15/12/2025
✍️Por Marisa Plano*- Cuando un año escolar llega a su fin, no solo se cierran carpetas ni se archivan contenidos. En cada estudiante quedan vivencias, sensaciones, recuerdos que no siempre se nombran, pero que acompaña mucho más allá del aula. Por eso, la educación emocional no debería aparecer solo ante un conflicto o una dificultad. DEBE ESTAR PRESENTE SIEMPRE, como un hilo invisible que sostiene cada experiencia de aprendizaje.
✍️A lo largo del año, los chicos no solo incorporan conceptos académicos sino que aprenden a veces sin darse cuenta a:
•confiar o desconfiar.
•animarse o callarse.
•sentirse capaces o insuficientes .
•saberse acompañados o solos.
✍️Y esas vivencias dejan marcas.
Lo que un estudiante recordará no será únicamente un contenido puntual, si no cómo se sintió mientras aprendía, cómo fue tratado en sus errores, qué lugar tuvo su voz, si alguien miró más allá de la nota.
✍️Cuando la educación emocional está presente, el aula se transforma en un espacio donde:
•el error no lastima.
•el esfuerzo se valora.
•las diferencias se respetan.
•el aprendizaje No se vive con miedo.
✍️En tiempos donde las exigencias son muchas y el cansancio se hace sentir, resulta aún más necesario detenernos a pensar que queremos que les quede de este año escolar. Porque los contenidos pueden reforzarse pero las experiencias emocionales, cuando no son cuidadas, también enseñan y no siempre de la mejor manera.
✍️Cerrar el año teniendo en cuenta educación emocional es permitir que cada chico se lleve, además de saberes, la certeza de haber sido VISTO, ESCUCHADO Y RESPETADO.
Y eso, sin dudas, también es educar.
*Lic.en Ciencias de la Educación