre navegación de los ríos, sostuvo los intereses de Buenos Aires, una provincia que, bueno es recordarlo, hasta 1862 vaciló entre integrar el nuevo Estado o conformar un Estado autónomo. Rosas defendió con energía el monopolio portuario porteño, de cuyas rentas, no compartidas, vivía la provincia. Contra Rosas estaban quienes creían que la libre navegación de los ríos los beneficiaría.(...)"

Otra cuestión para nada sin importancia es que no fue un triunfo sino todo lo contrario, es más los anglo franceses van a retirarse recién en 1849.

Continúa Romero, "(...) Hacer de una batalla donde primaron los intereses particulares de Buenos Aires un jalón en la construcción de la Nación. Todo eso es algo más que una opinión, poco rigurosa pero aceptable en un terreno por definición opinable, como lo es el pasado. Tal manera de ver las cosas constituye una parte central del "sentido común" nacionalista, muy arraigado en nuestra cultura, a tal punto de haberse convertido en una verdad que se acepta sin reflexión. (...)"

Romero, finalmente apunta contra el uso político que se le da a ciertos acontecimientos históricos, por parte del gobierno, con la colaboración de escritores neo revisionistas, "(...) que pronuncia una revitalización del mito en beneficio propio, (...)".

Fuente: Transformar la derrota en victoria, por Luis Alberto Romero en Diario La Nación (18 de Noviembre de 2012).
Imágen: argentina.gob

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